Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Pablo Iglesias busca fascistas. Los fascistas no están muy preocupados. Primero, Pablo no ha dado pistas de encontrarlos con eficacia. Segundo, porque en Europa a las derechas extremas, populismos radicales, fascistas o como quieran ustedes llamarles les vencen las derechas de toda la vida, incluso las resucitan, como ha ocurrido en Francia.

Pero vienen los fascistas, sépanlo ustedes. Por si el artículo era sesudo o muy largo, los editores han decidido acompañarlo por una pistola negra, con las siglas de PP y VOX en la empuñadura, mirando hacia la izquierda. Hay que contribuir al relato del rencor, eso da “clicks”, ya se sabe.

Pero, como ya les he dicho alguna vez aquí, mientras buscamos fascistas se nos puede escapar lo importante: encontrar las razones que han hecho posible la aparición de un discurso cultural inaceptable que impugna el régimen progresivo de libertades, igualdad y democracia en la que hemos soñado.

Es comprensible que Pablo Iglesias busque fascistas. Sin ellos, sería imposible resucitar el frente popular en el que ha soñado reinventar con Pedro Sánchez.

También, porque sin fascistas no parece posible que un autoritarismo estalinista, por un poner, pueden llamarlo ahora como quieran, desde populismo a radicalismo, presida la cosa internacional de la izquierda.

Empecemos por la “excusatio non petita”. Sostiene Iglesias que es posible que la derecha -PP y VOX- alcance los 175 escaños. O sea, que el PSOE se queda por debajo de cien y Podemos cae, y además los nacionalistas no compensan esas caídas. Apuesto que un día de estos lo dicen Roures y Tezanos, hay que asustar un poquito.

No se preocupen por saber las razones de esta caída. Pedro y Pablo no son responsables ni la desafección al gobierno tiene trascendencia. Si ustedes creen que el empobrecimiento económico, el alejamiento del mundo del trabajo o la mala gestión serían otra explicación, tampoco.

El “Ayusazo” no fue la causa política, ni lo será de la futura derrota. Son los medios de comunicación, con sede en Madrid, los que han contaminado a la opinión ciudadana.

Ignoren todo lo demás Son los medios que han logrado aumentar la dosis de españolismo que, naturalmente, rezumamos los españoles, incluidos los de izquierdas que hicimos la transición. Y no olviden a un Rey que no para de hacer gestos “a la España oscura”.

Esto de la prensa burguesa y la España oscura suena a antiguo, pero créanme que Iglesias decirlo, lo dice. Nada como el miedo y el rencor archivado como para alejar el voto centrista de Pedro Sánchez

La respuesta de Pablo Iglesias, por el contrario, es muy tranquilizadora: “la izquierda debe explorar vías confederales para la re-organización de un Estado compartido, más acordes con la plurinacionalidad y la voluntad de los distintos pueblos del Estado”.

Si a ustedes les suena raro que en una sesuda reflexión de izquierda el mundo del trabajo y la economía desaparezca del argumentario, no debería hacerlo. La izquierda española realmente existente hace tiempo que ignoró el mundo del trabajo.

Ya no se trata de redistribuir -de eso iba la izquierda transformadora europea, la socialdemocracia y el centro izquierda antiguo-. Ahora va de los cuidados, es decir de asistencias de mínimos que, al parecer, es lo que permite la situación. Y lo que, naturalmente, han defendido los ministros de Iglesias.

El problema, quizá, es la envenenada propuesta que Iglesias le hace a Pedro Sánchez: una España confederada, naturalmente sin Rey, como corresponde a una buena república, y dejándole el asunto de los dineros al personal de Bruselas.

Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Ha susurrado Pedro.

Si estuviera el tal Iván hubiera negociado algún parrafito e incluso le habría organizado alguna tertulia pacífica en la tele. Pero ya no es posible, así que mientras torcía el morrillo, le encargaba al nuevo que les apretara las tuercas a los ministros díscolos.

Y para eso nada mejor que unas declaraciones de Calviño y Robles, anunciando poco SMI y cambiar la ley de justicia como quiere el PP, tontadicas.

Así que el tertuliano Iglesias va a predicar en el desierto, con aplauso plurinacional, eso sí, créanme, por mucho que en Ferraz finjan preocupación. Mientras, los antaño amigos y amigas del ex prócer, juegan al juego de la pancarta y las alfombras de amaranto: a ver si cuela.

 

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