Patxi López

Cuando somos pequeños, a los listos se les nota mucho; pero a medida que vamos envejeciendo se cumple aquello de que Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo y los tontos conseguimos camuflarnos entre los listos. Con el tiempo, aprendemos frases, palabras inusuales, respuestas ingeniosas (ajenas), impostamos la voz, miramos con suficiencia y aparentamos ser más listos de lo que somos.

Este comportamiento es usual y normal, pero como en toda actividad humana, hay verdaderos maestros del camuflaje inteligentil y cuando uno cree que han llegado a su máximo nivel de incompetencia, según los estándares de Peter y su principio, ascienden aún más y se convierten en superincompetentes.

Peter dice que el problema es que los distintos cargos y puestos se van llenando de incompetentes hasta que toda la organización se vuelve incompetente por sí misma y empieza a dar bandazos, definir malas estrategias, ponerlas en práctica que todavía es peor, y convencerse de que la culpa es de otro. Mucho de eso hay en la clase política de España y, hoy, especialmente en el gobierno.

Uno de los problemas de los incompetentes es que nunca saben qué hacer o qué decir, así que se limitan a seguir las indicaciones del incompetente superior más cercano. Es como el poste de telégrafos en que el pájaro de más arriba se caga en los dos que están debajo, estos en los de la tercera fila y así sucesivamente hasta que un montón de guano acumulado empieza a subir.

Como estamos viendo desde hace varios años, aquí y allá saltan problemas que demuestran la incompetencia del gobierno en bloque e individualmente. No las enumero porque se me acabaría la columna de tres semanas. Fallos como el apagón, la respuesta a la DANA, al volcán de La Palma (siguen esperando más de 100 millones prometidos, con Puerto Naos y La Bombilla cerradas por gases tóxicos y más de 150 familias viviendo en precario tres años después), los trenes que se estropean por toda España, la mal atendida Asistencia Primaria por falta de personal, los problemas en la red vial de autovías, la inexistencia en 35 hospitales españoles de los medicamentos más eficaces contra el cáncer que sí están disponibles en otros, la indigencia en los aeropuertos.

Lo curioso es que se han incrementado los presupuestos correspondientes, si bien es verdad también que los presupuestos, por más que se incrementen, son apenas nada. Un ejemplo: nuestro dilecto ministro de Transportes ha “aumentado” en 49 millones el presupuesto de mantenimiento de autovías, pero los técnicos señalan un Déficit de Mantenimiento de 10.000 millones de euros. Los de la red ferroviaria cifran ese Déficit de Mantenimiento en 12.000 millones.

La conclusión a la que llego no puede ser otra que la de Peter: un montón de incompetentes esperando ser superincompetentes han convertido la parte pública del Estado en una maquinaria de incompetencia. El estado se deshilacha, un socavón aquí, el robo de tres kms. de cobre allá, autovías con la iluminación apagada, centros de salud cerrados (en 2025 hay menos que hace 10 años).

El incompetente, por pura definición, es pelota. Y para quedar bien con los superincompetentes hace cosas raras que él cree adecuadas, como enchufar al hermano del jefe y a las amantes del vicejefe, o filtrar a la prensa cositas secretas siendo uno de los obligados por la Ley a callarse.

O hacer de portavoz heráldico y bravucón de todas las excusas de mal pagador que al jefe se le ocurren, como echar la culpa de que la gente votara a Israel en Eurovisión primero al PP y luego, tachín tachín, a un cibertaque del Mossad. Cada vez más Relato y menos Realidad porque seguro que no tuvo nada que ver que los incompetentes pusieran una cartela defendiendo a Palestina, tras advertirles la Unión Europea de Radiodifusión que nada de comentarios políticos durante la retransmisión.

Por listo y lista que sean los habitantes de Monclovia, están rodeados de tal muchedumbre de gañanes que es imposible que se libren del montón de mierda que se va acumulando desde la base de los pájaros y que ya llega hasta el que está en la cúspide. Da igual que suelten a los Óscares y al patán de Patxi López, perdón, presunto patán, a convencernos de que España no está desnuda y si lo está es cosa del PP.

 

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