La imparable ola de robos con gas narcótico anestésico en los chalets de las urbanizaciones de lujo de Marbella ha amargado el veraneo de sus inquilinos, algunos de ellos residentes fijos en la localidad malagueña. El atraco que más despertó la alarma policial fue el robo estimado en un millón de euros en la villa del príncipe Saud bin Abdullah Mohamed, perpetrado el pasado año. Los ladrones aprovecharon que salió a cenar la familia saudí, que había llegado esa misma tarde a Marbella, para arrancar la caja de caudales encastrada en la pared de una habitación y arramblar con su contenido en importantes joyas y relojes, así como elementos electrónicos y los seis pasaportes diplomáticos de la familia.
Aunque en esa ocasión se trataba de un robo perpetrado con métodos clásicos, fue la gota que colmó el vaso de la inquietud de numerosos vecinos marbellíes, víctimas de robos en sus viviendas con el método del gas adormecedor, algunos realizados a plena luz del día. En aquellas fechas, tres chalets de una misma urbanización fueron saqueados con ese método.
Ese método, generalmente utilizado durante la noche, consiste en introducir en la vivienda un gas narcótico o anestésico, por debajo de la puerta de entrada o de alguna ventana abierta, que hace perder el conocimiento a los habitantes de la vivienda y permite a los asaltadores romper las defensas y, sin necesidad de mayores violencias, desvalijarla mientras los propietarios duermen profundamente con toda tranquilidad. Tanta que, en ocasiones, además de las huellas propias de la búsqueda de objetos valiosos, las aturdidas víctimas encuentran en la cocina los restos de otro saqueo, éste más inocente, el del frigorífico y las sobras de frutas u otros alimentos consumidos durante el saqueo…
Hay constancia de una cincuentena de estos robos con gas en las últimas tres temporadas. Muchos de ellos, a súbditos extranjeros residentes en Marbella, como el sufrido por Anders Klerfelt: los cuatro miembros de su familia, así como su perro, fueron adormecidos por dicho gas y no despertaron del sopor inducido hasta la mañana siguiente.
Pero en ocasiones, como en el caso de la “vivienda número 41” –según la notación de los casos hecha por un grupo de vecinos–, el atraco sucedió a mediodía, cuando se encontraban en la vivienda cinco personas. Los ladrones introdujeron el gas, rompieron la reja de una ventana para entrar y se apoderaron de teléfonos, ordenadores, tarjetas de crédito, dinero, joyas…
Los ladrones parecen disponer de información detallada tanto sobre viviendas vacías como las ocupadas por una sola persona y aquéllas que, aunque habitadas por un grupo numeroso, prometen mayores botines. Es el caso de la “vivienda número 28”, habitada por siete personas; entre ellas dos bebés, en la que robaron dinero y joyas y de la que los ladrones salieron apresuradamente, pues el jardinero encontró en el jardín de la urbanización documentos personales de los propietarios de la vivienda que tiraron en su huida.
Los vecinos piensan que acaso los ladrones vivan entre ellos. Aunque en estas urbanizaciones son pocas las viviendas que se alquilan, siempre hay algunas en alquiler. Las sospechas vecinales surgieron a partir de un caso sucedido en la urbanización llamada Los Dragos, donde una vivienda estaba alquilada y habitada por varias personas extranjeras, hombres y mujeres, muy correctas pero que no se relacionaron nunca con los vecinos en el año largo que vivieron allí. De repente, un día desalojaron la casa apresuradamente, abandonando en la huida pasaportes y otros documentos, además de indumentaria y objetos de carácter personal, así como un coche y dos motos de alta gama en el aparcamiento, sin que se haya sabido más de ellos.
Mientras que las compañías de sistemas de seguridad hacen su agosto, los vecinos de estas urbanizaciones afectadas por los robos –Los Naranjos, Los Olivos, Torres de Aloha, Los Dragos, entre otras– se quejan de que no encuentran una respuesta contundente tanto de la Policía Nacional como del ayuntamiento marbellí. La prensa local tampoco parece muy interesada en informar del alarmante incremento de robos, no sólo de viviendas como a los que nos referimos sino callejeros a la luz del día…
Diríase que hay una especie de pacto tácito para evitar la trascendencia de las noticias, especialmente en un momento en el que los otrora poderosos jeques de las teocracias del golfo pérsico han cambiado su lugar de veraneo en Marbella por las playas del norte de Marruecos. Grupos de vecinos han mantenido entrevistas con diversas autoridades locales, pero, ante la ausencia de resultados y el escaso eco que encuentran para sus preocupaciones tanto en estas autoridades como en los medios de comunicación de la zona, iniciaron gestiones para llevar sus inquietudes directamente al Ministerio del Interior.
Una de las principales preocupaciones de este estado de cosas no es ya la pérdida de bienes, sino que el gas que utilizan los ladrones para neutralizar a las víctimas pueda causar alguna muerte, pues, como se ha dicho, en alguna de las viviendas atracadas había bebés y en otras personas de edad muy avanzada cuyas menores defensas las exponen a un desenlace fatal por efectos del narcóticos. Las fuerzas de seguridad llegaron a establecer un protocolo con el Hospital Comarcal Costa del Sol para remitirles inmediatamente las víctimas de robos con gas, así como comunicar a la policía los casos de pacientes que atiendan con estos síntomas.