Desconfíen de los errores de los dueños de la tierra. Mientras nos amenazaba con unos aranceles del 100% a nuestros productos, Trump lo justificaba en que éramos uno de los países BRICS. La ministra portavoz de la alegría dice que, pelillos a la mar, que simplemente ha confundido la S de Sudáfrica con la S de Spain.
Quien no se consuela es porque no quiere. Afirma contenta la misma portavoz que no entendamos mal lo de la “tecnocasta”, que eso es una tontadica y que somos aliados naturales de los USA. Es muy propio de la izquierda caviar pillar cacho en una alianza mientras te insulta. El problema es si cuela, en tiempos del populismo del socialismo realmente existente y de la derecha en el poder americana.
La cosa es convencer a los de “la tecnocasta” de que era un chiste de Pedro. Aprovechando la cosa, el periódico del progresismo global, antes el independiente de la mañana, afirma una novedad histórica: “La investidura de Trump consagra… la unión del poder político con las grandes tecnológicas y las empresas más poderosas del planeta contra los fundamentos ilustrados de las democracias liberales”. (Gracia, J. -2024, enero, 21-. Contra la libertad de expresión. El País).
Es de agradecer que un periódico tan ilustre descubra la complicidad entre poderes económicos y la presidencia norteamericana, después de más de sesenta años de estudios históricos sobre el asunto. Es tranquilizador. Esto quiere decir que, dentro de 60 años más o menos, es probable que El País publique que Telefónica, Indra, el Gobierno o una fusión de todos ellos quieren cargarse al presidente del grupo, Ourgoulian, para hacerse una televisión propia.
Abundantes tonterías se escuchan, mientras la mayoría de los mortales sentimos algo de miedo por la instalación en la Casa Blanca de un populismo extremista cada vez más radicalizado.
La política geoestratégica española respecto a los USA, desde la sentada de Zapatero ante su bandera ha ido de acierto en acierto. Horas antes de las elecciones, Sánchez llamó líder ultra a Trump y casta a sus aliados ayer, a más de que lo de Palestina y la conversión súbita en Marruecos ha sonado a rendición política de primer grado.
Ya les dije ayer que a la izquierda caviar nunca le ha importado decir una cosa y su contraria.
Las ventas a España representan poco en el mapa exterior norteamericano (fundamentalmente gas y petróleo, los americanos exigirán más) y tampoco mucho en el español. Así que lo de los aranceles no supondrá un gran golpe, aunque encarecerá nuestro gas y nuestro petróleo, fundamentalmente.
Como se sabe nuestra economía va en cohete, que no será de Musk ni de Bezos, porque nunca, pero nunca, haríamos negocio con la “Tecnocasta”, debemos esperar, eso sí, que entre todos inviertan en centros de datos y tecnología más de lo que vale Telefónica. Lo demás ellos se lo pierden.
Los turistas norteamericanos vendrán con dólares más fuertes y nos encargaremos de sacárselos rápidamente, antes de que Trump se entere. Casi cuatro millones de turistas vinieron a España el año pasado y nos dejaron 7.8 millones de euros. Hay que decir que gastan más que los europeos, pero menos que los del resto de América y del mundo.
Estos recursos y las exportaciones solo cubren el 63% de las importaciones de USA. O sea, que no, no nos va tan bien la cosa de los aranceles. Debemos tener en cuenta, además, que la cantidad de productos que se valoran en dólares aumentará la inflación importada por la política de aranceles. Seamos prudentes.
Siempre nos quedará el malvado Florentino para traernos la NFL a España y que Trump sepa dónde estamos y que no somos Brics. Estos países son recientemente industrializados gracias a la globalización, la población y barata mano de obra y las condiciones favorables de la inversión (BRICS es acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
No; España no es un BRICS, pero eso no nos salvará de los aranceles, como no nos salvó en el pasado. Entre otras cosas porque, probablemente, nadie sabrá explicar en USA qué es España.
No será Abascal, más dado a fiestas que a explicaciones. No serán los “indepes” que ya han afirmado que “Catalonia not is Spain”. Tampoco el resto de los aliados.
Nuestro temor ha de ser que la política exterior del Gobierno español desprecia todo lo que Trump representa –con razón o sin ella- y ejerce la diplomacia como si fuera el guardián alternativo del planeta, con escasas lealtades y menos apoyos internacionales que nunca y con una débil Europa, que impulsará políticas alternativas que no ayudarán a Sánchez, empezando por el gasto militar.
Pedro tendrá que escribirle a su nueva mejor amiga Meloni las cartas que antes escribió a von der Leyen o buscarse algún nuevo amigo saudí que le diga a Elon que pelillos a la mar.
Vayan calculando lo que el gasto militar y diplomático nos va a costar el asunto.
Si ahora se preguntan porque el señor de Ferrovial se llevó la empresa fuera de España, igual entienden un poco de lo que está pasando. Trump no perdona y la inseguridad jurídica económica y la irrelevancia política se paga, como parte del nuevo régimen unilateral que el norteamericano está impulsando.
Que Trump pretendía no sólo cambiar los derechos sociales sino las instituciones multilaterales creadas por el capitalismo liberal durante décadas era algo evidente. Encerrarse en la aldea, ignorando que más que doctrina los gobiernos deben hacer diplomacia y política produce costes elevados. Ahora necesitamos que alguien le explique a Trump qué es España. Cosas.