Pedro Sánchez ha notado el efecto demoledor de las temperaturas veraniegas, y en un sábado de calor insoportable en la Moncloa se ha hecho a sí mismo una enmienda a la totalidad: en un inusitado síndrome de Amok –locura malaya con asesinato múltiple- se ha cargado a los personajes que mejor le sirvieron haciéndole su juego más sucio: Ábalos, Calvo, Iván Redondo, Celaá y González Laya.
El presidente, imitando, al parecer, al procónsul romano Quinto Servilio Cepión, que bajo la frase “Roma no paga a traidores” se quitó de encima a los judas ibéricos Audax, Ditalcos y Minuros que querían cobrar por asesinar a su jefe Viriato, se ha cargado de un plumazo de amo insensible a sus más fieles criados y servidores.
Un tronante Sánchez se ha embarrado en una crisis de gobierno que sólo ha afectado al sector socialista –es decir, a los que le servían más ciega y ferozmente-, y en la que el sector podemita mantiene sus habituales cabezas –bastante vacías, por cierto- dentro del ejecutivo.
Sánchez ha fulminado a Ábalos y González Laya, sepultando así el misterio de ‘Alí-Delcy-Babá’ y sus 40 maletas de Barajas. Y al mismo tiempo, ha hecho que un poco o nada prestigiado exjuez Fernando Grande-Marlaska se quede como único garante de la vigilancia y del reaccionarismo policial contra la ciudadanía crítica, así como único guardián de los secretos más hediondos del poder sanchista. Secretos que antes compartía muy a su pesar con Ábalos.
Ahora bien, sólo Sánchez sabe por qué ha hecho una crisis de gobierno en la que ha sido claramente chantajeado por Unidas Podemos, que ha conseguido mantener a todos y cada uno de los personajes que consiguió colocar tras las elecciones de noviembre de 2019. Se lo había advertido Pablo Iglesias: ‘los ministros de Podemos ni se tocan’, y se lo ha remarcado ahora Yolanda Díaz en un pulso que Sánchez ha perdido una vez más.
Pero la victoria podemita es total: Sánchez se ha cargado a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, con una trayectoria política bastante inútil, sí, pero de una fidelidad perruna hacia el ínclito presidente. De todos son conocidas las grandes diferencias habidas entre Calvo y la mujer de Pablo Iglesias, que permanece con firmeza en el ademán en su chiringuito de Igualdad. Calvo, que se creía tan lista, perdió el pulso ante una Irene Montero que es todo vísceras y poco cerebro, pero que tiene agarrado al presidente del Gobierno por sálvese qué parte.
Tampoco puede argumentar Sánchez que ésta es una remodelación para reequilibrar fuerzas y, sobre todo, para reducir gasto en Ministerios, altos cargos y asesorías varias y diversas: total, sólo se ha cargado una Vicepresidencia, pero mantiene otras tres. Con un par.
En total, el gobierno se queda prácticamente como estaba: 23 boquitas a alimentar, contando con un presidente, tres vicepresidentes y 19 ministros, además de la ‘gota fría’ de centenares o miles de altos cargos, asesores, asesores de los asesores y asesores de los asesores de los asesores. Toda una tropa.
Además, Sánchez ni ha echado a Iceta, una de sus peores apuestas y a quién sólo ha cambiado de Ministerio –afortunadamente, porque le ha quitado de la administración territorial y le ha metido en Cultura para que haga su chiringuito, bueno, vale, pero sin estorbar mucho-, y mantiene, naturalmente, a la titular de Hacienda, María Jesús Montero, a la que ‘premia’ incorporando a sus competencias las de Función Pública.
Por lo demás, aquí están los nuevos ministros que tomarán posesión de sus cargos el lunes y participarán en su primer Consejo de Ministros el martes:
- Ministra de Justicia, Pilar Llop, a la que Sánchez tenía que pagar la cacicada que la ínclita hizo en el Senado: pocos presidentes de una cámara democrática se han atrevido a anular una votación después de realizada porque había perdido el grupo que apoya al Gobierno.
- Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. Diplomático.
- Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez Jiménez.
- Ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría.
- Ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, de quien habrá mucho que hablar en su momento.
- Ministra de Política Territorial y Portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez Jiménez.
- Ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant Ripoll.
Gana, sin embargo, el sector catalán y más catalanista del PSC, que coloca a otra ‘miembra’ en el Gobierno –Raquel Sánchez-, ante la pérdida de peso –sólo pérdida de peso político, se entiende- de Miquel Iceta. Además, Iván Redondo, director de gabinete del presidente del Gobierno, también abandona su puesto y lo sustituirá Óscar López, histórico del PSOE. De Óscar López también habrá que hablar otro día.