La mafia china llamaba por teléfono desde Madrid a compatriotas suyos en diversas ciudades chinas. Les decían que eran funcionarios de policía, o judiciales, o gubernamentales. Les informaban de que había una causa contra ellos y les convencían para que traspasaran sus ahorros a unas cuentas determinadas para que los expedientes no siguieran su curso y ellos y sus familias no tuvieran complicaciones legales. Lo curioso es que las víctimas obedecían y transferencias su dinero. ¿Por qué? Ahora se ha sabido que la Audiencia Nacional ha concedido la extradición a china del supuesto mafioso Chang Yi Chen y otras 121 personas más, pero nadie explica cómo es posible esta estafa telefónica desde Madrid, al estilo de las que se realizan desde Nigeria a diversas partes del mundo, entre ellas a España.
El pasado 13 de diciembre se hizo público un Auto de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional por el que se concedía la extradición a China de Chang Yi Chen, un ciudadano de Taiwán que había montado desde Madrid una trama corrupta para estafar a chinos de la República Popular. Es una de las mayores extradiciones concedidas por España a China, si tenemos en cuenta el número de extraditados, 121. Pero sorprenden tres cosas: primero, ¿cómo es posible que por una llamada de teléfono un ciudadano chino trasvase sus ahorros a una cuenta corriente mafiosa?; segundo, ¿existe desde Taiwan una gran organización mafiosa internacional para estafar a chinos continentales desde terceros países?, y tercero, ¿por qué España extradita a este supuesto mafioso sin tener en cuenta la no reciprocidad, es decir, que China no ha concedido a España las últimas extradiciones que se le han solicitado?
Según el sumario abierto en la Audiencia Nacional, la red corrupta empleaba unos métodos que no dejan de asombrar y que extraconfidencial.com se los relata con pelos y señales. Hay que resaltar que esta extradición a China fue solicitada por la Fiscalía de Distrito de Xiashan, del Municipio de Zhanjiang, y por el Buró de Seguridad Pública de la referida ciudad, y que la misma se basa en el Tratado de Extradición entre la República Popular China y el Reino de España de 14/11/2005.
Un modus operandi con resultados incomprensibles
El principal supuesto mafioso, Chang Yi Chen, actuaba desde el centro de operaciones de estafa sito en un piso de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, en cooperación con otros miembros de la organización delictiva. Desde China, otros supuestos mafiosos les facilitaban, supuestamente también, los datos de sus compatriotas a los que tenían que llamar desde Madrid. Recibían determinada información de los mismos y, según el caso, fingían ser encargados de bancos de China, oficiales de Aduanas, empleados de Mensajerías de Envío Urgente, agentes de seguridad pública, fiscales chinos u otros funcionarios judiciales.
Es decir, se hacían pasar por agentes de la casta funcionarial más temida en China. Quizá lo anterior explique la reacción de los ciudadanos estafados, que eran capaces de entregar todo su dinero a unos estafadores que les presionaban por teléfono. ¿Quiere decir esto que la corrupción funcionarial está a la orden del día en China? No adelantemos acontecimientos. Los documentos de la Audiencia Nacional revelan datos increíbles en este caso.
El modus operandi era así: la mafia de Madrid realizaba sistemática y organizadamente llamadas para estafar por internet a residentes en territorio chino. Les engañaban indicándoles que estaban implicados en la comisión de delitos. Les convencían de que eran realmente funcionarios públicos y de que tenían poder para hacer ‘desaparecer’ sus expedientes, y les decían que si no cedían, lo pagarían muy caro. Pero, ¿por qué cedían muchos de los extorsionados? ¿Es tan potente el poder del funcionariado chino que produce pánico? Lo cierto es que los estafadores conseguían desde Madrid el depósito bancario de sus víctimas, mediante ingresos en cuentas de la organización criminal y obtenían así su cuota del dinero negro.
Según las investigaciones iniciales de la Autoridad de Seguridad Pública de China obrantes en el Sumario de la Audiencia Nacional, el centro de operaciones de estafas ubicado en Madrid -donde se encontraba Chang Yi Chen– realizó al menos 20 casos comprobados de estafa.
Como ejemplo, según consta en el Auto de extradición, el 18 de mayo de 2016, la banda realizó llamadas por internet desde el inmueble de Aravaca, en Madrid, a la víctima G. Shihua, residente chino en la ciudad de Chengdu, en la Provincia de Sichuan. Esta persona recibió llamadas de varios estafadores, que se hacían pasar sucesivamente por: empleado de la Sucursal en Fujian de la Compañía Ferroviaria China, agente de Policía y fiscal de China. G. Shihua cayó en el engaño y llegó a pensar que estaba implicado en un caso delictivo: le entró el pánico, al parecer, y pidió arreglarlo amistosamente.
Los estafadores ya lo tenían en su poder y le pidieron que transfiriera todos sus ahorros bancarios de 458.621,4 Yuanes (equivalentes a 62.824 euros) a las cuentas que le indicaron. Presa del pánico, G. Shihua cedió y transfirió sus ahorros. ¿Tanto temor le tienen los chinos a sus policías o fiscales? ¿Cómo se comprende que los estafados caigan en este engaño aparentemente tan simple?
No todos los casos fueron tan fáciles, claro, porque varios ciudadanos pusieron denuncia y la policía china comprobó que la dirección IP de las ciberllamadas estaba ubicada en España. Posteriormente, gracias a la cooperación entre las policías española y china, se comprobó que la localización del teléfono se hallaba en Pozuelo de Alarcón, Madrid. Finalmente, el 13 de diciembre de 2016 Chang Yi Chen fue detenido por la Policía española in fraganti en el mismo centro operacional.
Por la investigación policial se supo que Chang Yi Chen era natural de Taiwán y que desde allí se formó, supuestamente, una mafia de extorsión a nivel internacional. Pero las investigaciones no han resuelto si esa trama era ‘voluntaria’ de sus miembros, o lo era a través de extorsiones internas y amenazas. Como se ve, hay demasiadas dudas sobre las mafias chinas, especialmente las que operan desde España, con un sistema muy similar al que vienen utilizando las mafias nigerianas al respecto.