El gran regulador

De los mismos productores de “de quién depende la Fiscalía General… pues eso”, llega ahora a sus pantallas “El gran regulador”. Este es el momento en el que los de izquierda nos retiramos avergonzados al rincón de pensar, a esperar que escampe.

Estimados reguladores (Banco de España, Comisión de los Mercados y la Competencia –que incluye Comisión Nacional de la energía y Comisión del Mercado de las telecomunicaciones-, Comisión del Mercado de Valores, Consejo de Seguridad Nuclear, AiREF, Autoridad Nacional de Protección de Datos y otras), dense por advertidos.

“Pedro, quien más ordena” ha decidido convocar al pueblo para que hagan, como expertos que son, un rápido análisis de la competencia bancaria, estudie ingeniería eléctrica y cosas así

A ver si lo entendéis: “Sin concurso del legislativo, sin ejecutivo, sin poder judicial y sin reguladores”. ¿Está claro o no está claro?

Todos vosotros, reguladores de pacotilla, habéis sido, de facto, destituidos, no sabéis que las nucleares son malvadas, que hubo un ciberataque e incluso un sabotaje, que hemos invertido sobradamente en renovables, que las energéticas no cobran lo que deben porque no sabéis organizar los precios, que no tenemos nada que decir sobre el uso de datos de una consulta pública y, menos aún, de invertir sin tener presupuestos.

¿Por qué creíais que quedabais exentos del silogismo de oro de la política española?: “El pueblo es quien más ordena, Pedro es el pueblo, luego Pedro es el que más ordena”. Premisas establecidas, razonamiento concluido y a otra cosa, el que no lo comprenda que vuelva al instituto.

La Unión Europea insistió mucho en la cosa de los reguladores independientes, cosa que tenía cierto sentido, toda vez que la liberalización de los 80 y 90 había terminado con los llamados monopolios naturales. Los socialistas se resistieron poco. De hecho, todos los organismos de regulación se crearon antes de Aznar.

Se resistieron un poco con la competencia: recuerden el momento de “alegre muchacho” de Cuevas, presidente de la patronal, preguntándole a Almunia por el asunto. Pero organizaron todas las demás que se convirtieron, por otra parte, en una excelente puerta giratoria.

Tiene, también, sentido que, si existe un monopolio natural, el gobierno a través de precios, normas o controles supervise el asunto. Por ejemplo, Red Eléctrica (SEPI) o Adif. Lo que no lo tiene es reputar de privados estos monopolios. La mejor muestra de que estos monopolios no son privados es que a Corredor le quedan dos días.

El Gobierno está realizando operaciones de intervención en los mercados, precisamente con el objeto de recuperar una parte del control cedido. La fallida operación PRISA, la participación más que económica en Telefónica, el control y ampliación de INDRA, la búsqueda de un campeón armamentístico, etcétera.

En este sentido, como dicen Page o Tomás Gómez últimamente, como han dicho antes destacados exdirigentes socialistas y otros que nos hemos encontrado en la “fachosfera”, ya tan grande como la estación de Atocha en los días de “Puente”, entiendan la ironía: esto no es socialdemocracia, es contagio populista.

Hasta los espías del CNI tienen más capacidad experta que los técnicos del regulador. Ustedes no se lo creen, yo tampoco.

Hasta la fecha, solo Trump había hecho pública su voluntad de sustituir a un regulador de las finanzas (el gobernador de la Reserva Federal, banquero central). La sustitución de reguladores por Comisiones por Sánchez formadas, para investigarse a sí mismo, tiene, exactamente, el mismo sentido.

En el caso del norteamericano la retórica es la de la economía, en el caso de Sánchez es la de ricos y pobres, puro populismo. Derrotadas en el Congreso, por razón de sus traidores aliados, la fiscalidad a las ricas eléctricas, la retórica de su riqueza requiere de la oportuna venganza: ha sustituido el análisis riguroso de lo que ocurrió el 28 de abril por puro relato.

Ni técnicos, ni reguladores: son ellos, los ricos, acompañados por las derechas, los que nos sabotean. Ver a un antiguo socialdemócrata recuperar la dialéctica de clases es conmovedor, si no fuere porque es el deterioro de lo público, el caos convertido en realidad cotidiana, es lo que se esconde tras la nueva parida de la máquina del relato que los cabezas de huevo de La Moncloa andan quemando, a base de ideícas perversas y tontadicas lesivas, es lo que manda. No pasa nada, Tezanos el certero dice que a más caos más votos gana el socialismo realmente existente.

Es la izquierda, incluido el PSOE, quien debiera mandar a parar. No lo hará. El Gobierno, quizá por primera vez, está perdiendo el relato. Simplemente porque está atrapado en el cinismo que produce la egolatría.

La consulta pública sobre la OPA del BBVA al Sabadell es una auténtica falacia a la que solo responderán las podemizadas bases socialistas, los hiperventilados catalanes y los grupos de presión de la “furia verde”. Por cierto, ¿hay alguien detrás de la Autoridad Española de la protección de datos que nos informe de qué va a hacer el Gobierno con los datos personales que pide?

El Gobierno ha abierto un debate energético, por otra parte, que no existía sobre la energía verde. La cuestión no es verde o nuclear (por cierto, algún día habrá que contar que en el primer Plan Energético –1979 -, PSOE y PCE estaban a favor de las nucleares). La cuestión es la inversión en la conexión fotovoltaica y un mix eléctrico suficiente. Pero dice el gran regulador que solo tal pensamiento es falta.

No nació para convertirse en referéndum la consulta pública. ¿Se imaginan una consulta pública sobre la independencia de Catalunya? ¿Por qué si vale para una OPA, no vale para otras cosas?

Esta es la gran pregunta: ¿Por qué no dimiten los reguladores? Ya está Pedro, el gran regulador.

 

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