Al igual que en 1976, el PSOE sigue debatiéndose hoy, 41 años después, en un galimatías territorial que dificulta la gobernación de España. En 1976, los socialistas de Felipe González querían “el derecho de las regiones a la autodeterminación en el marco constitucional”, según consta en los archivos del PSOE que Pedro Sánchez abrió a los investigadores hace algo más de un año. Desde 1976 hasta hoy, los socialistas han pasado por defender la autodeterminación de las regiones a una España federal, pero sin concretar nunca en qué consistiría ese federalismo de nuevo cuño. Sus actuaciones al respecto han estado mediatizadas por la presión insostenible del PSC, el ‘socio’ del PSOE en Cataluña.
En 1976, cuando Adolfo Suárez sustituyó en la Presidencia del Gobierno al franquista Carlos Arias Navarro, el PSOE pasó de la “ruptura democrática” tras la desaparición de Franco a una “ruptura negociada” en respuesta a los primeros síntomas democráticos de Suárez. Sin embargo, tuvo dudas con la ley para la reforma política, un proyecto que no llevaría a una “situación constituyente verdaderamente democrática”, según ellos. Craso error. El PSOE advertía también que tal ruptura “no puede ser interpretada por nadie como un salto al vacío”, debido al “sobresalto y desconfianza” que generaba, según él, entre los españoles. El objetivo era “eliminar de la futura Constitución todo residuo oligárquico del régimen anterior”, pero, y he aquí el quid de la cuestión, se aceptaba entonces también “el derecho de las regiones a la autodeterminación en el marco constitucional”.
Así consta en los archivos del PSOE que el actual secretario general, Pedro Sánchez, abrió a los investigadores hace más de un año. Aunque esos ‘archivos secretos’ han sido convenientemente expurgados antes de su apertura, lo relativo a la estructura territorial de España es lo suficientemente elocuente como para determinar el grado de ‘cacao mental’ que los socialistas siempre han tenido respecto a la idea de la unidad de la nación española. De ahí que ahora Sánchez, emulando a quien realmente sembró las bases para que se produjera esta crisis en Cataluña, José Luis Rodríguez Zapatero, hable de una imposible “nación de naciones”.
Tarradellas felicitó a González en 1976
A lo largo del tiempo, los socialistas fueron cambiando sus postulados respecto al modelo territorial. Así, en 1979, aunque variaron algo respecto a la posición de la “autodeterminación”, aspecto que no se incluyó en la Constitución de 1978, el líder de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y último molt honorable president de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas, llegó a glosar así el “patriotismo” de González con Cataluña: “Los hombres como usted, que por unos deberes morales y por una posición ética son fieles a sus convicciones, merecen siempre mi consideración y estima”, le escribió Tarradellas a González en mayo de 1979, cuando éste había abandonado la dirección del Partido Socialista al no conseguir, en aquel XXVIII Congreso, que se eliminara el término “marxista”. El presidente de la Generalitat no se quedó ahí y le trasladó su “afectuosa estima por su comprensión y patriotismo para Cataluña y sus derechos”.
Hay que recordar que en aquellos tiempos se estaba formando la ‘sociedad’ del PSOE en Cataluña con el agrupamiento de numerosas fuerzas socialistas dispersas en lo que sería el PSC, la auténtica rémora del PSOE para tener una posición coherente en el tema constitucional.
1987: los socialistas catalanes quiere imponer la federalización del Estado
En 1987, en la segunda legislatura socialista y cuando el PSOE empezaba a perder votos en las regiones, los socialistas catalanes debatieron en su V Congreso una ponencia que propugnaba la federalización del Estado español, aunque «dentro del marco constitucional vigente». Esa resolución fue presentada al 31º Congreso del PSOE, convocado para 1988, pero desde el principio cosechó rechazos importantes: el más rotundo, el de uno de los padres de la Constitución, Gregorio Peces-Barba, y otro no menos importante fue el del propio Ministerio para las Administraciones Públicas que dirigía Joaquín Almunia, desde el que un portavoz afirmó que el federalismo “no es posible sin una reforma de la Constitución”. Y uno de los dirigentes del PSOE especialmente sensible a estas cuestiones, Enrique Múgica, sostuvo que era «prematuro» plantear la federalización de España.
La ponencia del PSC decía lo siguiente: «El modelo constitucional español está en una encrucijada y la gran cuestión es, en el fondo, si vamos hacia un modelo de Estado federal o bien hacia la pervivencia del modelo de Estado centralista con un nuevo tipo de gobiernos locales». Frente a esa disyuntiva, los socialistas catalanes apostaban por la adopción del modelo federal, por medio de la profundización del esquema autonómico actual.
El entonces secretario de organización del PSC, Josep Maria Sala (luego condenado en 2004 por corrupción dentro del sumario del caso Filesa, o financiación ilegal del PSOE), llegó a decir que “lo que nosotros proponemos es que la izquierda catalana y española adopten un modelo propio, contradictorio con el del nacionalismo conservador, sobre la configuración final del Estado de las autonomías que estamos construyendo. La política del nacionalismo conservador -Convergéncia i Unió (CiU), Partido Nacionalista Vasco (PNV), Partido Aragonés Regionalista (PAR) o Unión Valenciana (UV)- es un modelo de disgregación, un no-modelo».
La propuesta federalista, que es la que parece que asume ahora Pedro Sánchez, constaba de cuatro puntos:
1) Establecimiento de un statu quo competencial en materia legislativa entre las comunidades autónomas y el Estado.
2) Creación de fórmulas de participación institucional de las comunidades en las instituciones legislativas del Estado.
3) Competencia exclusiva de las comunidades autónomas en materia de Administración local.
4) Modelo de hacienda autonómica que respete la autonomía financiera de las comunidades. Pero, para ello, hay que reformar el Senado, lo que implica una reforma constitucional.
Frente a esa posición, el gran jurista y padre de la Constitución que fue Gregorio Peces-Barba, se opuso alegando que el federalismo «parte de la existencia de unos estados soberanos que se unen para hacer un estado unitario, mientras que en España sucede el caso contrario: no hay estados soberanos previos y, por tanto, carece de sentido hablar de movimiento federalista».
La crisis de 2012: Izquierda Socialista pide el estado federal
El 30 de septiembre de 2012, abierta en Cataluña la crisis institucional por el entonces no tan molt honorable president Artur Mas, y mientras el PSOE se debatía en una increíble crisis interna, la Coordinadora Federal de Izquierda Socialista aprobó por unanimidad una resolución en la que, ante la crisis institucional desatada en Cataluña en torno a la posibilidad de un referéndum por su independencia, señalaba ya abiertamente que “todos debemos ser conscientes de que el enfrentamiento entre la Generalitat y las instituciones del Estado puede ser de imprevisibles e incontrolables consecuencias políticas”. Es importante esta resolución de IS por tratarse del grupo situado más históricamente a la izquierda dentro del Partido Socialista.
En el punto 4 de su resolución, IS afirmaba que “los socialistas somos internacionalistas, y por ello no apoyamos al independentismo que postula la secesión de Cataluña del resto de España. Tanto el nacionalismo españolista como el nacionalismo catalanista comparten la tesis de que a toda nación ha de corresponderle un Estado, y a cada Estado una única nación. Por el contrario, desde planteamientos socialistas afirmamos que España es una nación de naciones, que su realidad es plurinacional. Cataluña, sin duda, es una nación y, por tanto, tiene derecho a la diferencia, pero este derecho no debe ni puede significar diferencia de derechos. Los hechos diferenciales de orden cultural, lingüístico, etc., jamás pueden justificar privilegios de derechos cívicos, sociales o económicos. Una proyecto federalista para el Estado español entronca con las propuestas federalistas para el futuro de la Unión Europea, así como con el espíritu federalista del municipalismo que desde el socialismo democrático defendemos”.
Esta posición de ‘nación de naciones’ es la que, grosso modo, postula ahora Pedro Sánchez. Es lo que le impide cerrar un pacto constitucional con el gobierno y es lo que podemiza a la ejecutiva socialista, que parece perecer ante el influjo electoral de los estalinistas de Pablo Iglesias y de Alberto Garzón.