Usted estaba pensando quien era ese amigo José que lo mismo le transportaba maletas en Barajas que le libraba a golpes políticos o dialécticos de sus enemigos… era José Luis Ábalos, al que Pedro echaba de menos, en su amistad, cariño y, probablemente, servicios.
Se han hecho públicos mensajes de wasap, tenemos entre los ministros y colegas de Sánchez, según dice el mismo, “una pájara”, quiere “que dejen de tocarle los cojones” gente como Emiliano García-Page. Pablo Iglesias es un necio (actúa con “estulticia”), a más de ser un “maltratador”. Ambos se despachaban con la ex líder del PSOE andaluz, Susana Díaz que, al parecer, habían conseguido que estuviera “muerta” en Andalucía.
Además, Lambán, en Aragón, y el expresidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, son una pandilla de hipócritas. El presidente parece que ‘quería marcarles por hipócritas’, “darles un toque”, “apretar” o “reprimir”. Pero, muy especialmente, Pedro echa de menos el cariño y amistad de Ábalos y califica de infundios las cosas que se dicen de Ábalos.
Los cabezas de huevo de La Moncloa han abierto un debate ético: la publicación de comentarios privados. En realidad, estos comentarios lo son con un presunto corrupto y, en consecuencia, tienen interés público, por lo que difícilmente la privacidad puede oponerse a la libertad de expresión.
Hay otros debates éticos de interés. Imaginen que su jefe de usted le dice a uno de sus compañeros que usted es un maltratador, le llama con frecuencia “pájara”, o le pide al amigo su muerte profesional y así sucesivamente: ¿estaríamos hablando de un acoso laboral que usted podría denunciar? Probablemente.
Tenemos, en realidad, un problema político de seguridad: la falta de discreción y protección de las conversaciones del presidente de nuestro Gobierno. Si los tenía Koldo, el factótum de Ábalos, porque no lo puede tener otro, o quizá los marroquíes, como en su momento se rumoreó.
Quizá tenga algo de utilidad ciudadana el conocimiento de esta conversación: tenemos un presidente bastante desquiciado, algo machista y notablemente ególatra.
Tenemos, también, una dirección política de país absolutamente carente de respuesta, de personalidad y, por qué no decirlo, de capacidad de recurrir a un partido domeñado por la autocracia de su secretario general. Quién sabe a quién le tocará mañana ser un “pájaro o pajará”, ser acusado de “maltratador” o cosas por el estilo.
Los wasap del presidente nos llevan a una reflexión especial: el carácter cutre de la marca España. Una marca que se ha deteriorado inexorablemente.
Fuera de todos los eventos internacionales desde hace meses, sin pintarla en la Unión Europea, desde el inicio de la última legislatura, a la ausencia de Notre Dame, el Vaticano, fuera de los debates sobre la energía o el gasto militar, aunque con apagones y fiascos públicos, se suman, como contagio, la incomodidad del liderazgo europeo por juntarse con alguien tocado por su falta de crédito personal cada vez más acusado y cuya egolatría ha trascendido de las fronteras.
La ausencia más notoria reciente es el no apuntarse a la denominada “coalición de los dispuestos”, quizá ni siquiera le han llamado. Francia, Alemania, Polonia, además del Reino Unido, con el conocimiento y apoyo de la Unión Europea, parecen dispuestos a estar presentes en la recuperación de Ucrania, con tropas en el terreno, a contribuir a la reconstrucción de Ucrania. España afirma que quizá, el día que haya paz, manda algún guardia civil de tráfico o algún instructor.
El país que fue de los primeros en apoyar a Ucrania y en castigar a los rusos ha desaparecido del panorama. Ya no estamos entre los dispuestos. La razón no es política; es simplemente aritmética: a los aliados no les gusta.
Las alianzas han determinado tanto el provenir del Gobierno que nadie espera que esto aguante hasta el final de legislatura. Los wasap del presidente revelan precisamente lo contrario: puede todo el mundo creer que es débil, que está irritado, que no aguanta a nadie: tienen razón. Pero, aunque sea él solo, aguantará. ¿Quién ha sustituido a Ábalos en el cariño y la amistad del enamorado?
Un día de estos estará un minuto sin respirar, porque los españoles y españolas no nos lo merecemos. Pero si hay que darle una pensión especial al personal de Cataluña, una jornada laboral distinta, no se sabe por qué, legalizar un uso irritante y despiadado del idioma, despreciar el ritmo de reflexión europeo sobre la malversación, se hace.
Si el pobre José, el amigo Ábalos, aguanta el sufrimiento, y a pesar de ser origen de las filtraciones es respetado, quizá como él dijo en el ABC, hace una semana, “si yo hablara de estos dos “(Pedro y Ella). O las empresas públicas se rebelan como colonizadas por amiguetes y los profesionales callan, si el partido guarda silencio…
En fin, ya sabemos quién ha elegido Pedro, entre los dispuestos y el amigo José.