La patética impotencia de Artur Mas

Pues sí, ya estamos en el día siguiente… ¿Se ha roto España? De momento aún no. ¿Se romperá? Chi lo sà… O sea, que ni sí, ni no, sino todo lo contrario, lo que ocasiona su cuota parte de desconsuelo a separatistas y separadores. No sabemos quién es el autor del libreto de esta obra coral y multiescénica, una especie de síntesis entre la ópera bufa, el sainete madrileño, el culebrón televisivo y la commedia dell’arte al itálico modo, aderezado con cuarto y mitad de esperpento y unas gotitas de tragedia.

Desde hace año y medio, el casting ya estaba hecho. Y, repartidos los papeles, todo era cuestión de poner en escena el espectáculo de marras, en el que todos, presentes y ausentes del salón de plenos del Parlament de Catalunya, estuvieron en su papel. Los soberanistas de soberanistas; el resto de grupos en plan matizador de sus noes respectivos y, allá en La Moncloa, Mariano Rajoy Brey haciendo de Mariano Rajoy Brey, mientras que Pedro Sánchez, en plan de extra con frase larga, largándose un speech en plan hombre de Estado.

La jornada de ayer, por supuesto, tuvo sus ganadores, los insurgentes/insumisos/folloneros de la CUP, felices y contentos de la refrendada declaración por mayoría absoluta de 72 votos afirmativos (Junts pel Sí y la CUP). Y también, pase lo que pase en los siguientes episodios, sus beneficiarios latentes, los de Esquerra Republicana

Pero hay perdedores: la legalidad democrática (Estatuto y Constitución, por este orden) y, naturalmente, con aura de personaje tragicómico, el todavía Molt Honorable Artur Mas i Gavarró, presidente en funciones (mañana, tarde y noche) de la Generalitat. Porque lo malo del proceso soberanista es que no ha sido liderado por nadie. ¿Pero no estaba Mas al frente del pifostio? En imagen sí, pero sólo en plan muñeco parlante. Sólo ayer, en su discurso de investidura, que, en su caso, es lo mismo que decir en plan “sálvese quien pueda”, el president en funciones se puso al frente. Pero en defensa propia. Eso sí.

Pasó de largo sobre la escandalosa corrupción de Convergència Democràtica de Catalunya y no dijo ni pío sobre la Famiglia Pujol (familia que chanchullea unida, permanece unida; unida y rica). Eso sí, soltó dos brindis al sol en plan política social por aquello de bailarle el agua a los de la CUP, dando una imagen de patética impotencia. Artur Mas está de sobras amortizado tanto para sus consocios en la absurda aventura soberanista, como para bastantes militantes de Convergència y la inmensa mayoría de la clase empresarial catalana. Lo que ocurre que, lamentablemente, él no quiere darse por enterado.

Y, ahora, a la espera del segundo episodio de la serie…

Estrambote nada casual: hoy, 10 de noviembre, el día siguiente al quilombo soberanista catalán, la SER ha hecho públicos los datos contenidos en la comisión rogatoria que Andorra ha remitido a las autoridades españolas: Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito, durante 25 años movió en 10 cuentas del Principado 40 millones de euros. Dinero de ida y vuelta entre Jordi Jr. y sus hermanos, con escala en Suiza. No hace falta ser un genio de la deducción para inferir que el pressing gubernamental a los independentistas catalanes ni se ha esperado al venidero y obligado dictamen del Tribunal Constitucional. Eso sí, sin pausas y con PRISA.

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