Un agosto sin corbata (22): la inflación contagia y la mascarilla no protege

Los precios mantienen su subida por encima de los dos dígitos: 10,4% anual. La media supera el 8,9 y lo mismo con la revalorización de las pensiones que andaría por el 8,7%, lo que supondrá unos trece mil millones de esos que no tenemos. La ministra, aprovechando las cuatro décimas de recorte respecto al mes pasado habla de moderación, ya ve usted, que sensibles estamos. También bajó en febrero y en abril y aquí nos tienen.

Solo el hecho de que el año pasado, como recordarán, los vendedores de petróleo hicieran el agosto nos ha librado de que la inflación haya crecido más. Dice el INE, gobernado ahora por personal de confianza de Calviño y no por traidorzuelos como antes, que electricidad, alimentación, restauración y paquetes turísticos son los causantes de la subida.

Ningún centro de análisis augura moderación de precios hasta octubre, pero si Calviño dice que nos moderaremos, nos moderaremos.

Eso sí, para su desgracia resulta que El IPC ha bajado cuatro décimas, pero la inflación subyacente ha subido las cuatro décimas que el IPC ha bajado. La inflación subyacente no contabiliza la energía y los alimentos frescos, pero sirve para medir en qué medida el incremento de precios se contagia a la economía.

O sea, que sí, que la inflación se está contagiando. Es por eso que pedirse una ronda de incremento de precios, como parecen querer la ministra de empleo y los sindicatos, igual no es muy responsable.

Quiero decir que podría reflexionarse sobre pensiones mínimas o salarios bajos, pero que, guste o no guste, un pacto de rentas, que incluya beneficios y dividendos, obviamente, pero también salarios y pensiones de los no vulnerables podría tener interés.

Gina Gopinath, economista jefe del FMI, que más que hablar susurra, ha declarado en la reciente reunión de banqueros centrales que anualmente se juntan en Jackson Hole que con la inflación hay que acabar cuanto antes, mientras el banquero norteamericano afirma que la inflación causará dolor.

Nadie habla de moderación y sí: las políticas antiinflacionarias crean desempleo, vía subida tipos de interés.

Ese temor es el que se está notando durante el verano. Los españoles hemos guardado el dinero que, en otras ocasiones, hubiera alimentado la economía: tenemos en el banco más de 50 mil millones que en julio del año pasado, cantidad con la que la señora Calviño contaba con que ustedes se gastaran para lograr una bonita V invertida y crecer.

Ustedes no están gastando, primero porque no pueden -el mayor gasto es inflación-, y segundo porque su nivel de confianza es extraordinariamente bajo. Por cierto, y a pesar de los temores, de momento, los españoles están pagando sus créditos. También habrá que decir que se está pidiendo mucho crédito para vivir guardar, cosa esta última no muy lógica.

Según el CIS, centro amigo como se sabe, la confianza del consumidor anda por los suelos. En relación con el mes de julio del año pasado se ha reducido en un 39,6%.

La confianza en las expectativas de futuro es, todavía, peor: desciende un 47,5%. Si hablamos de situación económica, la caída es de un 60%, la confianza en el empleo cae en 50 por ciento y la esperanza en la situación de los hogares en casi un 40%.

A pesar de que ustedes están guardando pelas, la esperanza en mejorar su consumo se reduce, saben que sus ahorros se los va a comer la inflación y esperan que los precios suban.

En una palabra, a la ministra no se me la creen mucho, mire que son ustedes malvados.

O sea, se lo tengo dicho: la inflación se contagia y la mascarilla no protege.

 

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