El sábado 30 de abril, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, realizó en un programa de 13 TV declaraciones contra un partido político legal de nuestro país. Entre otras afirmaciones dijo cosas como: «Podemos defiende proyectos como el que ha representado ETA en nuestro país»; «Es un proyecto de izquierda totalitaria cuyas consecuencias se pueden ver en lo que está ocurriendo en Venezuela»; «Supone una amenaza para nuestra democracia»; «En su doctrina política hay un germen de justificación de la violencia porque se consideran los únicos representantes del pueblo».
Han transcurrido diez días y salvo algunos (pocos) medios de comunicación y el propio partido político afectado, poca reacción se ha producido al respecto en otros partidos políticos, y ninguna dentro de la Policía, con un silencio clamoroso entre sus organizaciones sindicales que es indicativo de lo que está pasando en su seno, y especialmente clamoroso para mí el del mayoritario SUP, (al que sigo afiliado, todavía, desde 1982), que hasta hace no mucho tiempo tenía muy claro estos conceptos y ahora parece competir por ser el más corporativo de todos.
Mucho escándalo si el ministro hace un nombramiento, cuestionable, de comisario honorífico, más por el corporativismo de los propios comisarios que por el efecto que tenga sobre el colectivo o la ciudadanía; bastante menos si se concede una condecoración a una virgen porque se comparte el uso religioso de la institución, y silencio cómplice si el director general de la Policía acusa a un partido político legal como Podemos de manera tan inaceptable.
El OCC, Observatorio Contra la Corrupción, integrado por ciudadanos de cualquier profesión pero con mayoría de policías (yo entre ellos) y algunos guardias civiles, ha expresado el día 6 de mayo su repulsa contra esas declaraciones en una nota de prensa. Señalan en la misma que los responsables políticos que ocupen cargos públicos del Estado deben actuar conforme a esa responsabilidad, y si hay algún puesto desde el que se deben cuidar las declaraciones políticas es cuando se dirige la Policía. Que el máximo responsable como director del Cuerpo diga lo antes escrito y no pase nada es una evidencia, una más, de las cosas que pasan en este país y que no tienen equiparación con nada parecido en ningún otro país democrático.
Estas declaraciones incumplen el texto de la Constitución respecto a la imparcialidad de las fuerzas de seguridad (puesto que el que las hace es el jefe ejecutivo político que representa a la Institución); incumple los principios básicos de actuación que impone la ley orgánica 2/86, e incumple el Código Ético aprobado recientemente a instancias del propio Cosidó, lo que hace aún más inexplicables sus comentarios. En el mandato de Cosidó, si hay un partido en el que se han descubierto casos de corrupción (alguno como el del ático [de Ignacio González], a pesar de su expresa oposición y de la del ministro, con dos comisarios cesados), ha sido el PP y nunca ha realizado declaraciones contra su partido como embrión de procedimientos mafiosos que vulneran las reglas del juego democrático.
En este país donde se hacen millones de identificaciones indiscriminadas e ilegales; se montan «filtros» (controles) a la ciudadanía para subir estadísticas; se dificulta sobremanera a la ciudadanía que pueda presentar denuncias, por ejemplo exigiéndoles que lleven con una grúa el coche a la comisaría para tomarle las huellas si quiere denunciar que le han robado la batería (provocando que no se presente y no conste ese delito en las estadísticas); o se manda a la Policía a visitar a cientos de ciudadanos en su domicilio porque tienen una bandera republicana en su balcón, en ejercicio del derecho de expresar sus ideas sin violencia que es el primer ladrillo de cualquier democracia, para que no «enturbie» la entronación del nuevo rey, no cabe extrañarse si el director general de la Policía dice esto contra un partido apoyado por más de cinco millones de votos (entre ellos el mío, que como es mío puede ir en las próximas elecciones a Podemos o a cualquier otro) sin que pase nada.
Lo de la independencia de las fuerzas de seguridad y el respeto a las ideas de todos en democracia, en este país es mentira y el director general lo ha puesto de manifiesto. Pruebas de ello hay a miles y no hay más que visitar algunos grupos en redes sociales de miembros de las fuerzas de seguridad para ver la cantidad de águilas de San Juan y halagos al régimen anterior que se producen sin que a nadie parezca molestarle y desenvolviéndose en ese ambiente todos ellos como pez en el agua, pero si eres de izquierda, o republicano, o ateo, o las tres cosas a la vez, estás en peligro de ser objetivo de las más salvajes descalificaciones que nadie pueda imaginar, pero si además pides para Podemos el mismo respeto, el que exige la legalidad, que para los demás partidos legales tienes garantizada una jauría de alimañas presuntamente de dos patas y uniforme que desde traidor, asesino, terrorista… te dedicarán los más ruines insultos que nadie se pueda imaginar.
En la Policía y la Guardia Civil de la democracia española hay que ser conservador (o fascista), monárquico y religioso o de lo contrario empiezas a ser sospechoso. Y como muestra, por decir que un ministro de Interior de Podemos podría ser igual o mejor que uno del PP o PSOE he aquí una de las varias viñetas que me dedicaron y difundieron profusamente por las redes sociales presuntos policías y sus camaradas de ideología ultratalibán, la mayoría haciendo gala de su valentía habitual desde cuentas anónimas. Esto pasa a diario en la Policía y la Guardia Civil y es a esos policías fascistas (por ignorancia muchos de ellos) a los que alienta Cosidó con sus declaraciones.