“Hermana yo te creo…”, pero si es de los nuestros, tendrás que esperar una década. Todas las chicas del negocio han salido a los medios, en realidad, mirando al techo, sabiéndose que tienen una notable responsabilidad política. Vaya por delante, que aquí se habla, en primer lugar, de las víctimas de cualquier depredador.
Conviene recordarlo en un país, muy progresista y en el que hemos atacado al patriarcado mejor que en cualquier otra parte del universo, incluida la tierra, en que cada cuatro días muere una mujer y a centenas de mujeres les pasa lo mismo que a una artista y con gente de toda clase y condición sean de izquierda, derecha o de nada.
Esto está empezando a ser tan intolerable como el viejo terrorismo. Si luego preguntan por qué hay gente que se acuerda de eso y de las víctimas, que sepan por qué. No es un comodín: no son los gritos, es la educación, es la denuncia, es el miedo al poderoso.
La igualdad es lo que siempre ha tenido: no depende sólo de quien sufre la desigualdad. Depende, también, de quienes ven al que sufre la desigualdad. Esos amigos y amigas que debieron notar que se había cerrado un pestillo, tras el que se producía un horror, debieron activar su empatía, a lo mejor de alguna hermana.
No es sorprendente que la muchacha acompañara a casa a su depredador. El perfil del maltratador suele ser así. A veces, te seduce con su encanto, otras con puro miedo, otras veces sicológicamente, es como si fuera un error. Lo explicaba bien Rita Maestre: el depredador puede ser “un buen novio”, se lo dirá cualquiera que conozca a un depredador.
Es duro denunciar, si vas a ser estigmatizada. Eso es lo que tenemos que atender los amigos y amigas. Igual somos nosotros y nosotras los que tenemos que denunciar o darle un “toque” al muchacho en cuestión.
Pero es más duro que todo eso preguntarse dónde estaban las hermanas. Las chicas de mis tiempos, se vigilaban. A ver si me explico; no eran pocas las veces que aquello de irse al baño, era para hablarse e identificar al “baboso”: las chicas hacían eso, a ver si se enteran de porqué… nosotros, los chicos, lo sabíamos.
Otra cosa es que ellas no lo contaran. A mí y un colega de la “uni” nos lo contaron una vez y tuvimos unas palabras con el señor de la leche. Les parecerá una tontería, pero ustedes tienen la misma memoria que yo.
La cuestión es, amigas y amigos, que estamos hablando del predicador de la corrección política. ¡Oh, cielos, el profeta del “woke” era un maltratador!
Pero hablamos de política, también. Aquí ya hice las preguntas que hacerse tras el asunto: ¿Quién supo que Errejón era prisionero del neoliberalismo y no lo liberó? ¿Por qué cosas con años de antigüedad se conocen ahora y quien medió para lograr silencios? ¿Quién reparará a las víctimas?
Tania Sánchez, siempre sincera, al modo de la vieja IU, algo se le ha debido quedar, lo explicó con claridad: lo sabíamos, “pero nos venía bien”. Las de Más Madrid, país o confederación o lo que ahora sean, afirman “no haber hecho lo suficiente”. O sea, que lo sabían.
Yolanda Díaz está de viaje, un día de estos vuelve y habla y será muy contundente no les quepa duda. Apuesto por “yo no lo hubiera nombrado nada si lo hubiera sabido”. Los muchachos de Sumar sostienen que es un “momento de catarsis” que todo aprovecha para el convento.
El Gobierno ya está sumamente débil, sólo tenemos unos empresarios de energía que se van. Un Gobernador del Banco de España, tan “woke” como cínico, sostiene que lo del impuesto a la banca cuando él era ministro era fetén, pero ahora no. El fantasma de Waterloo sostiene que no está para el “Estado” y los de Podemos que o rompe con Israel o no hay presupuestos.
En ese contexto, lo de Sumar se ha puesto muy malito y acrecienta la conocida debilidad del Gobierno. No sabemos quién ha sido ahora el que ha decidido que era el momento.
No creo, francamente, que sean los de Podemos los que han levantado la liebre. Apuesto por las chicas del grupo parlamentario o los propios conmilitones. Ni siquiera al PSOE le interesa la evidente dilución de la izquierda de verdad verdadera.
No, las cosas no van bien. Pero escuchen a las señoras de la izquierda de verdad verdadera y el socialismo realmente existente y concluyan: hay un déficit de sororidad.