Quien tiene un amigo, tiene un espía

Isabel del alma mía, muy estimado Pablo: Espero que al recibo de la presente os encontréis bien. Me atrevo a distraeros de vuestras ocupaciones abundantes. Es decir, cómo sobrevivir a este lío. Quizá sea la última vez que pueda escribiros a ambos a la vez.

“Mal rayo me parta, si en acabando esta carta no pagan caros sus gritos” esos malvados que dicen que este pueblo es muy pequeño para los dos.

Yo te entiendo Pablo. QuiÉn no ha pensado alguna vez: tendría que echar a esta chica de casa. Pero qué poca elegancia Pablo, qué poca elegancia: recurrir a un detective, de esos que apenas se duchan, viven en coches y hacen fotos escabrosas.

Yo fui expulsado una vez, pero al menos me llevaron a un hotel de cinco estrellas, me contaron, junto a mis conmilitones, las verdades del socialismo de verdad verdadero, hube de abandonar elegantemente una sala; fíjate si sería elegante que hasta la señora que vivía conmigo votó mi expulsión. Pero, un espía, Pablo, contratado por Carromero encima, en qué manual de estilo has leído eso.

Isabel del alma mía, tú que en llegando a Sol pusiste en tu puerta ese cartel: aquí está Isabel Ayuso la reina de la libertad, para que “tu memoria y tu gloria pudiera ser juzgada” por tal anuncio. Igual se te fue la mano. ¡Ah! Que malo es el pecado de soberbia.

Cierto es que el príncipe de tus asesores no conoce la palabra humildad, pero un poquito de “colegueo”, como diciendo no soy tan fantástica como parezco, nunca viene mal en política.

No te molestaré esta mañana con asuntos de contratos y comisiones, es cosa de contables que no son para viernes, y los viernes el jefe de la Clicktertulia, Don Juan Ignacio Ocaña, nos tiene dicho que pocas cosas sesudas.

Pero deberías buscarte alguno que explicara que pasa en tu negocio cuando vas al mercado. Ya, ya sabemos que tú eres del modelo pijita, pero chica, has elegido un chino carísimo de la muerte, por lo que parece.

Isabel del alma mía, estimado Pablo, con lo grande quE es Madrid y con media España que le dicen vaciada ¿No hay sitio para los dos?

Teníamos vuestra promesa de acabar con el “sanchismo”, con los que hacen crecer impuestos, con todos los populismos.

Y tenéis a la derecha, viviendo sin vivir en ella. Como en una tragedia shakesperiana: como “oyentes heridos por el asombro”.

En quién podrán confiar ahora que ven a Sánchez bebiendo cava, catalán naturalmente; a Santiago subido de nuevo en su caballo blanco, Abascal quiero decir; con Villacís imaginando que, a lo mejor, ahora puede enredar ella, como antes sus desaparecidos camaradas. A Rocío, la mala, malísima, rumiando venganza.

Mis jóvenes amigos, que habéis bebido la copa del poder quizá demasiado jóvenes e ignoráis los secretos del negocio, esos que aconsejan prudencia. Ahora os veréis obligados a cortar cabezas. Sí; Carromero ya cayó y a Teo le quedan dos días, alguna tendrás que poner tú, Isabel del alma mía.

Ah, jóvenes camaradas jugando al juego de la gallina inglesa en plenas instituciones democráticas, esperando a ver quién es el primero que se aparta antes de chocar, porque en este peligroso juego que ayer empezasteis solo puede quedar uno o si quedan dos serán mal heridos.

Qué malo es pasar de las juventudes del partido al poder, sin haber pasado antes por algún sitio donde aprender que la política es como el siete y medio: “Que o te pasas o no llegas. Y el no llegar da dolor, pues indica que mal tasas y eres del otro deudor. Mas ¡ay de ti, si te pasas! ¡Si te pasas es peor!”

Una cosa sí nos habéis enseñado, Isabel del alma mía y estimado Pablo. Ahora nosotros y nosotras, a medio desenmascarar, contando aforos, sin saber si debemos salir o entrar todavía, sabemos la cruda verdad: quien tiene un amigo, tiene un espía.

 

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