Alerta y preocupación en las fuerzas de seguridad relacionadas con los delitos cibernéticos: el acoso sexual a menores por internet se ha multiplicado por cuatro en los últimos cinco años. De los 92 delitos registrados por la ciberpolicía por grooming en 2013 se ha pasado a los 400 contabilizados en 2017, con un aumento anual que ha encendido todas las luces de alarma.
Las estadísticas del Ministerio del Interior se han disparado respecto a las diferentes modalidades de delitos sexuales, especialmente contra menores de 16 años. Las redes sociales han propiciado un nuevo tipo de delito que trae de cabeza a los departamentos que luchan contra la ciberdelincuencia. Se trata del grooming, un anglicismo cuyo significado textual es “acicalando”, pero que en realidad se refiere a un engaño pederasta. Una nueva modalidad de depredación sexual contra menores que se ha afianzado con fuerza en los últimos años en España y que va relacionada con otros tipos de delitos, como la extorsión.
Según un estudio de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), los ciberdepredadores y ciberacosadores encuentran en la inocencia y confianza de los usuarios menores de nuevas tecnologías su principal baza para cometer actos delictivos. Y las redes sociales, en este caso, están en el punto de mira de las prácticas de estos potenciales delincuentes que intentan captar por estas vías a sus víctimas. Es lo que se conoce como “grooming”.
Según la Agencia, estos casos se dan cuando un adulto a través de las redes sociales u otros servicios de internet oculta su identidad, generalmente haciéndose pasar por un menor , con el objetivo de ganarse la confianza de otro menor. Hacerlo está al alcance de cualquiera por las grandes facilidades que les brindan las redes sociales, en especial por la posibilidad de crear perfiles falsos y nombres inventados con el objetivo de engañar a los jóvenes.
“En ocasiones, el adulto accede a la información personal del menor sobre sus gustos, hábitos y aficiones, que utiliza para ganarse su amistad y confianza”, según dicen en la Agencia, pero el problema surge en el momento en que el usuario se ha ganado la confianza de la potencial víctima y consigue que le cuente cosas o que le envíe fotos o vídeos de actos o comportamientos comprometidos y de contenido sexual.
Se encienden las alarmas: los casos de Bahía Blanca y Algeciras
Las alarmas en España se dispararon a principios de 2017, cuando un hombre de 21 años chantajeó a una niña de Algeciras para obtener fotos eróticas y tener un encuentro sexual. El hombre se ganó su confianza en las redes sociales y la menor de edad le desveló información privada. Todo iba bien hasta que él quiso fotos eróticas y ella se negó. Fue ahí cuando la fingida amistad se convirtió en un calvario para esta adolescente de 13 años.
La joven de Algeciras se convirtió en víctima de un caso de grooming, una práctica en la que un adulto engaña a un menor para, en este caso, obtener material pornográfico. Él, de 21 años y residente en la misma localidad, pudo ser detenido como presunto autor de un delito de abusos sexuales y corrupción de menores a través de Internet y descubrimiento y revelación de secretos.
Pero la policía española ya estaba alertada por un suceso parecido ocurrido unos meses antes en Bahía Blanca, Argentina, que acabó en desgracia. Mónica Cid, madre de Micaela Ortega, de 12 años, de repente notó la ausencia de su hija. Había encontrado una carta que decía: “Perdón, los extraño, voy a estar bien. No me busquen, voy a estar en la casa de una amiga en Ingeniero White”.
Desde un perfil falso de Facebook, Jonathan Luna, de 26 años, había engañado a Micaela: le hizo creer que era otra niña de 12 y la invitó a su casa después de que Ortega le contara que había discutido con su madre. Cinco semanas después Micaela apareció muerta: Luna la había estrangulado y golpeado en la cabeza. En 2017, Luna fue condenado a prisión perpetua: fue la primera vez que se llevó a cabo un juicio por grooming y homicidio en Argentina.
En España se han registrado más de 1.200 casos de grooming
En tan sólo cinco años, el Gobierno español ha contabilizado nada menos que 1.206 casos de grooming, que han ido aumentando progresivamente desde 2013. Si en aquel año sólo registraron 92 casos comprobados de acoso a menores, según datos oficiales, en 2014 ya subieron a 116, que pasaron a ser 239 denuncias en 2015, 365 investigaciones abiertas en 2016 y otras casi 400 en 2017. Este año de 2018, aunque no están cerradas las estadísticas, ya se supera con mucho las cifras de años anteriores.
El aumento desorbitado de esta práctica alertó al PSOE estando en la oposición, que registró una batería de preguntas para el Gobierno en el Congreso. Se obtuvieron unos datos en los que se relataba que las comunidades con más casos contabilizados en 2017 fueron Cataluña (92 delitos registrados), Andalucía (79) y Castilla y León (62), seguidas de Madrid (46) y Comunidad Valenciana (31). Solo cinco provincias no han registrado ningún caso de grooming: Cuenca, Guadalajara, Segovia, Palencia y Melilla.
Lo cierto es que el aumento del acoso sexual a menores a través de Internet ya aparece en el último informe de la Fundación ANAR, publicado en marzo de este año, en el que se determina que esta práctica, considerada violencia hacia los menores, ha aumentado en los últimos años un 410%.