El día de la Constitución hay más razones que nunca para no celebrar nada. Mientras se desprecia la lengua común y se criminaliza el sentirse español, la Constitución no deja de ser un símbolo maltratado y despreciado por los socios del Gobierno de la nación. ¿De verdad extraña a alguien del PSOE, de los partidos que lo acompañan en el desmantelamiento del régimen constitucional, o de los de la oposición, los nombramientos del Tribunal Constitucional? ¿Todavía no han entendido la hoja de ruta? Sánchez va a liquidar la democracia como la conocemos. Va a ganar las elecciones o a impugnarlas cometiendo errores que permitan repetirlas.
En este país, desde la Transición, había dos bloques enfrentados: Constitucionalistas y contra la Constitución. Entre los constitucionalistas estaban AP (después PP), el PSOE, el PCE y después IU. Izquierda y derecha que querían superar la Guerra Civil y la dictadura. Enfrente, ERC, PNV, CiU y BNG y en los orígenes, Fuerza Nueva de Blas Piñar. ¿Qué ha pasado? Que Sánchez con el PSOE e IU con Garzón han cambiado de bando arrastrados por Podemos, y han pasado del eurocomunismo democrático de Carrillo, Gerardo Iglesias, Llamazares, Frutos o Cayo Lara de muchos años de IU, al comunismo bolchevique de La Pasionaria que representan Pablo Iglesias y sus acólitos en Podemos.
Sánchez está más cerca de Largo Caballero que de Felipe González, y hay un mundo entre ambos. Que Largo Caballero siga siendo un líder respetado en un partido democrático que dice defender la Constitución es uno de esos arcanos imposibles de descifrar. Se cansó de decir en mítines y medios de comunicación que la democracia de la Segunda República era burguesa y que había que sustituirla por la dictadura del proletariado. Que ahora Sánchez diga que es el ejemplo a seguir significa que quiere acabar con la democracia o que es un ignorante.
Sánchez tendrá un Tribunal Constitucional que considere legal un referéndum consultivo en Cataluña, con las implicaciones que eso conlleva más allá de no ser vinculante. Ahora, por fin, dirigentes históricos del PSOE con la eliminación del delito de sedición del Código Penal están diciendo que eso desmonta el entramado jurídico que defiende la democracia. En la hoja de ruta de Sánchez, además del referéndum en Cataluña (seguirá el del País Vasco), se incluye un pacto en Cataluña con ERC, PSC y Podemos para gobernar; otro en Navarra, con UPodemos y Bildu, y otro en el País Vasco con los mismos: Bildu y Podemos. La ideología es más importante que la nación y los españoles porque Sánchez necesita el apoyo de los enemigos de la nación, los que odian la bandera y la lengua para seguir en el cargo.
Sánchez dividirá y hundirá el PSOE y debilitará el Estado; no conseguirá romper España ni derogar la Constitución ni acabar con la Monarquía, pero sí debilitará el Estado, empujando a más millones de personas a la pobreza. La nacionalización de cientos de miles de ciudadanos hijos de españoles exiliados, el control de Correos, el INE, la obligación de sumar los votos por correo a las urnas y no contarlos por separado, y que la Guardia Civil haya sido excluida del control de las sacas del voto por correo arrojan dudas razonables sobre el procedimiento aplicable. Por no incluir a INDRA, que controla el sistema informático del recuento de votos y al CIS creando opinión y clima de victoria que justifique cualquier resultado posterior.
Todo ello parece menos grave al común de la ciudadanía oyendo al talibán Feijóo hablar de retirar de la circulación los coches de más de 10 años, que afectan a la mitad del parque móvil español, como si la mayoría de ciudadanos de clase media y pobre pudieran cambiar de coche a su voluntad. Una posición de punta de lanza de los globalistas del cambio climático, que quieren a la sociedad en cuevas con velas mientras ellos viajan en aviones privados. Añadan su intención de hacer recortes en el derecho al aborto y de eliminar el derecho a una muerte digna con la eutanasia y ya tienen una fotografía en blanco y negro de la España de hace 40 años, pero proyectada para el futuro inmediato con el gobierno del PP.