El 4 de junio la selección femenina de Euskadi se enfrentará a la española en un torneo de pelota vasca en el que participan también las selecciones masculinas. Más allá de la anécdota, es la primera vez que Euskadi se independiza de España, aunque sea en una competición deportiva. Hasta ahora, en un país en el que existen distintas selecciones deportivas, éstas nunca han competido contra el país común de todas, sino que lo han hecho unas contra otras y con unas reglas bien específicas.
Cuando se pone el ejemplo de fútbol británico para argumentar la existencia de distintas selecciones, ninguna de éstas juega contra el Reino Unido, pues las engloba y abarca a todas. En ese caso, además, para que un territorio tenga selección propia también debe tener su propia competición deportiva, es decir, su Liga específica con sus equipos autóctonos.
El oponerse a España como entidad foránea es el sueño húmedo de todos los separatistas y sus afines y esta Liga de las Naciones de la pelota vasca no es más que el comienzo de un camino a considerar Euskadi y España como realidades diferentes.
Se empieza a establecer esa diferenciación en un frontón y se acaba llevando a sus últimas consecuencias. No se trata de que Euskadi juegue al fútbol contra Costa Rica, como sucedió hace bien poco, porque el país centroamericano nada tiene que ver con nuestra política. Pero jugar, aunque sea a pelota vasca, contra España es otra cosa.
No nos extrañemos, pues, que lo de la federación de pelota sea usado como precedente y empiece ahora una escalada de peticiones cuyo objetivo no es el de potenciar el deporte, sino el ir estableciendo, mojón a mojón, el camino hacia la independencia total del País Vasco.