Del encapuchado a la filtración: la culpa es de Militao

Cómo se le ocurre a Militao meter un gol. Motivo suficiente para que el encapuchado saque la faca y el sindicalista el guasap. Así no vamos a ninguna parte, que se sepa. Marca España. Unos jugadores del “equipo del pueblo”, cuyo entrenador es el más caro del universo, por cierto, negocian con unos violentos comandados por un encapuchado; RTVE suspende una oposición porque alguien (“supuestamente” de un sindicato -se sabe, pero no se dice-) ha filtrado el examen.

El entrenador del “equipo del pueblo” lo ha dejado claro: cabe colegir que si Militao no hubiera metido un gol y el portero al que le cantaban “muérete” no lo hubiera celebrado, par de provocadores, o si le hubieran permitido al encapuchado sacar la faca o a él -que es ducho argentino en conflictos- le hubieran permitido tocarse los testículos ante Florentino, nada de esto hubiera pasado.

Marca España, donde ética y estética, se han volatilizado en casi todos los ámbitos, sean políticos, sociales, deportivos o culturales. Es mucho más elegante, faltaría más, agarrarse los testículos, portar faca en un estadio, envilecer una oposición o inventarse cátedras que escribir un libro sin “negro” (así llamamos aquí, que no somos racistas) a los que escriben libros que firman otros, aprobar un examen sin trampas o no hacer favores a los compañeros sindicalistas.

Al fin y al cabo, Rinconete y Cortadillo siempre fueron más famosos que Doña Regenta; el patio de Monipodio más respetable que “Vetusta” y las cátedras de los que no son cátedros y cátedras, mejor atendidos por enjundiosos patrocinadores que un doctorando sin beca, bienes, ni empleo.

Y solemos ventilar el asunto con un “así somos”: legalizamos las trampas, la violencia legítima y el grito grosero, mientras desviamos la culpabilidad a otros. Se lo he dicho: la culpa es de Militao que marcó un gol y de Curtois que lo celebró, extranjeros como se sabe, y no como el Cholo, que es español desde que nació, como todo el mundo sabe y nunca haría cosas feas.

No crean que es casualidad que mezcle el espíritu canchero con la universidad. El tempo de la información (RTVE) con la picaresca. La mezcla es sólo un triste símbolo de lo que somos y fuimos: tierra de tramposos, desde que el godo Rodrigo abrió las puertas de Tarifa a unas pocas pateras para que sus ocupantes se vengaran de los nobles de su estirpe.

Al fin y al cabo, si se hacen trampas con los tipos bancarios, con los fondos europeos, con las concesiones administrativas y cosas de ésas, por qué preocuparnos de cosillas como Begoña, Koldo, el Hermano, Berni y de todos los que elegantemente les precedieron como la Gürtel hasta el “henmano” de Alfonso, donde empezó todo.

Por qué creer que la “superioridad moral” de los compañeros del sindicato que en aquella tele no hacen elecciones o en la otra contratan afiliación, en una practican la represalia o en las otras se encargan de despidos.

En unas los directivos votan en las elecciones a los sindicatos, en otras los sindicatos cesan a profesionales en cuanto pueden. Todo edificante y muy “de clase”, en los sindicatos cada vez más próximos a los directivos de toda corporación pública o gobierno.

La culpa no es nuestra, de los grandes directivos, tipo ilegales Cascajosa o de los nobles sindicatos. Siempre habrá un Militao que mete un gol cuando no debe, un portero al que no le gusta que le digan “muérete”, un negro que no le guste ser colgado en efigie en un puente y desata a los grupos de presión, apoyados por todo el que dirige algo.

Porque de esa va la cosa: de grupos de presión que lo mismo te destrozan una oposición que una grada. El que acepta y vive con esos grupos mafiosos es parte del problema y acabará pagando el pato. Será hoy o será mañana, pero Cerezo y Gil pagarán el pato, un pedazo de un campo de futbol se cerrará todo o en parte, algún sindicato será denunciado por opositores. Alguien crujirá a algún directivo o directiva.

Mientras, la Marca España suministrará trileros y trileras, expertos testiculares, sindicatos ofreciendo bagatelas, patrocinadores a la caza del apoyo público, a través del amigueo con “pichonas o pichones”, por un poner.

No soy optimista: se me diluyó el espíritu patrio ante tanto felón. Eso sí, sepan que esto es un “seudomedio” e igual algún sindicato se lo cuenta a algún ministro y me cierran el blog o algún encapuchado me apalea.

Nunca volveré a hablar de Begoña ni de “El Cholo” ni del enmascarado del Frente Atlético: ellos son el pueblo y yo un simple quejica. Abrazaré el dictamen del templo de la información (RTVE) y, por supuesto, negociaré con enmascarados… albricias, sí, es lo que se lleva ahora: la culpa es de Militao, país.

 

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