Aunque en público nadie lo reconozca, en privado son varios los partidos políticos que contemplan el escenario de unas nuevas elecciones generales antes de tres meses.
La razón no solo radica en la difícil aritmética electoral para que saliese investido Pedro Sánchez, dada la incompatibilidad manifiesta de Pablo Iglesias y Albert Rivera para apoyar conjuntamente al primero. La única combinación posible sería la suma de PSOE, PNV y Podemos (es decir, todo el conjunto de distintas siglas, sensibilidades y agrupaciones regionales cobijadas bajo el paraguas electoral podemita, lo que no es sencillo) y la abstención de demás grupos radicales e independentistas. Un lío, por consiguiente.
El argumento más importante para unos nuevos comicios, no obstante, son las encuestas secretas que manejan diferentes partidos. En un escenario tan cambiante como el actual, el inevitable desplome del PP a causa de la corrupción haría ganar votos a todos los demás partidos a costa suya. Tanto es así, que el PSOE, hasta hace poco en los registros electorales más bajos de su historia, podría superar de largo al Partido Popular en una nueva consulta en las urnas.
En tales circunstancias, Pedro Sánchez tendría más fácil gobernar con apoyos de izquierda o derecha sin necesidad de complicidad alguna por parte de los separatistas.
Tan espantados están algunos dirigentes del PP ante esta eventualidad, que en secreto ya están maniobrando para que Mariano Rajoy haga mutis por el foro de una vez y su partido permita así la gobernabilidad del PSOE y Ciudadanos antes de que unas nuevas elecciones le lleven a la misma situación, pero dejando al PP definitivamente fuera del mapa.