Abderramán no irá a la selectividad

Abderramán no irá a la selectividad. Pero no crean que se trata de racismo. Tampoco irán el hombre de Atapuerca ni los artistas de la cueva de Altamira. Ni celtas ni íberos. Tampoco los romanos, culpables de la mitad de nuestro diccionario y nuestra toponimia. Puesto que no estarán los visigodos, tampoco Don Pelayo ni quienes hicieron España.

Faltarán también los árabes, que durante ocho siglos dominaron España y son culpables de la otra mitad del diccionario y de la toponimia que dejaron libres los romanos.

No habrá judíos ni reyes de la reconquista. Isabel y Fernando no montarán juntos ni unificarán la península.

El imperio no existirá y, de paso, los bachilleres ignorarán nuestra relación con América, África o el Pacífico, convirtiendo a nuestros bachilleres en carne de lecturas ahistóricas de nuestros siglos.

Quizá, los que todavía estudien letras, sepan quienes fueron Cervantes, Quevedo o Góngora, pero nunca quien mandaba en la España a la que dieron gloria.

No conocerán mis nietos bachilleres “la más alta ocasión que vieron los siglos” donde perdió su mano Cervantes, ni por qué los catalanes odian a los Borbones, “desde Almansa, donde todo mal alcanza”.

Más aún, ignorarán que un alcalde de Móstoles declaró la guerra a los franceses, de qué héroes hablan esas placas que ilustran la Puerta del Sol, a quiénes pintó Goya y qué es ese “sitio” (de sitiar) del que hablan en Zaragoza.

En el último minuto parece que hemos salvado una parte de la filosofía. Así que los bachilleres quizá sepan quién fue Sócrates, pero no quien mandó matarlo, sabrán de Descartes, pero no tengo muy claro que deban saber quién fue Galileo.

Señoras, Señores, tomen nota: la historia de España empieza en 1812 con la Constitución de Cádiz. Todo lo anterior, lo que llena nuestras calles, plazas, los viejos caminos y los viejos romances, no será necesario conocerlo para ser universitario.

Es lo que hay. Lo han decidido los que pueden. Tenemos demasiada historia para aprenderla toda y lo contemporáneo es lo importante. Lo que importa no es la historia sino “los retos del mundo actual” o “el compromiso cívico” que antes se estudiaban en geografía o ética.

La cronología es una antigualla. Porque no importa qué fue primero si la tiranía o la democracia, porque solo lo último que suceda debe ser explicado.

Cierto. Nuestro bachillerato necesitaba ser pensado, el fracaso de las habilidades de nuestra muchachada era evidente. Pero sospecho que no es, precisamente, la historia la formación que debe ser cercenada.

No somos un pueblo complejo por haber sido designado por los cielos como seres difíciles, somos producto de esa historia sobre la que ahora queremos correr un velo de ignorancia.

Esa no es la ignorancia que nos iguala, es, precisamente, la ignorancia que nos condena a reflexionar, siempre, los unos contra los otros.

Abderramán, el tercero, como los anteriores, no irá a la selectividad. Fíjense la ironía: es lo que querían los de VOX que enviaron a un concejal de Cadrete, allí en Aragón, a cortar la cabeza de una estatua del califa árabe que, por cierto, más que árabe era familia de los reyes de Navarra, de los que tampoco nuestros bachilleres sabrán nada.

Los decretos que desarrollan los conocimientos de nuestros jóvenes futuros caen uno tras otro. Nos queda la selectividad que, puesto que el bachillerato cambia, cambiará también.

Queremos, dicen los profetas del nuevo conocimiento, que no haya desigualdad, por eso las notas no serán importantes. O sea que crecerá lo que se llama la educación en la sombra, es decir, las academias privadas que podrán pagarse los que más tengan.

Naturalmente, las reformas no han sido consensuadas. En consecuencia, los que vengan detrás volverán a cambiar las normas. Lo que es, es.

Estimadas y estimados, sean ustedes creyentes piadosos o laicos díscolos sepan que las torrijas vienen a ser postres de romanos. Sepan que los dulces que llenan los hornos estos días son los mismos que aquellos que en el ramadán hacían los árabes o remedaban los judíos. Incluso, que las tropas francesas nos trajeron alguna que otra sopa y alguna que otra botella.

O sea, que disfruten estos días de asueto y fiesta: al parecer, conmemoramos que alguien mató a alguien, hace un par de milenios, no importa quién, salvo que ustedes sean, todavía, de los que hacen crucigramas o viejos bachilleres, que de todo hay. Tengan una gran semana.

 

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