Carlos Mazón ha actuado como un cobarde y Pedro Sánchez como un mal déspota. Mazón porque, teniendo la información y la alerta roja de AEMET el martes por la mañana, no tuvo la frialdad ejecutiva necesaria para advertir a la población de la que se venía y pedir ayuda al ejército. Y Pedro Sánchez, con su frase Si quiere más ayuda, que la pida, se ha cubierto de porquería hasta la punta de los pelos. ¿Cómo que la pida? ¿Y si no quiere, no puede o no sabe, deja ud. que los muertos se acumulen? La obligación de ambos es entenderse instantáneamente ante algo así.
Como siempre, lo mejor, el pueblo, las gentes que se han lanzado a las calles a ayudar: he visto gente de Galicia, de León, de Extremadura, de Madrid y, por supuesto, miles de valencianos. Pero entre la gente trabajando en labores terroríficas de limpieza (bacterias, cadáveres, falta de maquinaria, falta de agua y comida), no han faltado oportunistas e insensatos.
Los generadores de bulos, vanidosos con Instagram y Tik tok apoyados por una barahúnda de seguidistas que sistemáticamente reposteaban cualquier cosa que llegara a sus móviles, a sus ojos o a su imaginación desaforada. Así, he leído de una mujer que apareció muerta en un maletero; de dos presas que reventaron; que en el parking de Bonaire se habían expedido 700 tickets (no hay tickets, es gratuito) que aún no habían sido validados; he oído a uno gritando que el ejército había sacado 800 cadáveres del aparcamiento cuando ni siquiera había entrado. He recibido avisos peregrinos como que Mercadona solo tenía stock de agua para 24 horas o que a un voluntario le amputaron una pierna por septicemia. Y los que repostean los bulos.
Un dato: en 36 horas, el servicio de emergencias recibió 70.000 llamadas reportando desapariciones. Solamente la gestión de esas llamadas es un problema logístico enorme. De esas 70.000 llamadas, 60.000 eran redundantes: o sea, tiktokers, wasaperos e instagramers se dedicaron en masa a empujar a la gente a llamar al 112. El resultado: por cada llamada original se produjeron seis llamadas eco con los mismos datos, llamadas que fueron atendidas igual que si fueran genuinas. No quiero ni imaginar lo que debieron ser las RRSS de Policía, Guardia Civil, UME y Protección Civil. Gracias por colapsar los servicios de emergencia en el momento justo en que debían estar más expeditos.
Otro grupo maravilloso es el de los periodistas que hemos dado lo mejor (en la sombra) y lo peor: las divas desplazadas “a las zonas cero”. Lamento decirlo así, pero ni Susana Grisso, ni Ana Pastor, ni Matías Prats, ni Ana Rosa Quintana son la noticia. Ellos son los que la transmiten, no sus protagonistas. Verlos pasear entre escombros, barro y damnificados, bien iluminados, bien peinados, con la ropa impoluta y cara de pena, ha sido sonrojante.
Insisto, un periodista nunca debe ser la noticia y la noticia tampoco es (o al menos, no sólo) la señora más gritona del barrio, el adolescente hormonado que reclama la justicia de X-Men o el hombre en shock que llora. Claro que el Óscar al Idiota Más Vanidoso se lo lleva Rubén Gisbert, excolaborador (ya lo ha despedido) de Iker Jiménez, que fue grabado manchándose de barro antes de entrar en directo.
Aunque lo peor de todo han sido y siguen siendo nuestros políticos: tenemos unos servicios de emergencia extraordinariamente bien preparados y somos capaces de mandarlos cargados de especialistas, perros, maquinaria pesada, alimentos y medicamentos a cualquier parte del mundo en 12 horas. Pero desde sus trincheras de caoba, nuestros gobernantes no han sido capaces de hacer lo mismo para nuestra gente. A Mazón, el cargo le ha quedado enorme; a Feijoo le siguen asesorando mal, pues hasta esta tragedia es motivo de guerra, y Sánchez ha demostrado que ese muro que construyó en su investidura es cada día más alto.
Sobre el rey, dice el gobierno que “Casa Real se empeñó y no era el momento oportuno”. Puede que no fuera oportuno que lo acompañaran Mazón y Sánchez, pero desde luego era el momento de ir a reconfortar a las víctimas. De hecho, fueron los reyes los que se quedaron a dar la cara; Sánchez y Mazón desaparecieron.
Esto pasará, como la pandemia, y habrá discursos de políticos, inauguraciones de placas conmemorativas por políticos, visitas a damnificados por políticos y ninguno tendrá la culpa, salvo el de enfrente. Y no saldremos mejores, bastante buenos somos ya con esta ralea de gobernantes.