La endogamia política: así se siguen ‘colocando’ familiares en los centros de decisión

Maridos o mujeres, hermanos o primos, tíos y sobrinos… la endogamia política funciona a todo tren. Foto: Moncloa

Maridos o mujeres, hermanos o primos, tíos y sobrinos… la endogamia política funciona a todo tren. Foto: Moncloa

Cargos que pasan de padres a hijos y a hermanos, y eso sin contar con primos, tíos o compañeros. Parecía que la democracia iba a dejar atrás determinados males atávicos de los españoles, como la endogamia política, pero no hay tal. Las viejas actitudes se han apoderado hasta de los recién llegados, esos que dicen que «podemos… ser regeneracionistas» pero que, sin embargo, contratan a sus maridos -caso de Ada Colau en Barcelona- o a sus sobrinos políticos -caso de Manuela Carmena en Madrid- para sus nuevos chiringuitos. La actitud no es nueva, claro está, según demuestra un estudio realizado por Elsatiricon.com sólo en el Congreso de los Diputados. España no tiene memoria histórica, pero tiene aún menos propósito de la enmienda.

Dos medidas adoptadas por las alcaldesas de Madrid, Manuela Carmena, y de Barcelona, Ada Colau, han reabierto un debate que por lo que se ve nunca llegará a cerrarse: aquél sobre que el amo del chiringuito político hace con él lo que le viene en gana, y lo hace así porque ‘puede’, que para eso se lo ha ‘currao’.

En el caso de Madrid, Carmena ha contratado a Luis Cueto, marido de su sobrina, como responsable del gabinete de la alcaldesa, actividad que incluye las relaciones con otras instituciones públicas, el asesoramiento legal estratégico, el protocolo, la organización de actos oficiales, la promoción de Madrid en el exterior, la cooperación al desarrollo, gestionar los fondos europeos y las relaciones con la Oficina del Defensor del Pueblo. Ahí es nada.

Ada Colau, por su parte, ha contratado directamente a su actual pareja, Adrià Alemany, como representante de Relaciones Políticas e Institucionales de su partido, Barcelona en Comú (BComú), pero es que Alemany también ayudará al Gobierno en el Ayuntamiento barcelonés. De hecho, Alemany ya actuó el pasado 24 de junio como portavoz del gobierno municipal en una reunión mantenida con los grupos de la oposición para pactar el reparto de asesores, según han destacado los medios de comunicación. Y es que hasta para repartirse los puestos hay que reunirse, como ordena la antigua pero siempre vigente usanza.

En todo caso, lo de Carmena, Colau y muchos otros recién llegados no es más que una actitud que se viene manteniendo en España desde tiempos inmemoriales. Creíamos que podíamos acabar con el enchufismo y la endogamia, ese mal que secularmente hemos padecido en lugares estratégicos como la Iglesia, el gobierno, el ejército, la diplomacia o la política en sus diversas instituciones, pero no hay tal cosa: por ejemplo, desde el año 1977 -elecciones constituyentes- hasta hoy basta con una simple mirada en la lista de los 2.203 diputados que España son o han sido para detectar los lazos sanguíneos que se han venido dando en la política.

La familia es la familia, que diría el Padrino

Por poner un ejemplo: un caso parecido al de Colau pudiera ser -según dicen algunos- el de José María Aznar López, que primero colocó a su mujer, Ana Botella, en las listas municipales para el Ayuntamiento de Madrid para luego, merced al ‘mérito’ de Ruiz-Gallardón de dimitir como alcalde para ser nombrado ministro de Justicia por Rajoy, pasar a ser alcaldesa por sustitución… y por ser vos quien sos.

Pese a su evidente carga demagógica, no es completamente malo ese ejemplo de Botella, pero los lazos de parentesco son muy conocidos históricamente en todos los partidos políticos. Por ejemplo, podemos citar a las dos hermanas Isabel y Cristina Alberdi Alonso, porque ambas han sido diputadas y ambas en dos legislaturas. Además, Cristina fue ministra de Asuntos Sociales e Isabel tuvo diversos cargos de mandamás en el Partido Socialista de Madrid.

No han sido, desde luego, los únicos parientes en compartir escaño. Que se lo digan, por ejemplo, a los canarios Fernando y Óscar Bergasa Perdomo, que ambos fueron diputados: uno, Fernando, por la UCD y otro, Óscar, por el PSOE. Es verdad que han sido próceres por partidos distintos, pero así, claro, siempre se gana: todo queda en la familia, como sin duda les ha pasado al fallecido pero inolvidable Pío Cabanillas Gallas, preboste del ancien régime y luego de la UCD, y a su hijo, de nombre también Pío, que fue mucho_muchísimo con el PP más extremoderechoso de Aznar.

En esas estamos también, aunque en otra línea política, con los Bustelo García del Real, donde tanto monta Francisco como Carlota: ambos fueron del PSOE, ambos fueron diputados y ambos disfrutaron de grandes puestos y cargos políticos. La verdad es que los Calvo-Sotelo y los Bustelo -tanto en ramas separadas como en rama unida, algo así como la canela fina- han estado siempre presentes en la vida político-económica de este país, al menos desde el siglo XX.

Un ejemplo más próximo lo podemos encontrar en Víctor María Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín -como se ve, las ramas se van abriendo y engarzando hasta conformar apellidos kilométricos-, que ha sido diputado en tres legislaturas -amén de otros cargos- y que es hijo del ya fallecido Leopoldo Calvo-Sotelo Bustelo, quien sucedió a Suárez en la Presidencia del Gobierno y a quien le tocó pasar en su investidura por un intento de golpe de Estado que incluía un muy escatológico «se sienten, coño».

Padres, hijos, tíos… más familia que la de Don Corleone

En verdad que hay multitud de padres, hijos, hermanos, tíos, primos, sobrinos, cuñaaaaos y cuñaaaaas que han disfrutado -y siguen disfrutando- de los chiringuitos políticos -llamase así al lugar en donde se saborea la mamandurria del país-, muy especialmente de ese chiringuito tan grande que hay en la Carrera de San Jerónimo y que cada cuatro años concede asilo político -con membresía incluida- a 350 personas que dicen ser diputados. Ahora bien, para disfrutar, lo que se dice disfrutar, algunos familiares de familiares gozan como niños entre charcos de agua de ese otro chiringuito tan esotérico que el vulgo llama Senado y del que nadie sabe para qué sirven los conjuros que allí se verbalizan en sesiones plenarias.

Pongamos ejemplos de familias en la política: Gabriel e Ignacio Camuñas Solís (dos legislaturas cada uno); Francisco José y Miguel Ángel Fernández Ordóñez (no sólo diputados, sino altísimos cargos, como ministro varias veces, el primero, o ‘increíble’ [de no es posible que lo haya sido] gobernador del Banco de España, el segundo); Enrique Fernández-Miranda y Lozana, diputado en cuatro legislaturas, que de casta le viene al galgo; el ya fallecido Manuel Fraga Iribarne y sus retoños y sus cuñaos y sobrinos; el otrora feliz matrimonio -luego desvinculado el vínculo- entre Guillermo Gortázar Echeverría (tres veces diputado) y Pilar del Castillo (diputada, ministra y eurodiputada); el matrimonio aún feliz de Carme Chacón Piqueras (cuatro veces diputada y varias veces ministra) y el periodista de todas las pomadas rodríguezapaterianas Miguel Barroso.

En ese epígrafe podemos encuadrar los matrimonios primus inter pares, como el de los varias veces diputados y ministros socialistas Josep Borrell Fontelles y Cristina Narbona Ruiz, o el de Carlos Solchaga Catalán -el exministro de Felipe González que decía que en España se podía dar un pelotazo de la noche a la mañana, el sabría por qué- y Gloria Barba Bernabéu, que tanto tuvo que ver con el comercio exterior. O, en fin, los matrimonios de generación mixta o de cruce político, como el más actual del popular José María Lassalle y la socialista catalana Meritxell Batet.

Y eso sin hablar de los marchianos, botinianos y otras especies

La lista que estamos analizando -sólo en la política representativa, es decir, que no incluimos a banqueros, militares, religiosos u otros especímenes con muchísimo poder- es demasiado amplia, por lo que debemos ir acortándola. Pero sigamos brevemente con los hermanos. Por empezar por atrás en el tiempo, de los Rosón Pérez tuvimos a dos componentes -ambos ya fallecidos-: Juan José, que fue ministro de Interior y hombre muy importante en la transición y en la UCD, y su hermano Antonio, que disfrutó de los cargos que le correspondieron, o no.

De la familia Palacio del Valle-Lersundi tenemos al menos otros dos ejemplos: la ya fallecida Loyola y su hermana Ana, la cual además de diputada fue la ministra de Exteriores que defendió la guerra ilegal, inmoral e injusta de Estados Unidos y Gran Bretaña contra Irak; los hermanos Pin Arboledas, José Ramón, de UCD y la Democracia Cristiana, y Margarita, del PSOE; o, en fin, la familia Solana Madariaga, con el inimitable Luis, antiguo preboste de Telefónica y de otras cosas, y con el todopoderoso Javier, que por ser fue hasta secretario general de la OTAN. La lista es interminable, y eso que sólo estamos analizando el campo político-representativo.

Pasando al capítulo de padres e hijos, que también tiene su interés por aquello que dicen que «de casta le viene al galgo», de un luchador histórico antifranquista como Eduardo «Lalo» López Albizu salió un lehendakari vasco, Patxi López; de Javier Moscoso del Prado Muñoz, antiguo fiscal general y ministro y negociador con ETA y otras muchas más cosas, salió el socialista Juan Moscoso del Prado Hernández; del sindicalista que en Suresnes aupó por acción o por omisión al dúo González/Guerra en contra de los históricos del PSOE -decisión de la que luego se arrepintió muy mucho-, Nicolás Redondo Urbieta salió Nicolás Redondo Terreros, o, para terminar, de José María Ruiz Gallardón, uno de los alter ego de Fraga, salió…, bueno, en fin, salió un hijo que hasta fue alcalde de Madrid.

Hay otros grados de parentesco, claro está, como el que conforman Marcelino Oreja Aguirre y su sobrino Jaime Mayor Oreja, o ese parentesco de padre a hija del que disfrutó Leire Pajín Iraola…, pero éstas son ya otras historias.

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