La teta guiando al pueblo

Que no quede duda: el empoderamiento es necesario. Todos y todas los excluidos deben lograrlo. También es evidente que ese empoderamiento debe ser visible. Y si alguien debe empoderarse son las mujeres. Que un festival de Eurovisión sea el momento y la cosa es bastante dudoso, pero cada uno o una se empodera dónde quiere.

Por supuesto, el eurofestival se ha convertido en tierra de todas las tolerancias y empoderamientos. Desde territorio LGTBI al antirracismo, las compañías discográficas siempre dispuestas a que el mercado no se estropee, le dan a lo que haga falta.

Pero, finalmente, quien debía hablar, para sacarnos de la confusión, ha hablado: CC.OO de la televisión pública estatal, RTVE, ha afirmado que las numerosas irregularidades obligan a suspender el resultado del festival: el comunicado de la siempre portavoz de la clase obrera televisiva no aclara cuales son las irregularidades. Pero si el sindicato lo afirma, las hay, faltaría más. La prueba no es necesaria.

Entre otras, es muy denunciable que un jurado se atreva a llevarle la contraria a la vicepresidenta que, como buena galega, era de las Tanxugueiras o a una consejera autonómica que no es galega, pero sí multinacional.

Nada más natural y regular que ver a ministras o consejeras autonómicas recomendando el televoto en un festival, el principio de neutralidad no va con el empoderamiento. Que las bases del concurso fueran como eran, no es cortapisa: si no ganan los nuestros hay trampa. Que ardan las redes y se odie a la ganadora, una mujer que no es feminista ni canta en galego, carne de discográfica, con experiencia ganada vaya usted a saber cómo, intolerable.

Lo curioso es que, además de las chicas de las panderetas, cuya canción Terra habla en realidad de ir a una fiesta a tomar unas copas, el empoderamiento es ir “sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix”, sostiene la artista Rigoberta Bandini en su canción “¡Ay mamá!”.

Si ustedes buscan un modelo para empoderarse no sé si el cuadro de Delacroix es lo que buscan, duden conmigo, duden.

Hay muchas maneras de mirar un cuadro y no seré yo quien le quite a Rigoberta la idea. Pero las cosas son como son: en el pueblo de Delacroix no hay ninguna mujer.

Sí; hay una mujer central que esta empoderada porque, ni más ni menos, es la República, frente a la monarquía restaurada y más reaccionaria. Está empoderada porque es el poder; está empoderada porque es la Libertad.

Vale: el poder republicano y la libertad guían al pueblo, pero si ustedes miran al pueblo guiado no hay ni una sola mujer, estaban en su casa cocinando para los héroes. Una lectura clara del cuadro.

Es que el cuadro no es muy de revoluciones populares. Se refiere a la revuelta de 1830, una revolución burguesa: miren al señor del sombrero de copa, autorretrato de Delacroix, que fusil en mano representa a la burguesía urbana, buscando acabar con el rey restaurado.

En realidad, la teta más que guiar al pueblo, guía a unos señores cabreados. Señoras es que no hay.

Descontextualizar los mensajes de las obras de arte es lo que mejor que se hace en los tiempos actuales. Manejar a Delacroix como símbolo del cambio empoderador igual no es lo más recomendable. A las señoras de los harenes de Tánger, a las que el señor pintaba, les hará gracia.

Ya les dije aquí que las canciones del famoso festival de Benidorm no eran lo suficientemente buenas, suficientes malas o suficientemente raras como para ganar un festival.

También hay que decir que ver al politiquerío realmente existente, en pleno concurso, influir en un festival, simplemente consiste en un alarde de manipulación.

Si usted o yo mismo hubiéramos escrito aquí o en cualquier otra parte que no hay belleza sin tetas, es bastante probable que hubiéramos sido tildados de machistas. Si escribimos “esta noche hay fiesta”, difícilmente parecerá un verso demasiado creativo ni nuevo ni multinacional, lo nuevo quizá sean las panderetas.

Lo hemos conseguido, un festival, que apenas tiene que ver con la música POP ni en España ni en casi ninguna parte, absolutamente Kitch y extravagante, se ha convertido en una nueva fuente de polarización, movilizador de fuerzas políticas, ministras que no hablaban hace tiempo o sindicatos que no convocan un cabreo desde ni se sabe.

No es sorprendente; el cuadro que pintó Delacroix, cuyo estilo estimada Rigoberta era el de superhombre convertido en héroe, no se llamaba la Libertad guiando al pueblo, sino “La Barricada”, lamento las malas noticias.

Lo que era habitualmente una broma de final de mayo , el eurofestival, es hoy un tremendo follón. En fin, la teta guiando al pueblo es mejor que un gobierno o la bronca de Delacroix guiando al pueblo. Eso sí, si a usted le da igual, es que es facha, faltaría más.

 

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