El cantor de Santa Cecilia interpreta “Dónde estará mi fango”

Siendo vísperas de Santa Cecilia, patrona de la música y los poetas, es normal que los más destacados intérpretes nos deleiten con sus obras más destacadas. Víctor de Aldama, también conocido como “el comisionista”, ha depuesto ante el instructor que le investiga en la Audiencia Nacional.

Su deposición ha incluido un magnífico canto que muy bien podría titularse “Dónde estará mi fango”, dado que ha venido a confirmar todos esos malvados bulos que los seudomedios de la “fachosfera” han ido publicando.

Ya lo dijo Víctor Jara: “Canto que fue valiente, siempre será canción nueva”, por mucho que sus estrofas hayan sido publicadas reiteradamente y desmentidas también reiteradamente, el canto de Aldama nos hace revivir el drama político.

Todas las risas sobre las fotos de Aldama con el enamorado se han helado; todas las amenazas de regeneración democrática contra los que no le ríen las gracias al dueño del Estado, todos los desmentidos han quedado, ahora, tocados de credibilidad.

El canto de Aldama ha corrido veloz como el rayo por la corte y las alfombras de amaranto han notado el “frufrú” del rumor. Ahora, tendremos que volver a desmentir, pero siempre habrá un papel del instructor diciendo que tiene un testimonio que lo contradice.

Por otro lado, tampoco puede acusarse a la extrema derecha. Además de que, ahora, Pedro ha encontrado nuevos mejores amigos en la fachosfera europea (Orban y Meloni), resulta que el cantor era de la peña progre de la transformación social de “Ella”, de los bolivarianos y los ministros hacedores de milagros pandémicos.

Cantó, cantó, tiró de la manta. Desde una foto ahora sometida a carta de agradecimientos, desde pelas en sobres a Koldo y, también, a Cerdán, en sobre y en una taberna –quizá ahora se entienda su paulatina desaparición de escena que ustedes, perspicaces, habrán notado, y su desaparición como candidatable en el próximo Congreso. Dice que el ministro Torres pidió mordida y que Koldo acumulaba.

Afirma que se reunió con “ella” y con Ribera (hay semanas que no está una para nada) para un proyecto para vaciar España, perdón quise decir para la España vaciada.

Sobre el viaje de Delcy en enero de 2020 a España y que generó una crisis dado que no podía acceder a suelo europeo, por sanciones comunitarias, sostiene el cantor que todos sabían que venía. Más allá, afirma “el comisionista” que la política venezolana habló el mismo día que aterrizó en Barajas con Sánchez, a través del teléfono de Ábalos.

Según Aldama, Sánchez y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, conocían el asunto y que Marlaska trajinó legalmente para que pudiera la señora venezolana pasar cinco horas en la sala VIP del aeropuerto, en la Terminal 1. Hay otras declaraciones jugosas sobre el asunto que tendrán reflejo inmediato en los medios (que seguirán siendo seudomedios, no les quepa duda).

También ha desvelado los sobres entregados y otras historias de reclamantes de comisiones.

Puede quizá imaginarse en algún caso que el señor De Aldama desea salir de prisión, quién no desearía abandonar ese trago, y que el canto es interesado. El socialismo realmente existente tiembla, igual el cantor crea coro y las cosas empiezan a complicarse. No imaginaban que las cosas llegarían tan lejos y ya ven. Hoy, que curioso, el señor Ábalos tenía “asuntos personales” que le impedían estar en el Congreso.

Los socialistas, enfrascados en una impresentable purria fiscal y en la defensa de Ribera, tendrán que dedicar unos días a este asunto, poner querellas y amenazar a medios y seudomedios con no publicar el asunto. Ya Óscar López se encarga de repartir unos milloncitos que tiene en el cajón para reptiles.

Qué martirio, dijo Santa Cecilia y se dicen en Ferraz. “¿Dónde estará mi fango?”, ha cantado De ldama toda vez que las noticias publicadas no han sido desmentidas.

No tengo especial interés en que Aldama tenga razón, así que todos serán presuntos –el problema de que sean inocentes o culpables es que ya no depende de su credibilidad-: ¡ah, pleitos tengas…!

El cantor de Santa Cecilia interpreta “Dónde estará mi fango” y la sensación de insuficiencia ética del Estado, lo público y los gestores de los relatos es cada vez más agobiante.

 

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