El disparo
La víctima, tras escuchar el chasquido, sintió que perdía un pedacito de su oreja, esa pequeña libra de carne que Shylock siempre pide. La víctima tuvo tiempo de levantar su puño y mostrar su maléfica sonrisa a su gente, mientras sangraba levemente. Nunca sabremos si el fallido asesino, cuando silbaba la bala que acabaría con…