Nadie sabe cómo ha sido: el morro singular ha venido

Nos viene una nueva desigualdad. Salvar al soldado Illa tiene un coste o quizá dos: poner pelas y tranquilizar a Puigdemont. “El robo español”, desde Felipe V hasta hoy, a Cataluña, requiere inmediata reparación. El orden de ambos retos es, aún, dudoso, Pero entendamos las cosas como son: la singularidad se nos viene, el morro singular nos ocupará los próximos meses.

Esto tiene dos fórmulas: o es unilateral, y por lo tanto irregular y hasta ilegal, o es multilateral. En este caso, les hago un “spoiler”: para irritación de Sánchez, saldrá ganando Ayuso.

A todo el mundo le parece un escándalo que los jueces lleven cinco años sin reformar su órgano de gobierno, pero que el sistema que administra el estado del bienestar, con la excepción de las pensiones (Educación, Sanidad y Bienestar social) lleve más de una década produciendo infrafinanciaciones varias no parece preocuparle a nadie. Por cierto, los que se quejan –el Gobierno catalán- no es de los infrafinanciados.

Dudo que el morro singular y otras medidas sean posibles, sin trampas constitucionales. El foralismo por la puerta de atrás y  algunas medidas adoptadas con los vascos requerirían cambios en la Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA) y no hay mayorías para esos cambios, da a fecha de hoy la impresión. Es lo que hay.

La nueva idea socialista para pasar el trágala y compensar –dejar margen de maniobra en el IVA– es cosa que depende de Europa que sostiene, con criterio fiscal razonable, que los impuestos de consumo desiguales perturban el mercado y la vida de la gente.

Empecemos por el principio: hasta la propia ERC ha reconocido que Catalunya está financiada en la media española, más o menos como Madrid. El discurso de que Catalunya es una comunidad mal financiada no se sostiene.

De hecho, el sistema vigente fue acordado con Zapatero precisamente porque mejoraba la situación de Catalunya sobre las demás. Cosa que sólo se paró, pero no redujo, con la crisis económica de hace una década, que desplomó los ingresos tributarios del Estado sobre los que se calcula la financiación.

La última liquidación del sistema de financiación autonómico (el sistema se liquida con dos años de retraso debido al IRPF) revela que las Comunidades infrafinanciadas (recursos por habitante, a nivel de competencias homogéneas, por debajo de la media) son: Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla-La Mancha.

Catalunya y Madrid tienen una financiación similar, más o menos en la media. Aunque siendo la población de Madrid superior y mayor su recaudación, lo que aporta en forma de solidaridad -fondo de nivelación-, lo que sobra de sus ingresos tributarios cedidos y propios, la Comunidad presidida por Ayuso es el 24% de sus ingresos tributarios, mientras Catalunya solo pone el 9% de los suyos.

Como imaginarán, si Catalunya se queda con el 100% de sus ingresos tributarios, ese 9% lo pondrán Madrid y Baleares. Siempre y cuando las medidas no sean multilaterales. El café para todos beneficiará a Madrid y Baleares. Si no son multilaterales, las Comunidades que gobierna el PP -junto a Castilla-La Mancha y Asturias-  difícilmente aceptarán una lógica que convierta en foral a Catalunya por la puerta de atrás.

El morro singular, en consecuencia, sugiere algún sistema opaco de mejorar la financiación catalana por la puerta de atrás. Por un poner, sobrefinanciar las competencias específicas catalanas, ajenas a las comúnmente transferidas, que se pagan no con el fondo de nivelación sino con el llamado fondo de suficiencia, cosa donde Ayuso también pilla.

Hablando de competencias propias, habrá que decir que resulta sorprendente que se haya ya acordado con los vascos pagar el 50% de los fondos de dependencia. Las competencias transferidas deben financiarse con recursos propios. Una vez roto este esquema no será difícil que el Gobierno catalán reciba fondos adicionales opacos o que lo pida, por un poner, la señora Ayuso.

La condonación de la deuda es un incentivo a la irresponsabilidad fiscal. Por una parte, por qué no endeudarse si el Gobierno del Estado asume la deuda y, en segundo, por qué tener superávit fiscal por si vienen malos tiempos, si el gobierno asume los costes de los malos tiempos.

La condonación catalana de 15.000 euros, el 20% de su deuda, supone 1.980 euros por habitante homogéneo (ciudadanos y ciudadanas que disfrutan de competencias comunes en todo el Estado). Eso supondría unos 88.000 millones de euros a escala estatal, cosa que rompería la Ley de estabilidad financiera.

A Andalucía le correspondería 16.000, a Valencia casi diez mil. Madrid no está endeudada con el FLA estatal (era la única que podía financiarse en los mercados), pero tendría derecho a condonación por valor de casi trece mil millones. Otro favor a Ayuso.

En tiempos de Montoro, un comité de expertos estudió una medida que, naturalmente, no preveía la condonación, sino la reestructuración de la deuda. Se trataba de ampliar sus plazos de devolución, siempre y cuando el coste en intereses fuera el equivalente al coste medio de la deuda pública española. Medida que ahora el PP pondrá encima de la mesa.

Desde cualquier punto de vista todos los acuerdos, desde la unilateralidad catalana hasta la condonación de deuda, hacen imposible un acuerdo de financiación autonómica. Quien lo firmó, lo sabe.

Lo que hoy se propone es un segundo rescate para Catalunya, en forma de condonación de deuda.

Hablo de segundo rescate porque, además del FLA (el Fondo de Liquidez Autonómico), Catalunya ha sido, desde la crisis financiera, la Comunidad con más recursos facilitados por el Estado: hasta 138.000 millones de euros, es decir el doble del FLA en distintos instrumentos de tesorería, pagos a proveedores e instrumentos de distinto tipo.

Dejar la Agencia Tributaria para la meseta, mientras la clientela del progresismo de verdad verdadero se queda con la gestión de impuestos; repartir la televisión pública o sus direcciones en función de quién vota a quien, hoy los trenes, mañana no se sabe, no contribuye a ningún federalismo sino a un cantonalismo tan ineficiente como ilegal.

La izquierda original fue jacobina en exceso, probablemente porque los burgueses de Burdeos eran federalistas. Siempre, desde fenicios a los atenienses, lo han sido los comerciantes que vivían cerca del mar, a diferencia de las agrícolas burguesías interiores.

Pero confederalizar un Estado, a golpe de ponerse en manos de sátrapas locales tiene poco o nada de progresista. Nadie sabe cómo ha sido, pero el morro singular ha venido.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.