El Gobierno conocerá al catedrático onanista y usted robará los datos

Empecemos por el principio. La pornografía es un asunto del pasado, algo cutre y, en general, machista, aunque también forma parte de la libre elección de los adultos a su placer. No es menos cierto que limitar el acceso de los menores al porno es positivo en términos de educación, formación e igualdad.

Dicho esto, constatemos tres cosas. Uno, el absurdo de querer ser los primeros cuando la Unión Europea se estruja la funcionaria mollera para poner en marcha una herramienta legal, útil y que no fracase antes de 2027.

En segundo lugar, el ansia de la izquierda de verdad verdadera en la prohibición y la regulación conduce a inevitables fracasos.

Y, por último, como es conocido, en todos los campos la prohibición crea mercados negros, en este caso depredadores sexuales tendrían garantizado que sus víctimas serían siempre menores de edad.

Cuando se anunció por parte del ministerio correspondiente el asunto de la limitación del acceso infantil a la pornografía se nos dio una versión naif del asunto. Las máquinas reconocerían a los menores, la privacidad de los adultos quedaría garantizada y todos los agentes en presencia concurrirían con inusitada alegría a la regulación.

Pues no. No sólo era una explicación naif sino que el Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública ha lanzado un proyecto llamado “cartera Digital”, que en realidad es un pasaporte hacia la pornografía, que será imposible de compartir por las empresas que regulan el tráfico de internet. Alguna de ellas, el mítico señor de Tesla, por un poner, ha decidido ganar dinero con ello.

En el futuro, si acaso, ya llenaremos la carpetita con DNI, certificados de empadronamiento, títulos académicos y demás zarandajas. Ahora lo que es, es: comprobar la edad de una persona a la hora de usar servicios online en los que la mayoría de edad es importante y limitar administrativamente el ritmo de uso a los mayores, mediante un sistema de créditos. Sí, está diseñada para que los menores de edad no puedan acceder a las páginas web de contenido para adultos, pero dados sus riesgos es, simplemente, una amenaza para que los mayores no se atrevan.

Al parecer la herramienta no sólo es incompleta, sino que invade territorios que no debería invadir.

De momento sólo es útil para páginas alojadas en España. O sea que, como los “influencers” o casas de apuestas, pueden ir a emitir a Andorra o a Gibraltar.

En el futuro, nos prometen que esto no será así. Si ustedes no se lo creen, yo tampoco. Este tipo de controles de servicios, como se demuestra en el uso de los servicios de pago, los prime de Youtube, por ejemplo y compañía o Google en China, por un poner, se saltan con facilidad. Y sus hijos e hijas mejor que usted.

Además, esta aplicación no afectaría a otras aplicaciones como Only Fans, los grupos probados de WhatsApp o Telegram que es donde la gente joven consume estos contenidos. Es que el ministro esta mayor y no ha puesto oído al asunto.

Por cierto que un sistema parecido ya fracasó en el Reino Unido y los guardianes de la moral europeos ya están debatiendo si prohibir a los más jóvenes tener móvil. Más mercado negro.

El desarrollo de la aplicación por parte del gobierno no oculta, en el fondo, el verdadero problema de la herramienta: no sólo fallos de seguridad, o filtraciones de datos, sino la manipulación por el gobierno o criminales de la información. En un país donde fiscales filtran información o criminales se llevan datos de la DGT comprenderán que la herramienta es bastante vulnerable.

Se empezó diciendo que no se invadiría la intimidad y ya se habla de avisar a los usuarios cuando el límite de uso es alto. Se habló de privacidad y exime de responsabilidad de posibles filtraciones de datos o fallos de seguridad. Pero hay más problemas.

Se habla de confidencialidad, pero se reconoce que se pueden pedir credenciales de edad, ausencia de antecedentes de delitos sexuales e incluso la titulación universitaria del usuario, o sea todo muy discreto.

Sin duda ese es uno de los principales problemas: que haya una filtración de datos personales que exponga a los usuarios de esta aplicación.

El saber qué tipo de preferencias tendrán los usuarios en función de las webs que visiten es otra debilidad notable de la herramienta. Ningún Gobierno debería poder clasificar a las personas y, no hay garantías de que no se haga.

El Gobierno les regala a los ciberdelincuentes una herramienta estupenda, se queda con información ciudadana relevante y no ataca el problema real.

Quizá debiéramos pensar en darle alguna responsabilidad al marco educativo en lugar de soñar con meterse en la cama de la gente todos los días. Me temo que, si los datos del ministro son ciertos y siete de cada diez jóvenes consumen porno, el problema no está en la máquina ni en la película.

Eso sí, vistos los datos que va a haber en el pasaporte, el Gobierno conocerá al catedrático onanista y usted robará los datos. Qué salseo se nos viene, qué salseo.

 

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