De tontos e inútiles

Cristóbal Montoro. Foto:Moncloa

Suele dibujar en su rostro una sonrisa malévola y exhibe dientes de conejo antes de cada una de sus gracietas. Escoge a sus víctimas sin discriminar necesariamente entre compañeros y adversarios, basta con que le incomoden y el encararles sirva a sus histriónicos fines. Cristóbal Montoro arremetió contra el ministro de su mismo Gobierno José María Margallo diciendo que era rehén de su “arrogancia intelectual”. O en plan más genérico se ha lamentado alguna vez de su propia bancada “hay compañeros que se avergüenzan de lo que hemos hecho”.

Aunque, lógicamente, prefiere lanzar dardos contra los contrarios: “ustedes lo que tienen hacer es pagar los impuestos que deben”, le espetó a Izquierda Unida, o “aquí hay actores famosos que pagan sus impuestos fuera”, manera de responder a quienes reclaman la bajada del IVA cultural, porque además para el ministro de los dineros pagar una entrada a un cine o a un teatro es meramente consumir “entretenimiento”. El hombre iba dando vidilla a la aburrida política nacional.

Tenía menos gracia cuando expuso su teoría del palo y la zanahoria. Así intentó justificar la amnistía fiscal -les hago enormes rebajas en sus muchas deudas, les evito problemas judiciales, pero se regularizan con Hacienda- que tanto ha beneficiado a compañeros suyos del PP encarcelados o que andan enfrentándose a los tribunales por corrupción. Y suena casi peor cuando explota la teoría solo a medias y asegura que “deja las zanahorias para final de legislatura”, manera cínica y graciosilla de explicar que bajará impuestos o soltará dinero público antes de las elecciones para favorecer a determinados colectivos con la intención de que voten a su partido.

Ahora la ha vuelto a liar y bien gorda. Esta vez emitiendo fuego amigo contra la Guardia Civil y el Tribunal Supremo en plena batalla policial y judicial para detener y traer a España al enemigo público número uno, Carles Puigdemont. Las solemnes declaraciones del ministro de Hacienda negando que “un solo euro público” haya ido para financiar el referéndum separatista en Cataluña y al “procés” pueden ser definitivas para que la Audiencia Territorial alemana de Schleswig-Holsteinel deje finalmente al expresidente libre y sin posibilidad de que pueda ser juzgado nunca jamás y por delito alguno en España.

De momento los Jordis y los exconsellers no huidos y procesados por malversación de fondos ya están diciéndole al juez Pablo LLarena que hasta el mismísimo Gobierno español avala su inocencia.

Montoro puede tener muchas razones para defender su trabajo como controlador de las cuentas de la Generalitat. Algo parecido, aunque más prudente, dijo su presidente, Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados, defendiendo que ni un solo euro del Fondo de Liquidez Autonómica – ese parece el matiz- había ido a parar a la campaña del referéndum ilegal. Aunque el euro público en Cataluña circula por mas arterias que las del FLA. El ministro lo sabe y que, seguramente, por esa razón hace solo seis meses interpuso una denuncia ante la Fiscalía del Tribunal de Cuentas contra el Govern, Omnium Cultural y ANC por la “utilización de dinero público en un referéndum ilegal”. Aunque quizás uno y otro mienten o simplemente defienden su incapacidad para enterarse de lo que ha sucedido realmente con la financiación del “procés”.

Verdad o mentira el ministro tan ávido de titulares y de pendencias dialécticas bien hubiera hecho en investigar más allá de las apariencias contables. Aparte de respuestas parlamentarias más o menos prudentes el presidente bien podría haber puesto en marcha todos los instrumentos del Estado a su servicio para aclarar quién ha pagado y cómo la fiesta independentista.

Desde las urnas comprados a empresarios chinos a la residencia de Waterloo, pasando por papeletas, viajes, fianzas en los tribunales, defensas de los procesados, campaña publicitaria del referéndum, pagos a los “observadores” internacionales… Los independentistas han gastado y gastan en su campaña separatista enormes sumas de dinero y es un escándalo que nadie haya aclarado como los han financiado. Y el Estado sigue sin enterarse, salvo las aportaciones de la Guardia Civil que, al parecer, no se cree ni el propio Gobierno que les manda.

Los cabecillas de la revuelta independentista huidos jamás debieron pensar que tendrían tanta ayuda del Gobierno para escapar de la justicia. Seguramente muchos tendrán la misma sonrisa malévola habitual en Montoro al comprobar que el enemigo al que se enfrentan es totalmente inútil al seguir sus maniobras y desvelar sus manejos.

En Moncloa ni tan siquiera parecen capaces de elaborar una mínima estrategia o un simple argumentario para evitar que sus ministros hagan gracias y metan la pata con declaraciones inoportunas. Dan muchos titulares pero nos dejan muy preocupados.

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