El 47, los Gaudí, los charnegos y los que estaban allí

Los premios del cine catalán este año se han hecho, para irritación del catalanismo realmente existente, o sea el sectarismo “indepe”, una de charnegos. Charnegos eran los que en Torre Baró reclamaron y lograron el 47 y charnego es el guionista de La casa en llamas, Eduard Sola. Ambas películas parecen haber puesto al catalanismo realmente existente, es decir el sectario “indepe”, ante realidades que prefiere ignorar.

En Torre Baró (Meridiana o Vallbona) vivían los charnegos que construyeron para Porcioles y la burguesía barceloní, la Barcelona de los últimos años del fascismo – sí; no gusta que se recuerde, pero en Barcelona mandaban los fascistas, con catalán y sardanas, pero fascistas-. Fueron ellos y ellas, los charnegos, los que reclamaron el 47 (Barrena, M –2024- El 47 – Película. A corriente films).

Y a los charnegos quiso recordar el ganador guionista de La case en llamas (De la Orden, D – 2024- La casa en flames – Película- , Coproducción España-Italia; Sábado películas, Playtime Movies, Atresmedia Cine, 3Cat y Eliofilm).

La memoria es selectiva. Y sólo suele recordarse lo que no molesta al poder político o lo que le encanta que sea recordado. Es un reproche que, sin duda, puede hacerse al cine que muchas veces se hace en Cataluña y, también, al que a veces se hace fuera.

La historia la hacen los pueblos. Eso es algo que he dicho aquí más de una vez. Sin embargo, el cine es más propio para héroes individuales que para historias colectivas, para sujetos organizados que animaban y sostenían los combates populares.

Es bastante sorprendente que en el 47, durante toda la película, no haya menciones a las Comisiones Obreras, el PSUC u otras organizaciones políticas que se encontraban detrás de las movilizaciones sociales que se organizaron.

No hace mucho se ha publicado un libro que recoge la historia barceloní de estas organizaciones. (Rodríguez Rovira, JM – 2024- Estábamos allí: memorias de un militante de Comisiones Obreras – 1963-1984-. Ediciones de Intervención Cultural).

Toda crónica, toda historia barrial de aquella época es colectiva. Murcianos, extremeños, castellano–manchegos, andaluces, en la época en la que no había media hora para el bocadillo, no había jornada reglada, no había derechos laborales, no se pagaban las extras, apenas había seguridad, construían una y otra infraestructura que aún hoy puede verse en Barcelona. Estos eran los que los del lugar, con la sensibilidad que se les conoce, eran los “charnegos”.

Por si no lo recuerdan, Charnego (del catalán xarnego, y este de español lucharniego) es un adjetivo despectivo utilizado en Cataluña entre los años 50-70, aún ahora, para referirse a las personas inmigrantes que viven en dicha comunidad autónoma y que proceden, por lo general, de otros territorios de España de habla no catalana. No fue hasta los años sesenta que Francisco Candel intentó su dignificación escribiendo “Los otros catalanes”, intentando con poco éxito, incorporar postulados nacionalistas en las inmigraciones. Aún hoy sigue pendiente este desiderátum.

Fueron las organizaciones innombradas las que realizaron tanto ese esfuerzo de dignificación como de integración social y política.

Hay una creciente pasión por reescribir la historia de la transición. Ya les he recordado aquí cómo el día que Pedro Sánchez celebraba la llegada de la democracia nos faltaban 591 muertos para la democracia. Se trata de no hablar de que la transición fue dura y costosa.

No cabe duda de la emotividad y la calidad de El 47. Se olvida el director y el guionista de un pequeño detalle: Vital, el conductor era afiliado a las Comisiones Obreras y militante del PSUC. No se trata de reivindicar, como decía su director, un cine de propaganda o publicidad política, pero es algo indispensable para entender la historia del barrio.

En las primeras elecciones democráticas, en aquel barrio de Torre Baró, el PSUC obtuvo el 20% de los votos. Algo tendría que ver el asunto con la vitalidad vecinal de llegados a una tierra donde no se les hablaba o se les despreciaba como charnegos.

Eduard Sola, premio al mejor guion de La casa en Llamas, no hizo otra cosa que recordar a los charnegos, a la inmigración, diciendo algo lleno de sensibilidad y respeto. Afirmó: “Las migraciones progresan con el apoyo de lo público”. Sola afirma que su objetivo no era tanto reivindicar el charneguismo sino “apelar al hecho de que o hacemos todos juntos una Cataluña mejor, o no lo haremos”.

Pero eso de hacer las cosas juntos no funciona en Waterloo y las sedes de los amos del lugar. Para ellos, la palabra Junts, no incluye solidaridad, ni respeto a lo público y, menos aún, a los que recuerdan sus orígenes, que están para pagarles sus deudas.

En mi casa convivieron charnegos aragoneses y catalanes de Barcelona (el meu pare). Mi padre hubiera vomitado –no solo fisiológicamente-, sino añadido algunas palabras al ver lo que allí pasa. Yo, que ya por casi nada me irrito, sólo pido a quienes hacen memoria que la hagan entera.

 

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