Lo confieso: ignoro qué gurú, qué “paper” estratégico de los “cabezas de huevo” de la Moncloa, qué estudio sociodemográfico, qué sondeo de Tezanos “el certero” u otros han determinado que la madileñofobia le da votos a la izquierda. Ayer vivimos 24 horas alucinantes. La madrugada empezó con un documental en la que se hablaba de muertos en el Covid. Sorprendentemente, al parecer no había muertos fuera de Madrid.
La señora Maroto, que iba como una moto a ser alcaldesa de Madrid, por prescripción de quien puede quitarse ministros cuando quiera, y que se quedó en ridículo, saca la oportuna conclusión. No fue el Covid quién mató, los madrileños y madrileñas muertos fueron “asesinados”, al parecer por Ayuso que inoculaba, como asesina en serie, el virus a los que vivían en Residencias. Luego, cuando vio la querella en marcha, pidió disculpas en un texto que podría, por su sintaxis, haber sido mejor escrito por mis nieto y nieta de diez y once años.
Finalmente, el Gobierno veta a las fuerzas armadas a desfilar en Madrid el Dos de Mayo, cosa que se hace desde Leguina, con quien compartí escalera un tiempo y ahora, sospecho, comparto fachosfera.
Imagino que castigar a los madrileños y las madrileñas con patrañas, insultos y desprecios de esta naturaleza es cosa del ministro candidato y el PSOE madrileño. Al parecer el moderantismo de Gabilondo y el ocuparse de las cosas concretas de Juan Lobato, que añade a sus culpas de moderantismo el ser un traidor al venal fiscal del Estado, es la lectura que han hecho los socialistas sobre las oportunidades de acabar con la odiada Ayuso.
Miren ustedes. Ignoro si la señora Ayuso meterá la pata lo suficiente como para perder las próximas elecciones autonómicas, pero ya les adelanto que no será a golpe de madrileñofobia y de desafueros del tipo asesina, te prohíbe que honres a las fuerzas armadas o solo en Madrid mató el Covid son cosas que a la izquierda no le dan ni un voto.
No solo hay que recordar que ya lleva la señora ganando dos elecciones con discursos de ese tipo. Como he dicho aquí más de una vez, Ayuso solo debe preocuparse de no meter la pata. La izquierda no quiere gobernar Madrid y, por lo que observo, tampoco en otros sitios.
Yo me preguntaría, por un poner, cómo es posible, que tras el desastre de la Dana valenciana, Mazón sea absolutamente impopular, prescindible y cesable, pero el PP solo pierda tres escaños que, además, no gana el PSOE. A ver si me entienden, no serán los socialistas valencianos ni los gurús de la Moncloa: los que cesen a Mazón, serán Feijóo o serán los jueces.
Volviendo a la madrileñofobia compulsiva de las últimas veinticuatro horas, déjenme decirles un par de cosas. Al PSOE solo le queda en Madrid una televisión pública quebrada técnicamente, donde los populares no necesitan ir y si van es para chorrear a Fortes, se siente. Nadie institucionalmente hablará con los socialistas. Es política, camaradas.
Hay cosas que no se hacen así, y la gente de la izquierda madrileña lo sabe. Sabe, por cierto, que una vez ganó a Esperanza Aguirre y no gobernó, porque dos socialistas se vendieron: a llorar al maestro armero.
La identidad madrileña no se expresa tradicionalmente con radicalidades identitarias. Pero desde los Comuneros al Dos de Mayo, desde el antifranquismo a las reivindicaciones estudiantiles, madrileños y madrileñas han mostrado su resistencia a las presiones del poder de la corte.
En este caso, la corte, el que se identifica con las alfombras de amaranto, es Pedro, y todos los apóstoles que envía a la tierra infame a derrotar a la dueña de los dragones vienen con marchamo de entes a los que despreciar.
A ustedes les parecerá que hay mucha izquierda en Madrid. Cierto, siempre la hubo, pero nunca tuvo líderes desde que la ética de Tierno Galván y la estética de Leguina fueron sustituidos por el desprecio “catalanoandaluz” que imperó desde Felipe González. Madrid ha construido su venganza: ya no es un pueblo manchego del que se hablaba con desprecio.
No quiero hablar del asunto de la pandemia. Hasta ahora han hablado los jueces (ya van 62 sobreseimientos de causa). No tengo ningún problema en que los protocolos sean juzgados severamente en Madrid (supongo que en otros sitios también).
También, como se estudió y aquí se escribió, la densidad de población y las técnicas de movilidad cooperaban, en Madrid y Barcelona, especialmente, al Covid. Y las muertes, por población, son en Madrid muy similares al resto de las Comunidades.
Pero a la izquierda, da igual que sea el Covid o cualquier otra cosa, se ha dado a la madrileñofobia. Ustedes mismos; a los de izquierda nos molesta bastante que intervengan una Comunidad Autónoma el día de su celebración, mientras otras intervenciones son pecado de muerte.
Pues nada, dejad, camaradas que los espasmos de la Moncloa os lleven al desastre. La madrileñofobia, estimados camaradas, respetadísimos “cabezas de huevo” solo ayudan a Ayuso.