Y un “pendrive” para gobernarlos a todos

Hace una década y media, más o menos, hablo de memoria, Correa, el jefe de una organización criminal, tipo Cerdán, pronunció, ante su abogado, un aserto fundamentalmente filosófico: “el puto pendrive, macho”. Quise, entonces, escribir la oportuna crónica sobre el asunto, pero mi hija, atenta a mantenerme al día en asuntos tecnológicos, me dijo que eso ya no lo usaba nadie: “Ni los chinos, venden CDs, pendrives y esas cosas”.

“Todo está en la nube”, me dijo chulita. Traté de contrarrestar el presuntuoso y juvenil ataque, aduciendo que no era la cosa tan moderna. Al fin y al cabo, el primero que bajó un archivo de la nube fue Moisés, que se descargó, al parecer, unas tablas. Pero le hice caso y dejé el asunto.

No obstante, la marca “cutreEspaña” siempre vuelve y nos da oportunidades insospechadas a los cronistas.

Entre mariscadas, prostíbulos y señoritas, entre calzones y videos sexuales ochenteros previstos para el chantaje, no dejan de aparecer “pendrives” que nos traen mordidas que creíamos habían pasado a la historia. Así que me he dicho: de esta vez, no pasa.

Y aquí me tienen constatando ante ustedes que los secretarios de Organización del socialismo realmente existente tenían formada una red de golfos apandadores, uno de los cuales era el rey de la grabación y el “pendrive”.

Así que el golfo más enredador, haber sido portero de discoteca te hace saber mucho de enredos, se hizo con un pedido de pendrives y discos externos: tres, para las empresas que ponían la pasta; siete, para los señores que alquilaban pisos de señoritas; nueve, para los hijos mortales de los apandadores, Uno, para el señor oscuro de las tierras de Ferraz y, por supuesto, uno para gobernarlos a todos.

Con el evidente propósito de “el día que me pillen, a los demás les pillan” y, también, “que sepáis que estáis grabados, sigamos en el negocio”, puso en indiscreto sitio el “pendrive” que contaba sus andanzas totales, donde los élficos guardias lo encontraron con facilidad y leyeron, con asombro, las trapacerías de los golfos apandadores.

Dos secretarios de Organización mediante, una red de oscuridad se ha cernido sobre las tierras de España, destrozando el reinado de Pedro, su prepotencia y sus propósitos de pasar a la historia del progresismo global como salvador de la patria.

“El puto pendrive” vuelve a condenar a una pandilla de políticos venales y a la clásica corrupción vinculada a la cosa pública.

El pasado día 12 de junio se cumplían cuarenta años del ingreso de España en la Unión Europea. Felipe González pronunció el propósito mágico: “Ha llegado el tiempo de la modernización”. Pues ya ven, ha vuelto la oscuridad, el conchabeo de los pícaros, el patio de monipodio y lo más moderno: los calzones y las gambas en prostíbulo.

Ya no hablamos de modernización, sino de quien salvará a la comarca de la oscuridad, quien pondrá de nuevo a España en marcha, si es que se puede, quien será quien se enfrente al poder del “pendrive”, si es que hay alguien, y cuantos miembros de la “comunidad del pendrive” seguirán atados a las voluntades del señor oscuro de Ferraz, que hay más de los que ustedes creen.

Quizá debiéramos encargarnos nosotros de bajarnos de la nube algo pacífico, “una luz cegadora, un disparo de nieve”, que nos permita dejar de ver a la banda de los cuatro, dejar de escuchar el ruido, el olor a manos quemadas de quienes las pusieron en el fuego, para defender a conmilitones venales.

La sala de las manos quemadas se ha llenado de potingues y pócimas. Están Pedro y Bolaños. Está Montero, también. y Patxi López, y muchos ministros y ministras y la gente de Ferraz. El más importante de todos ellos se ha ido a Quintos de Mora a reflexionar: una carta se nos viene, pero ya no valdrá comentarnos que está profundamente enamorado.

Tendrá que reconocer que teníamos razón quienes decíamos que hace tiempo sabíamos lo que estaba pasando, no vale la aparición compungida, el maquillaje tétrico o derramar lágrimas en las ruedas de prensa, no valdrá hablar de bulos  cuando señalamos las amenazas democráticas que hay detrás de cada podedumbre.

Hoy, como siempre, he acudido a mi tabernero, mi consejero en tiempos de tribulación. Cuando le cuento la historia del “puto pendrive”, encontrado entre los calzones en un prostíbulo, o algo por el estilo, me responde: calla y tómate el viejo vino quitapenas. Es lo que hay, el asalto a la modernidad también ha contaminado al tabernero.

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