El huido sale de compras

Dice Fuigdemont que “Sánchez no es de fiar”. Se equivoca, el presidente español es el más fiable de todos los políticos y políticas de la patria en sus prestaciones: nunca cumple. Y él lo sabe. El huido tiene una razón oculta y dos transparentes para formular la petición de que Sánchez proponga una Moción de Confianza.

La oculta es fácil de entender: se trata de presionar a los militantes de Esquerra que quieren romper con el PSOE y que el próximo fin de semana eligen a su secretario general. Junqueras necesita los votos de la corriente “Foc Nou”, que quedó en tercer lugar hace quince días y no puede presentarse a la elección.

Foc Nou” exige la ruptura con el PSOE: tanto el discurso para justificar la moción de Puigdemont, como los argumentos (amnistía, catalán en Europa, financiación o inmigración) son cuestiones sensibles para este grupo que no acaba de fiarse no ya de Sánchez como del president Illa.

Las otras dos razones son más pedestres en la comunicación política. Por un lado, el huido ha perdido espacio mediático. El acuerdo entre PSC y ERC le ha orillado a un espacio en Waterloo y Bruselas donde ya nadie le escucha, salvo sus conmilitones que viajan pesarosamente en peregrinación de vez en cuando. Quizá por eso Turull y Miriam Nogueras pueden comerle la tostada del partido cualquier día.

La influencia mediática y, de momento, electoral del partido ha decaído notablemente y con ella la del prócer fugado. Necesitamos sacar la patita, lo que no es bueno para Sánchez que, entre lío y lío, contaba con los favores ya hechos como capital para cerrar los presupuestos que garantizaran definitivamente la legislatura.

La segunda y transparente razón es que, como consecuencia, el capitán araña del independentismo tiene que salir de compras. Algo hay que darle a las mesnadas que se sienten huérfanas de posibilidades de independentismo. Incluso Pujol dijo que, en realidad, las posibilidades de independencia eran menos del 3%, él sabe de eso, y que había que pedir pelas.

La dramática cuestión es que, en el nuevo populismo que invade a la socialdemocracia, Illa viaja mucho a Madrid, pero ha preparado con Sánchez el asalto a la agenda independentista: lo de la no llegada de inmigrantes es un hecho, también el catalán se ha afirmado como única lengua y la amnistía, mientras los jueces aclaran un par de cosillas sobre la malversación, lo cierto es que se está aplicando a la mayor parte de los afectados.

Por cierto, y sin ánimo de molestar, los que estuvieron en la cárcel no parece que levanten mucho la voz para pedir amnistía. Que el huido siga por ahí fuera ya les viene bien. De hecho, sueñan, alguno de los suyos también, en que tenga que venir a España y lo detengan y procesen.

En ese contexto, la propuesta de Moción de Confianza es una propuesta trampa. Lo que hace Puigdemont es salir de compras, que hace mucho que no le saca nada a Sánchez.

Si hubiera, que no la habrá, Moción de Confianza, las huestes parlamentarias del huido votarán en contra con cualquier pretexto independentista o de corrupciones o de jueces fachas o cosas de ésas que tanto gustan a los hiperventilados.

Si no le dan algo nuevo de aquí a la Moción propuesta al Congreso, Sánchez se queda sin presupuestos. Esto son lentejas, le ha dicho a Pedro Sánchez, al que le da igual cien que ciento y, por lo tanto, algo concederá. Pedro tiene alguna dificultad: los del PNV han empezado a ponerse nerviosos, los de Podemos no perdonan, los de Sumar ven que no suman y cosas así.

Se nos viene una ronda general de hazañas progresistas y ahí es donde espera rascar algo el personal de Puigdemont, que lleva una temporada de ánimo bajo. Y si Junqueras gana, les irá todavía peor.

Ésa es la trampa en la que se ven Illa y Sánchez: si gana Junqueras, los de Junts se radicalizarán; si pierden, Illa se queda sin Gobierno. El problema del dilema del prisionero está encima de la mesa de los cabezas de huevo de la Moncloa. Lo que es, es.

Sí, Illa parece haber pacificado el patio, ha bajado el nivel de ruido, pero hacer, lo que se dice hacer, no hace otra cosa que aplicar políticas indepes. Los barones socialistas consiguieron añadir la multilateralidad y la singularidad al mismo tiempo, una hazaña semántica, Illa no ha dicho ni mu, porque, en realidad, eso no va con él

Estamos dando, bajo cuerda, beneficios a las empresas que se fueron para que regresen y si La Caixa quiere lujos y carguitos en Consejos de Administración a lo largo de España ya sabe lo que cuesta el negocio: volver a Catalunya, a cambio de que las pelas del impuesto a la banca se las lleve Illa. Sin La Caixa y con el Sabadell en la rampa de la desaparición, Cataluña no pillaría un euro.

O sea que todo va de trileros y nada es lo que parece. Por eso Fuigdemont sale de compras, algo le caerá.

 

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