Publicidad subliminal o cómo disfrutar sin que lo parezca

¡Nooooo! Una señora que sabe ‘hacerse’ feliz.

Este antiguo anuncio en un periódico anglosajón parecía indicar lo que parece que refleja la imagen: un producto concebido como el mejor, razón por la que la señora, rebosante de felicidad, brinda con una copa. Pero no todo es lo que parece, como muy bien nos han enseñado nuestros políticos, que se presentan como unos santos varones o hembras y algunos -por no decir unos cuantos- son unos choris. Es decir, que la realidad es algo tremendamente complejo, créanlo.


La percepción nos engaña, o más bien nos dejamos engañar nosotros mismos. Por ejemplo, todo el mundo sabe que los programas de los partidos políticos se hacen precisamente para no cumplirse, pero todo el mundo espera que lo que los políticos prometen en campaña se cumpla si llegan al poder, que para eso les hemos votado. Pues bien, lo cierto es que una cosa es la apariencia y lo que nosotros queramos ver o creer y otra cosa muy distinta es la realidad… o, al menos, ese otro toque de la realidad.

Veamos claro lo anterior con el anuncio de marras: visto en ‘derecho’ es como los programas políticos, que prometen y prometen …

¿Una señora feliz por el producto que anuncian?

¿Una señora feliz por el producto que anuncian?

… pero después, ¡ay, después! Si damos la vuelta al dibujo nos encontramos con la cruda realidad.

¡Voilà! Que ustedes disfruten bien.

¡Nooooo! Una señora que sabe 'hacerse' feliz.

¡Nooooo! Una señora que sabe ‘hacerse’ feliz.

 

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