Le tomo prestado el término a Rubén Amón: yo también me siento europatriota. Los europeos somos amantes de nuestro continente, pero cuando se trata de unificar el territorio ponemos muchos inconvenientes. En la UE, con 27 estados, es difícil llegar a acuerdos por consenso —siempre hay un Viktor Orban rompiendo las pelotas—, pero al final, de una manera u otra, las cosas van saliendo y no con poco acierto.
Ahora, un bruto nos quiere ningunear comportándose como lo que es, un traidor, tramposo y cobarde que ha convertido EEUU en un país traidor, tramposo y cobarde. Como bien dijo el senador francés Claude Malhuret, es la corte de Nerón y su bufón con ketamina.
Trump ha roto todos los moldes, para mal. Antes de él, nunca EEUU se había echado en brazos del enemigo abandonando a sus aliados y comportándose como una rata huyendo de la realidad e inventándose otra en la que Putin y él se reparten el mapa de Mercator como si esto fuera el juego del Risk: Tú te quedas con Ucrania hasta el Dombass, echamos a Zelenski y ponemos de presidente a un prorruso dócil como el bielorruso Lukashenko. Luego yo me quedo con Groenlandia, me deshago de la OTAN que tanto te molesta y de paso de la UE.
El problema con el majadero es que le pasa como a los muertos, el sufrimiento que producen lo padecemos los demás, ni el muerto ni el majadero se enteran. Este matón traidor cree que va a poder con todos, Hispanoamérica, Canadá, Gaza, Groenlandia, Panamá o México. Panamá es un chiste de país en todos los sentidos y se venderán por una buena tarjeta de crédito. México, muchísimo más grande, 127 millones de habitantes frente a los escasos 5 de Panamá, está desnortado desde AMLO como demuestran las imágenes de los crematorios de Sinaloa. Es un país subdesarrollado (ya no se puede decir gordo, así que menos aún subdesarrollado), con una economía dependiente 73% de EEUU y dirigido por una señora ideologizada que no parece entender nada.
El mundo se va a tripartir y en Europa debemos conseguir que nuestra presencia tenga peso. Pasado mañana, y es largo plazo, Xi Jinpeng, el más listo de esta triada, no reñirá con su súper amigui Putin, y a EEUU hace años que lo tiene cogido por donde duele: es el mayor tenedor de deuda pública estadounidense junto con Japón. Así que el tigre asiático sólo está esperando esa paz de chantaje en Ucrania para proceder a hacerse con Taiwan. Y si Trump se pusiera flamenco, simplemente China pondría a la venta masivamente sus bonos y el dólar se estamparía, la inflación USA se dispararía y los empresarios yanquis no podrían financiarse (al contrario que en Europa donde las empresas se financian vía créditos bancarios, en USA lo hacen con bonos del estado).
Junto a estos tres campeones de la democracia, Trump, Putin y Xi Jinping, queda el otro gran sátrapa, Mohammed bin Salman, el dictador saudí que presuntamente dio la orden de descuartizar al periodista Yamal Khashoggi y que, en este reparto del mundo, se hará cargo del oriente musulmán.
Así que solo quedamos los europeos para defender la decencia, el honor y la democracia. Es evidente que en China y en Arabia Saudí no hay democracia, pero no lo es menos que tampoco la hay en la Federación Rusa y que la de EEUU se ha convertido en un simulacro.
Europa tiene que defender los valores occidentales, al fin aquí los inventamos. Estamos del lado correcto de la coyuntura y de la historia, aunque para eso tengamos que armarnos hasta los dientes, pegar una palmada en la mesa y aliarnos con dos áreas buenas para golpear al tirano: Canadá, al fin la única monarquía en América y cuyo jefe de Estado es el rey Carlos III, y toda Hispanoamérica, menos los consabidos Maduro, Ortega y Díaz Canel y quién sabe si el escorpión Sheinbaum que, probablemente, acabará chupándole las güevas al gringo.
El negocio que Canadá pierda con EEUU por los aranceles lo puede recuperar en trading con nosotros: Europa siempre ha considerado a Canadá un hermano pequeño. Y España y Portugal tenemos lazos privilegiados con Hispanoamérica. Dentro de cuatro años, cuando Trump se vaya, si es que aguanta el mandato completo, las tornas habrán cambiado y ya no seremos más súbditos de un país que se ha mostrado rastrero y sin honor. Entre tanto, Gran Bretaña habrá vuelto a la Casa Común, la UE se habrá rearmado y la OTAN cambiará de nombre para que quede claro que yanquilandia no nos interesa por tramposos, desleales y cobardes.