No me gustan los extremos porque es fácil que acaben sesgándote con sus análisis populistas y, sin darte cuenta, te encuentres defendiendo una trinchera cuando solo querías pasear por el campo. Podemos, la Izquierda Unida Refurbished hoy llamada Sumar, los indepes y Vox no me gustan. Si por mí fuera, los prohibiría a todos y apostaría, de una vez, por un bipartidismo lo más completo que se pueda.
Podemos, Vox y Sumar son excrecencias del sistema, partidos que nacen de la rabia o la envidia pero nunca de la inteligencia política. Podemos y Sumar, nuestros woke trasnochados, no tienen identidad ni historia y su sustento ideológico es Lo que diga Laclau, lo cual resulta tan pobre como patético. (Y eso que en Europa los woke a lo menos saben algo de historia: tendríais que leer las cosas que dicen los woke estadounidenses, canadienses o latinos. Es pa’ mear y no echar gota).
Podemos y SumaCero se dirigen al amplio grupo poblacional de los cabreados a partir de los 14 años. Su sistema es tan simple como la inteligencia de los niñatos que derraman pintura sobre un sarcófago de hace 3000 años o salsa de tomate sobre un cuadro de Turner, pero han encontrado una ayuda adicional -igual que Vox, Alvise et al- en la fragmentación sociológica por vía de estupidez. Es un sistema tonto: encuentras un subgrupo dentro de un subgrupo, le das un nombre acabado en -fobia/-fobo y ya puedes montar partido. Por ejemplo, diga usted que los hijos y sobrinos de la Vicebarbie se sienten señalados y marginados porque ellos son más listos que su tía. Buscas una palabra bombástica, listofobia y envías a Belarra y a Echenique a esparcirla por doquier. “Sumar es listófoba y Podemos no lo va a permitir. Por la igualdad intelectual de todas, todes y todos, cancelemos a los listófobos”.
El caso de Vox es obvio: nació de la derechita cobarde que los refrenaba y Alvise nació de un pedo de Abascal. Éstos ni siquiera tienen que inventar algún terminófobo, basta con cagarse en los surdos boludos en los renglones impares y meter en los renglones pares la inmigración ilegal.
La cosa es que al final, Vox, Alvise, BarbieSumar y Podemos son la misma mierda: tiranuelos deseosos de cortarnos o libertades o derechos. La ultraizquierda quiere a toda costa matar cualquier rasgo de libertad e individualidad: su envidia y su cochambre mental no aceptan otra cosa; Vox, Alvise y la ultraderecha sólo quieren acabar con los derechos sociales más obvios, sanidad, educación, pensiones. Y luego están los indepes, partidos sin cerebro ni ideología, sólo rabia, rencor y resentimiento contra quienes les hemos dado de comer durante más de 500 años.
Yo los prohibiría a todos de raíz.
– Oiga, que no puede prohibir una idea.
No prohíbo una idea, sólo su conversión en partido político en pie de igualdad con los demócratas mainstreamers. Y diré más: muerto el perro, se acabó la rabia.
Ahora PSOE y PP han llegado a un acuerdo sobre el CGPJ (por cierto menuda panda de HDLGP: han tenido cinco años para llegar a un acuerdo sensato y lo han encontrado en la prórroga, en un ridículo paneuropeo televisado y con un ultimátum de Sánchez a punto de expirar) y, por supuesto, Vox, Podemos y los energúmenos catalanes han saltado como fieras contra el acuerdo, pero pinchan en hueso: ellos, los más demócratas entre los demócratas, los adalides de las mayorías parlamentarias y el sursum corda, no les va a quedar más narices que aceptar la losa inapelable de las matemáticas: el 73% del Congreso es una mayoría muy cualificada, más grande que todas las mayorías frankenstein que llevan armando desde 2015. A ver, en castellano antiguo que es lo único que estos oligofrénicos entienden: una peineta erecta y grande como 257 diputados.
No creo que nada cambie sustancialmente, pero si los jueces ya pueden avanzar sin estar pendientes de ascensos retenidos durante años y, además, se pueden elegir entre ellos en parte, pues miel sobre hojuelas. Y el resto de majaderos que siga dando la matraca.