La Unión Europea ha construido una hoja de ruta elaborada por dos italianos, los italianos estudian mucho de siempre, en dos notables informes. Letta, expresidente de Italia, ha presentado el camino sobre el mercado único y Mario Draghi sobre economía.
Supermario que ya salvó el euro (grande aquel “whatever it takes”) vuelve a tener razón. Mis nietos suelen decírmelo de los superhéroes. Yo soy más laico, aunque muy de Mario.
En un texto enjundioso de 400 páginas sobre el futuro de la Unión Europea, el ex presidente del Banco Central Europeo no se ha andado con rodeos. En ausencia de una inversión anual tres veces mayor que la lograda con el plan Marshall de posguerra, predijo Draghi, Europa se enfrentaría a una “lenta agonía” a medida que sus economías no podrán seguir el ritmo de China y Estados Unidos.
La cuestión no sería tanto pelotear a los chinos, y no lo digo por nadie que me cierran el blog por ser seudomedio, sino invertir.
Ursula von der Leyen, comienza su segundo mandato, ella y otros líderes deberían prestar atención a esa dura advertencia. El martes, la Sra. von der Leyen presentó su nuevo equipo de comisarios para los próximos cinco años.
Mientras se preparan para asumir sus puestos, sujetos a la aprobación de los eurodiputados, el panorama no deja de oscurecerse.
Política y económicamente, Europa se encuentra en un escenario crucial. El populismo nacionalista avanza en un contexto de estancamiento económico, crisis del costo de vida y una sensación persistente de malestar en las zonas postindustriales y rurales.
El impacto actual de la guerra de Rusia en Ucrania –y los gastos asociados a un mayor gasto en defensa en los estados miembros de la UE– está presionando presupuestos ya de por sí ajustados, si es que logran tener presupuestos o se quieren cumplir las reglas. En España no usamos de ninguna de las dos cosas.
A nivel mundial, China y Estados Unidos están invirtiendo masivamente en la economía verde del futuro (y lo que es peor, subsidiándola), lo que hace que los grandes productores europeos no puedan seguir el ritmo.
La dramática noticia de que Volkswagen, otrora el mayor fabricante de automóviles del mundo, planea cerrar algunas de sus plantas alemanas, de las que ya hablamos aquí, debería considerarse una seria advertencia.
El plan de Draghi para una reforma integral incluye una mayor integración económica y un mayor énfasis en la innovación y las habilidades tecnológicas, después de décadas de relativo descuido.
Destaca los beneficios potenciales de una unión de mercados de capitales que se equipare al mercado único de bienes de la UE. Pero la conclusión más importante es el endeudamiento común de la UE, para financiar la inversión en una estrategia industrial transformadora.
Un endeudamiento común, un tabú que se rompió en pandemia, pero que sigue produciendo urticaria a los del norte. El precedente del fondo de 750.000 millones de euros ofreció una visión de la solidaridad que la UE puede movilizar, si tiene voluntad política. Europa no puede permitirse el lujo de ignorar las lecciones de ese éxito, tampoco en España usamos de esto, somos los peores gestores de fondos según la propia UE.
Seguir el consejo de Draghi significaría poner fin definitivamente a la economía de la austeridad que ha obstaculizado la ambición europea, en particular tras la crisis de 2008. Lamentablemente, todo parece indicar que podría suceder lo contrario.
En Alemania, a pesar del alarmante ascenso de Alternativa por Alemania (AfD) y de las luces rojas que se encienden en algunos sectores de la economía, la estrategia expansiva de Draghi fue rechazada por el ministro de Finanzas, Christian Lindner, liberal de línea dura en materia fiscal.
En Bruselas, la Comisión de von der Leyen se ha comprometido a hacer cumplir el regreso a normas más estrictas sobre los niveles de déficit y deuda, tras su relajación durante y después de la pandemia.
Pero Supermario tiene razón: en un momento de profunda inseguridad social y graves desafíos económicos y ambientales, la política de siempre conducirá a un mayor estancamiento y un bajo crecimiento.