La pasión según Trump (III): la incertidumbre

Ser o no ser, tardó dieciséis siglos Shakespeare en entenderlo. El Sábado Santo, a más de santo, es día soso, incierto y, además, rojo. El secretario de Comercio, que es un enredador y le caen mal los españoles, le ha contado al prócer que los españoles legalizaron al PCE, tal día como un Sábado Santo. Pasó hace 48 años, pero él se ha enterado ahora.

De inmediato, el aspirante a ser un dios ha llamado al secretario de Justicia: arréglalo, ordena. El secretario, acobardado, le ha dicho que no puede legislar en España y, menos, retrospectivamente. Santiago, sonríe desde su tumba, mientras acaricia su anaranjada peluca.

Donald ha dejado de respirar un minuto, el jefe de un imperio, un candidato a dios, no puede sufrir tamaña afrenta. Piensa en despedir al secretario, pero va a la mesa a por su rotulador y expulsa a los españoles que estudian allí: seguro que, entre ellos, listos y listas, hay algún liberal o rojo peligroso.

Siendo fecha incierta, con eclipses, dolor de madre, Longinos escondiendo la maldita lanza y gentes esperando lo que pueda pasar, el comercio detenido, se nos ha aparecido la señora Lagarde, que no es virgen ni cosas de ésas, sino odiosa banquera central, piensa Trump.

La maldita europea ha bajado los intereses, para depreciar el euro y compensar los aranceles, alegrar a los hipotecados y anunciar, orbi et orbi, que haga lo que haga Trump, ella tiene una máquina de billetes. “Whatever it takes”. (Lo que haga falta, que diría Mario). Billetes de los que ya se sugiere se convertirán en subvenciones europeas que gastará todo el mundo, menos los españoles, que nunca pasan de un tercio de lo que tienen y piden.

Esto deprime mucho al candidato a ser un dios. Si no eres dios no puedes cesar a un banquero central (Reserva Federal). Trump le pregunta al secretario del Tesoro: “¿Quién inventó la independencia de los banqueros?”. “Nosotros, presidente, responde el atribulado secretario”.

¿Y quién está en contra –el enemigo de mi enemigo es mi amigo-, pregunta Trump? Los comunistas españoles, responde el secretario, temiendo lo peor.

Trump hace entrar al predicador que le ha metido en el lío. O me garantizas que el domingo soy dios o te despido y llamo a la Fox. Hay que trabajar, presidente, dice el gurú religioso que lamenta no haber sido banquero central, sabiendo que llegará el lunes, mientras abandona la sala para predicar la resurrección de Trump convertido en dios, mientras un tipo vestido de indio pide que le firmen una amnistía.

Por el Dios de los que creen, que días lleva el prócer. Esto de “la pasión” está muy sobrevalorado, piensa, mientras de reojo ve la sonrisa de Melania. Y le dice, no te rías, que igual acabas en Éfeso en una cabaña.

Llega el secretario de Estado a darle nuevas, que no son buenas ni nuevas. Con Macron, regular; con los ucranianos, mal. “No es nuestra guerra. No la empezamos”, por una vez que no la hemos liado, que me besen el culo. Ya se sabe que a este ser superior le gusta que la laman las posaderas.

La Casa Blanca está dispuesta a abandonar sus intentos diplomáticos de negociar el fin de la guerra. No ha quedado claro si esto también significaría el fin de la asistencia militar estadounidense a Kiev. Yo también he aprendido a lavarme las manos, dice Trump, que, por cierto, pide vodka del que le envío su amigo Putin, naturalmente sin aranceles.

Sobre Pedro, dice Rubio para animarle, esta vez se ha portado bien, ha traicionado definitivamente a los saharauis y declarado la soberanía marroquí del Sahara.

Trump rumia la noticia, mueve la cabeza, en cuanto encuentre el teléfono traicionará a los marroquíes y venderá el Sahara a los chinos, susurra, volviendo a su dorado sepulcro en el reino MAGA, mientras el doble que le mandó Bukele finge su viaje al averno en un zulo palestino.

No; las cosas no van como a Él le gustarían. Los muchachos de su “pandi” se quejan de que no dejan de perder capital, mientras otros ganan. Trump pide la lista de los enriquecidos para mostrar que América es grande y alguien gana.

Y se lleva un chasco. Los que más ganan son dos chinos (TikTok y Hawuei) y el tocapelotas de Buffet que no es de la “pandi”. O sea, que por ahí tampoco. Hay semanas que no está uno para nada. Llama al Pentágono, por lo que más queráis, bombardead algo, que todo el mundo me ignora. Bombas sobre el Yemen. Los hutíes siempre serán una solución.

La chica romana que media entre todos los mediadores, una vez que Pedro y ZP ya no son los más queridos, ha recibido al enviado, que es como si Juan fuera a saludar a la virgen María en medio del dolor. Meloni se ha llevado un pequeño triunfo: Vance afirma que no habrá “muchos problemas” para lograr un pacto arancelario con Europa.

O sea, que nadie sabe, aún, cuáles serán los problemas, pero la tal Lagarde ya ha plantado una barrera con los intereses. Y si no eres un dios no puedes cesar a un banquero central. A ver si estos malditos europeos me la están jugando, susurra, volviendo al sepulcro el Gran Hombre, camino de ser un dios. Qué incertidumbre.

 

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