Se pusieron de moda hace unos años cuando activistas anticorrupción los usaron para avergonzar a responsables políticos de la etapa corrupta, que aún continúa. Entonces yo tenía responsabilidad sindical y defendí que era una forma de protesta legítima (después los tribunales dijeron lo mismo) siempre que no hubiera agresiones, injurias y se usara para reprochar al político de turno su gestión.
Hoy han sido unos cientos de policías locales de Madrid los que lo han hecho contra el concejal de seguridad ciudadana y quienes antes lo aplaudían ahora lo repudian y los que antes decían que era un asunto casi filoterrorista ahora lo aplauden.
Escuché algunos adjetivos y comentarios basura de presuntos periodistas en su momento contra mí por decir que era una forma de lucha ciudadana como otra cualquiera si era pacífica. Y lo mantengo. Los policías municipales tienen el mismo derecho que otros ciudadanos a hacer escraches.
Dicho esto, ha sobrado algún golpe al coche y me dicen amigos que andaban por allí que algunos insultos como «rojos hijos de puta» han dejado en evidencia que había un trasfondo ideológico en la protesta más allá de una reivindicación profesional. Y eso no me extraña y es extralimitarse en el ejercicio del derecho a defender intereses laborales o a realizar una denuncia pública sobre cualquier gestión.
Los rojos tienen el mismo derecho y legitimidad que los fachas a gobernar y a tomar decisiones si los han votado para ello, y si por eso los policías los acosan deben ser apartados del cargo porque no están preparados para ser policías en democracia. Hagan escraches pero respeten las ideas políticas de toda la gente que ha votado al gobierno de Madrid.
[El pasado 16 de febrero, unos 300 policías municipales de Madrid acorralaron al concejal de Seguridad durante una protesta. El delegado, Javier Barbero, y el director general de la Policía Municipal tuvieron que resguardarse en un bar, y el coche en el que se marcharon fue zarandeado por los manifestantes que les hacían escrache…].