Heridos por el asombro
Así, al decir de Shakespeare, se sentían las estrellas y los que veían a Hamlet: como “oyentes heridos por el asombro”. Entre ayer y hoy, así nos ha dejado la política española.
Así, al decir de Shakespeare, se sentían las estrellas y los que veían a Hamlet: como “oyentes heridos por el asombro”. Entre ayer y hoy, así nos ha dejado la política española.
Sánchez debía comparecer en el Senado, territorio comanche para él. Sabiendo que la cosa iba de amnistía y Koldo o de amnistía para Koldo que nunca se sabe, él y la izquierda necesitaban un “Pásalo” para distraer al personal y a eso se puso el presidente.
Aprobada la ley de amnistía, aunque todavía dará vueltas durante unos meses por los vericuetos legales, según Pedro Sánchez, su propulsor, “España será más fuerte” que antes, sin explicar de dónde sale esa fortaleza sobrevenida con más delincuentes en la calle.
Juan Berga me lo ha recordado, presumo que sin querer, con su artículo De la intoxicación al relato, de la verdad a lo verosímil. Él habla de 1979, la época del consenso y el desencanto, en la que había ruido de sables, por fuera, y casi bombas por dentro de la propia UCD, una coalición…
A lo largo de la vida, te encuentras haciendo muchas cosas diferentes a las 9 de la noche: mirar la televisión; leer un libro; tomando una copa en un pub; salir de un restaurante para ir al cine o al revés. Cuando tienes niños pequeños, las nueve en punto, generalmente, marcan el comienzo del precioso tiempo…
Corría 1979, la época del consenso y el desencanto; había ruido de sables y casi de bombas en la UCD. Quien podía mandar, me mandó y, apenas habiendo dejado una facultad de economía, me envió a un Centro Regional de RTVE a grabar uno de esos interminables programas que desgranaban las propuestas electorales.
Hasta los salvajes en sus montañas tenían leyes, decía Walter Scott en Ivanhoe, como recordarán ustedes de sus lecturas infantiles. Luego, la burguesía ilustrada con la mala, malísima intención, Marx lo dejó claro, de proteger los derechos de propiedad y el orden burgués, como todo el mundo sabe, inventó el Código Penal.