No acosen al mensajero

Esteban Urreiztieta aparece dentro de la red de periodistas infiltrados en las cloacas por parte del Comisario Villarejo”. Ya tardaban en bramar. Lo dice un tal @FonsiLoaiza, sobre el subdirector de El Mundo y los wasaps entre Sánchez y Ábalos.

El periodista opina, en un programa que se llama El Tablero, perteneciente a Canal Red, propiedad de Pablo Iglesias, que se financia con “micromecenazgo”, o sea, que nadie sabe quién lo paga, lo que según La Moncloa lo convierte en un seudomedio.

En fin, que un señor a sueldo, probablemente sin declarar a Hacienda, por un señor al que el presidente del Gobierno ha llamado necio, torpe y ha acusado de un delito de “maltrato” no se revuelve sobre el insultador, calumniador y denunciante, sino contra el mensajero.

Lo que al seudomedio le parece cloaca y ha sido rebajado por el calumniador y su amigo José, el imputado por tráfico de influencias, malversación y cohecho y acabará juzgado por otras cosas, a cuestión de “casquería” se convierte en insulto al periodista y no contra quien podría enviar a Pablo Iglesias a cárcel.

Por cierto, no entiendo que, si Sánchez no ha mentido, no se envíe a un juez a un “maltratador”: habrá que concluir que hay maltratadores de distintas clases. Y si ha mentido es sorprendente que no sea criticado por ello, siendo quién es.

Es probable que, por las fechas de los mensajes, la filtración que ha captado Esteban Urreiztieta, en un trabajo periodístico encomiable, no procedan de más cloacas que los propios amigos del “amigo josé”, ése que lo mismo te ayuda con maletas en Barajas que fulmina a enemigos políticos o hace otros servicios, tan ponderados que Sánchez calificó de infundios cualquier sospecha sobre ellos y que la vicepresidenta primera ha avalado con lacrimógeno texto.

En el PSOE no se habla del tránsito de la casquería del desván de Koldo a las páginas de un reputado medio de comunicación. Se puede acosar al mensajero, pero conviene no molestar a quien ha declarado a una colaboradora de “Espejo Público” (según pudo leerse en ABC el 5 de mayo pasado): “Si yo hablara, el presidente y su mujer temblaban”. No molesten al imputado, mucho mejor acosar al mensajero.

Es sorprendente la frivolidad con que el presidente del Gobierno trata sus comunicaciones, en algún país hasta sería delito. Da hasta miedo tanta irresponsabilidad escrita al alcance de cualquiera. Pero una cosa sí que es cierta: no hay sistema que pueda proteger a nadie de la imbecilidad o la traición.

Los wasaps no son cosa privada, cuando son revelaciones del criterio de un presidente de gobierno.

Pueden no ser delictivos, pero eso no les quita transcendencia: es noticioso, es comprometedor para quien tiene poder y posibilidad de perderlo y es relevante para quienes son gobernados, pues muestran el carácter y las prácticas a las que se someten a ciudadanos y ciudadanas que sufren ese poder, incluso quienes han sido democráticamente elegidos, Susana Díaz, Page, Lambán, por un poner, tienen derecho a conocer esas prácticas.

Que Pablo Iglesias haya decidido salirse de la lista de afectados para pasar a la de acosadores solo habla de las características del personaje, ése que vino a salvarnos a madrileños y madrileñas y fue condenado a montar tabernas, por cierto, con microcréditos que, imagino, estará declarando ya a Hacienda.

La declaración del citado periodista, vocero de Pablo Iglesias, sobre Esteban Urreiztieta es, simplemente, una de las “batallas cognitivas” a las que los populistas de todo signo, incluido no pocas veces el presidente del gobierno, nos someten a españoles y españolas para malversar nuestro criterio.

Freud decía que acosar al mensajero, incluso matarlo, lo que el citado vocero de Iglesias pretende es su muerte civil, es una forma de “enfrentar lo insoportable”. La pérdida del poder, entre otras cosas.

Lo que hacen Pablo Iglesias y su vocero es lo mismo que los árabes españoles cuando gritaban ¡Ay de mi Alhama! Una forma de revelar la pérdida de poder. Matar al mensajero, quemar las cartas que anuncian la derrota es lo que hizo Boabdil y es, probablemente, lo que ha hecho @FonsiLoaiza, antes de irse a tomar unas copas y llorar a la taberna Garibaldi, pagada con ignotos microcréditos.

Un consejo, estimados y estimadas protagonistas de los wasaps más afamados de la democracia española: no acosen al mensajero. Son el “SuperOne” y sus confidencias al imputado los responsables; son los wasaps del “SuperOne” los que huelen a cloaca.

 

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