El nulo peso de la calle y el fango de la discordia: 2025 llega con bunkerizacion a vida o muerte

Nos encontramos a las puertas del nuevo año y va comenzar con la misma inquina que el que termina. Los que avientan desechos y fangos, los que lanzan odios, los que viven de ellos, los injustos que borran datos de sus terminales para evadir la justicia, los genuflexos de todos los colores y condición que lamen de forma servil la suela del zapato de su amo, los que denuncian a ésos haciendo lo mismo con su otro amo, los que dividen, los que ladran, los cobardes que huyen de los afectados por las danas y los barros, los que mandan a fabricarse ‘danas domésticas’ a quienes les critican, los que siembran vientos sobre tempestades, todos… se preparan para una acción conjunta e inmisericorde en 2025, un go fuck yourself sin solución de continuidad.

El año nuevo va a comenzar con los mismos problemas indisolubles con los que termina 2024. En el año que termina tocaron a rebato, ahora tocan a degüello: no se hacen prisioneros, no habrá piedad para los ciudadanos, que tampoco la piden ni la esperan. A ese extremo han conducido unos y otros a una Nación que por fin buscaba la sensatez. Los españoles se resignan, pero se agrupan en banderías listos para afrontar el tenebroso futuro que unos políticos indecentes les han preparado.

El gobierno de Pedro Sánchez se bunkeriza. La pela es la pela, se escucha entre las bambalinas del poderío de los otrora indigentes. Nadie les ha dicho que los búnkeres no sirven para nada, que producen mortandad, pero que no frenan el avance de la historia. La debilidad parlamentaria de este gobierno frankenstein continuará en 2025, cada vez perderá más integridad y decencia en favor de un fugado de la justicia cuyo desquiciamiento personal se ha pasado plenamente al campo político y, de ahí, al social.

Los palmeros gubernamentales buscarán siete apoyos (número mágico donde los haya) a costa de lo que sea: desde reuniones públicas para ‘fotos para la historia’ frente a los lagos suizos, en Oslo (lo que sería ya el colmo) o en Waterloo, hasta, llegado el caso, accidentes cardiovasculares (o de otro tipo) de jueces y magistrados que no saben conducir(se). Quién sabe. En la España del odio y del fango todo es posible, todo puede madurar, como en Venezuela.

Y los palmeros cojos –es decir, aquellos con aparente cojera adquirida por posiciones corruptas del cuerpo- matarán, si es preciso –entiendan el símil en todo su esplendor- por no declamar sobre sus actividades aparentemente ilícitas y seguir disponiendo de un poder que nadie les ha otorgado.

Otros, los opositores, se rebozan en el mismo fango que el sanchismo. Las peleas en el barro han salido ya de la política y cruzado el perímetro de la Carrera de San Jerónimo. No hay políticas alternativas, sólo el ¡y tú más! y el acordarse escatológicamente de los parientes más próximos del enemigo de enfrente.

Y el cuarto poder… ¡ah, el cuarto poder! Una tómbola donde siempre algo toca: si no es una muñeca, es una pelota. Óscar López Noel se encarga de eso: 124 millones tienen la culpa de que los perros de la prensa sean (¿seamos?) cada vez más perros y menos prensa.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.