El 26 de junio los españoles han dado la victoria al PP, que sube 14 escaños con respecto al 20-D y se sitúa en 137, lo que acerca más a Mariano Rajoy a revalidar la presidencia del Gobierno. Por el contrario, el electorado ha rebajado su confianza en el socialista Pedro Sánchez, que pierde 5 escaños, aunque ha conseguido evitar in extremis el sorpasso de Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, que ya se veía como presidente en la Moncloa, ha fracasado en toda su estrategia política. Pero tampoco las cosas le han salido muy bien al ‘ciudadano’ Albert Rivera, que ha perdido nada menos que 400.000 votos y 8 escaños. Pese a estos desastres, nadie ha hablado hasta ahora de dimisión: todos se aferran al cargo.
Pese a todo, con esos resultados electorales la conjunción entre PP y Ciudadanos sumaría 169 diputados, lo que colocaría al popular Mariano Rajoy a sólo 7 escaños de la mayoría absoluta, cifrada en 176. Por el contrario, Pedro Sánchez ha visto alejarse inevitablemente el sillón de la Moncloa: sus 85 diputados (5 menos que el 20-D) más los 71 del conjunto de Podemos (prácticamente, los mismos que el 20-D, sumando los 2 que tuvo IU en esas elecciones), le deja en 156 escaños, a 20 de la mayoría absoluta. Sánchez sólo conseguiría sentarse en Moncloa firmando un acuerdo con Podemos (71) y con los independentistas catalanes de ERC (9) y CDC (8) y con los vascos del PNV (5 diputados). Es decir, con un total de cinco partidos, 3 de ellos claramente independentistas.
Las urnas han tenido que volver a hablar apenas seis meses después de las últimas elecciones, pero ahora los resultados han sido lo suficientemente distintos a los del 20-D como para que en estos momentos sea posible afrontar un gobierno con un mínimo de estabilidad. El PP de Rajoy ha recuperado 14 escaños y 700.000 votos que tenía perdidos, lo que le deja en 137 diputados en vez de los 123 que tuvo en diciembre. Estos resultados acallan las voces que venían pidiendo de forma soterrada la dimisión de Rajoy.
Por el contrario, el ‘ciudadano’ Albert Rivera ha demostrado que halló su techo electoral en diciembre pasado: ahora, el 26-J, ha perdido nada menos que 8 escaños y 391.000 votos, pérdida de la que Rivera culpa a la ‘campaña agresiva’ del PP, por un lado -que pidió el voto útil-, y a la ley electoral por otro. Rivera no habla de su dimisión por su fracaso electoral, pero esa misma noche, en su primera comparecencia frente a las cámaras, había perdido la sonrisa que permanentemente le acompaña y apareció con la cara tan crispada que anunciaba tormenta interna.
Por el lado de la izquierda, el PSOE de Pedro Sánchez ha conseguido evitar el sorpasso de Podemos, pero ha perdido 5 diputados y 120.000 votos respecto a las elecciones de diciembre, lo que ofrece un pésimo balance para Sánchez que deberá enfrentarse a un conflictivo Comité Federal y a un Congreso del partido en el que no parece que vaya a poder revalidar su liderazgo interno. Todo hace pensar que Sánchez saltará de la Secretaría General socialista, aunque su oponente, la andaluza Susana Díaz, viene con la munición gastada después de perder votos y escaños en estas elecciones en su feudo andaluz frente al PP comandado allí por José Manuel Moreno Bonilla (23 diputados ha obtenido el PP frente a 20 del PSOE andaluz).
Podemos: del sorpasso al tortazo electoral
Pero, sin duda, la gran sorpresa de estas elecciones ha sido el mal resultado obtenido por esa amalgama de fuerzas políticas y movimientos sociales que conforman lo que se ha dado en llamar Podemos: de nada ha servido el ‘Unidos Podemos’, que ha juntado a las fuerzas de Pablo Iglesias y de Alberto Garzón. En conjunto, se han quedado en 71 diputados; es decir, que no sólo no han sobrepasado al PSOE -no se ha llegado al famoso sorpasso-, sino que se han quedado con los mismos escaños que ambas fuerzas -Podemos e IU- obtuvieron por separado el pasado 20 de diciembre.
Pero lo peor para Iglesias y Garzón es la descomunal pérdida de votos. En conjunto, Podemos ha obtenido en esas elecciones del 26-J un total de cinco millones de votos. Pero en diciembre de 2015, sólo Podemos tuvo 5,2 millones de votos, mientras que IU por separado tuvo casi otro millón. Es decir, que ahora, aunque sólo fuera juntando los votos de diciembre y no ganar ni uno más que aquellos, la coalición debería haberse colocado en 6,1 millones de votos, un millón más que los que realmente ha obtenido. Estos significa que, como analizaban los expertos, el unir fuerzas no da como resultado automático el sumar votos.
En cuanto al resto de las fuerzas políticas, los independentistas catalanes se han quedado básicamente como estaban. ERC-CATSÍ se ha quedado con 9 diputados pero ha ganado 28.000 votos, mientras que Convergencia Democrática ha revalidado sus 8 escaños, aunque perdiendo 85.000 votos. Los nacionalistas del PNV han perdido un escaño y 16.000 votos, mientras que Bildu se mantiene con 2 escaños, pero también pierde 35.000 votos. La canaria Ana Oramas consigue revalidar su escaño.
El PP gana en casi toda España
Como dato relevante, el PP ha ganado en todas las comunidades autónomas, con la excepción de Cataluña y País Vasco. La gran sorpresa, como decíamos arriba, ha sido Andalucía, el feudo histórico socialista en el que el PSOE-A que dirige la presidenta andaluza, Susana Díaz, ha perdido las elecciones: 20 escaños para el PSOE (2 menos que en diciembre pasado) frente a 23 del PP (dos más que el 20-D). Pero en votos eso significa que el PSOE ha perdido 100.000 votos, los mismos que ha ganado el PP.
En cuanto a las provincias, el PP también ha ganado en todas menos en las provincias vascas y catalanas y en las andaluzas Jaén, Sevilla y Huelva, que ha perdido en votos frente al PSOE, aunque ha empatado a escaños con los socialistas.
En conjunto, estos resultado son especialmente buenos para Rajoy, que salió al filo de la medianoche electoral al balcón de la primera planta de la sede nacional del PP en Génova para expresar su máxima alegría por unos resultados que alejan de sí mismo el fantasma de las peticiones de dimisión. Tan exultante estaba Rajoy que se abrazó y besó a su mujer en los labios, algo que no acostumbra a hacer un Rajoy normalmente hierático.
Mientras, los miles de personas que abarrotaban las inmediaciones de la sede popular comenzaron a gritar: «¡Sí se puede! ¡Sí se puede!», en evidente burla al slogan de Podemos. Algo que a más de uno le recordó a aquel famoso cuplé cantando por Celia Gámez durante los años 40 del anterior siglo que decía: «¡Ya hemos pasao…!».