La propaganda del independentismo: manipulación histórica, campañas falsa, información fraudulenta…, todo vale para el 1-O

La sustitución de la información por la propaganda es una vieja arma de todos los conflictos, sean verbales, bélicos o situacionales. Con raíces históricas lejanas, el pasado siglo XX, con el sucesivo desarrollo de la prensa, la radio y la televisión, la consagró. La irrupción de la innovación tecnológica en el siglo XXI con los nuevos medios digitales, un tanto agotada la paciencia y fe de los usuarios en los medios tradicionales, dibuja un nuevo y floreciente campo de juego de la propaganda. En el caso del independentismo catalán, los separatistas han hecho uso y abuso de ella de cara al referéndum del próximo domingo.

En la guerra sucia por la independencia de Cataluña, desatada por la coalición conocida como Totsjuntismo, los partidos englobados en la coalición electoral Junts pel Sí –el Partit Demòcrata Europeu Català, nuevo nombre adoptado por Convergència Democràtica de Catalunya tras los escándalos de corrupción, y Esquerra Republicana de Catalunya, junto a pequeños partidos–, con el apoyo parlamentario de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), han hecho de la propaganda una de sus armas principales de cara al golpe de estado parlamentario perpetrado a principios del pasado septiembre y la consiguiente convocatoria de una referéndum de autodeterminación para el próximo domingo 1 de octubre.

Los independentistas catalanistas han llevado a cabo una operación similar con el término ‘demócrata’: siendo protagonistas de un golpe de mano contra las prácticas democráticas más elementales. Han violentado no sólo las leyes generales aprobadas por toda la ciudadanía española –la primera de todas ellas, la Constitución– sino también la propia legislación autonómica, atando de pies y manos a los diputados de la oposición en el Parlament y a sus propias instituciones garantistas para consumar las llamadas ‘leyes’ de desconexión, la de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República Catalana y la del Referéndum.

No obstante, los totsjuntistas reclaman para sí el término de ‘demócratas’ y utilizan contra quienes se oponen a sus pretensiones una serie interminable de epítetos, desde ‘fascistas’ a ‘botiflers’ –el término usado contra los partidarios de Felipe V durante la Guerra de Sucesión Española, en la que la burguesía catalana apostó por el aspirante de la Casa de Austria–, ‘charnegos’ –a los nacidos fuera de Xataluña– o, entre otros, ‘renegats’, renegados, para insultar a los catalanes contrarios a sus maniobras.

Eslóganes como “Espanya ens roba”, cuando Madrid aporta al fondo de solidaridad intercomunitario el doble y hasta el triple que Cataluña, ha calado profundamente en muchas capas sociales secuestras por la desinformación. En el lado cómico y caricaturesco, muy abundante en este desquiciado ‘procés’, personajillos como un tal Jordi Bilbeny, un tipo que se dice historiador y sostiene que Teresa de Ávila, como antes había dicho de Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes, entre otros, fue catalana: “Nos encontramos ante otro caso de usurpación de personalidad de un autor catalán por parte de la censura real con el objetivo de hacerlo en [sic] castellano”. Una bufonada que no tendría interés ni psiquiátrico de no ser porque hasta un medio antaño respetable como el diario barcelonés La Vanguardia le da carta de naturaleza (“Un estudio sostiene que Santa Teresa de Jesús era catalana”).

Los cocineros del caldo de la guerrilla comunicacional

No ha sido una improvisación lo que hemos estado viendo a lo largo de la interminable campaña del ‘procés’. Extraconfidencial.com ha encontrado un documento sobre cómo la ‘guerrilla en la comunicación’ viene siendo utilizada de forma efectivas desde las elecciones generales de 2004, que llevaron a Rodríguez Zapatero al poder con un pacto con ERC e IU.

En este documento, ERC defendía la táctica de lo que denominaba “guerra de guerrilla de la comunicación”, nada que ver con el periodismo sino con la propaganda. Y proponía un manojo de ‘tácticas’, que van “desde la más ‘popular’ como difundir un bulo contra un adversario hasta hacer publicidad negativa (propaganda gris) usando las siglas del contrincante”.

Se ha podido ver su empleo en esta campaña, desde los innumerables bulos contra los partidos, políticos y ciudadanos constitucionalistas hasta la campaña de pasquines que utilizaron las siglas y falsos eslóganes del PSC, PP y C’s, invitando a votar no en el referéndum del domingo en un desesperado intento de propiciar el voto negativo que legitime la farsa plebiscitaria (Fotos 1 y 2).

Para el trabajo sucio, ni periodistas ni comunicadores ni gaitas: “La guerra de guerrillas acostumbra a ser una tarea desempeñada por los denominados fontaneros que existen en todos los partidos o asociaciones de una cierta relevancia”, pues “determinadas informaciones nunca pueden ser difundidas desde los órganos oficiales de comunicación de los partidos. No es posible disparar contra el rival desde el [sic] web oficial del partido pero sí desde un blog anónimo, por ejemplo”, reconoce ERC cínicamente.

La guerra de guerrillas de la comunicación emplea “todas aquellas acciones destinadas a comer la moral al adversario y debilitar su posición. Con frecuencia lleva asociada una marcada carga de negatividad sobre el rival”.

Entre esas acciones, desde “las reuniones de proximidad conocidas popularmente como tupperwares, un ejército popular que le defendiera y contraargumentara a sus rivales [los de ERC en campaña electoral en los bares, calles, en las reuniones de asociaciones o en los clubes deportivos de Catalunya. En todas partes. Fue lo que se bautizó como ‘la batalla del tallat’, la batalla del café” a la intoxicación en las redes sociales: “A través de la red y con la adaptación catalana del portal Indymedia (barcelona.indymedia.org) y de portales de la izquierda independentista extraparlamentaria como llibertat.com se organizaron decenas de convocatorias y se difundieron centenares de comunicados a los que, además de acceder los activistas, los periodistas convencionales debían acudir si querían obtener información de los desconocidos convocantes de las movilizaciones”.

Otras “herramientas clave son el “correo electrónico y SMS [entonces]”, “el márqueting viral a través de SMS o mensajes multimedia en los teléfonos móviles”, y para ERC y los independentistas y antisistema es “obra de referencia para los interesados en el estudio de la difusión de noticias y también fraudes por Internet” un volumen de título revelador de sus intenciones: “Calumnia que algo queda, de Santiago Camacho”. Los blogs –especialmente de lo que ERC llama “tecnoprescriptores”, los “usuarios más activos e hiperactivos difusores de opiniones en foros, comentarios en blogs, listas de distribución. Una especie de líderes de opinión en la red” y, en fin, los vídeos distribuidos a través de YouTube, las televisiones de partido–y las que no lo son, adoctrinadas a través de instrumentos como La Xarxa– y el podcasting.

  1. El PSC denuncia ante la fiscalía

PSC, PP y C’s han denunciado a través de las redes sociales la aparición de carteles en los que se puede leer ‘Vota no’ con una coletilla diferente para cada partido. En el caso del PSC: ‘Y construyamos una nueva España”, «usurpación de las siglas y la marca en una campaña ilegítima» que ha denunciado ante la fiscalía. El PSC ha reiterado que es ajeno a una votación que considera ilegal, por lo que llama a la ciudadanía a no acudir a las urnas el 1 de octubre. «Qué vergüenza ajena. Campaña falsa para engañar en el referéndum sin garantías. #ConmigoQueNoCuenten», ha tuiteado.

2. Protestas del PP y C’s

En el caso del PP han añadido: “Por España vota no”España’ y en el del C’s: “Ciudadanos unidos. Ciudadanos mejores”. El PP ha escrito en Twitter. «Los independentistas están tan desesperados que imprimen carteles falsos» #MentirasIndependentistas, hastag que emplea para» desmontar» las «mentiras y el acoso» independentistas.

C’s también se ha quejado por la campaña. El consejero de Ciudadanos en el distrito de Sant Andreu de Barcelona Jordi Obón ha publicado en Twitter: «La decadencia de los separatistas es tan grande que se inventan carteles para conseguir sus objetivos. ¿Lo siguiente?».

3. Franco también vota. O no.

La propaganda no ha olvidado contrarrestar la consigna de no participar en la farsa puesta en circulación por los constitucionalistas. Las acusaciones mutuas de actitudes ‘fascistas’ han inspirado la propaganda totsjuntista para invitar al dictador Francisco Franco al carnaval. Invita a no votar, pero no olvida sus intereses de una gran participación aconsejando un “No a la república”.

4. Manipulación de imágenes y de la historia

Si en la guerra “la primera víctima es la verdad”, en la propaganda lo es la historia. El grabado original del siglo XVIII del cerco del puerto de Barcelona por la armada borbónica y sus aliados, fue manipulado por la Generalitat de Cataluña en 2014 para la exposición “1714. Memoria gráfica de una guerra” y trasformó las banderas tricolores de los navíos holandeses por la rojigualda española. Una manipulación burda y que supone creer que el espectador catalán es cortito, pues la bandera rojigualda no empezó a utilizarse hasta finales del siglo XVIII.

5. Contra propaganda, contrapropaganda

Contra la campaña de acoso de los catalanistas, «señalando» a los «enemigos del pueblo», publicando fotos en sus periódicos, empapelando negocios de comerciantes no adictos al régimen, amenazas y presiones de todo tipo, los constitucionalistas han respondido con la estrella de David que los nazis obligaban a ponerse a los judíos, sustituyendo el ‘Jude’ alemán por un «espanyol», aconsejando imitar a Cristian X de Dinamarca, quien la lucía en sus salidas a caballo por Copenhague cuando los nazis dieron la orden de que todos los judíos la portaran.

6. Un poco de humor

Y, entre los ‘memes’, otra eficaz arma propagandística en las redes, el ‘balcón de la Generalitat’ desde el que Puigdemont va a “declarar la República Catalana”.

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