En la mesa de Albania y fuera de foco

Eran las cinco en punto de la tarde. Fue en domingo, a las cinco de la tarde. Él había comido, estaba bien… Pedro Sánchez compareció ante… Pedro Sánchez, en un ejercicio de comunicación de la soledad absolutamente dramático: sala vacía, ni asesores, ni “cabezas de huevo”, ni periodistas.

Compareció para decirnos que necesitaba ayuda y que la había pedido. En un excelente inglés, el chico sabe, nos informaba, en materia de la OTAN, de que España es una excepción y que no cumplirá con los deseos de la organización: no pasaremos del 2,1% de PIB; aseguró, también, que el jefe de la organización había pactado con él, que es experto en excepciones ibéricas.

No sabemos qué tiene este hombre con las cartas. Debe ser que lo de los mensajes y el email no son fiables, visto lo visto, uno le comprende.

Parece que, a pesar del excelente inglés, tenemos un problema de comprensión. 2,1% no será suficiente, matiza Rutte sobre la carta que ya le han traducido, por cierto, a Feijóo. El 2,1% supone en tres años 9 mil millones, tres mil al año. El 3,5% serían 56 mil en ese periodo, casi 19 mil al año. Un fascal que no tenemos y otros sí. Siendo, por cierto, la cuarta economía europea.

En la OTAN no tienen, al parecer, excepción ibérica; las “core defense” (gasto militar puro y duro) –3,5%-, al que se sumará otro 1,5%. La flexibilidad de la que parece hablar Rutte en la carta, tras escuchar su rueda de prensa y lo que han dicho los socios parece referirse al 1,5% último.

Sea como fuere, luego hablaremos del fondo del asunto, uno puede estar solo en la Moncloa y aburrirse en domingo, pero diplomáticamente el anuncio es un desastre y políticamente una barbaridad.

Inmediatamente, los socios le negaron la mayor, le colocaron en la cuarta fila y en la mesa de Albania. Nada de despreciar a Albania, poco a poco, se va convirtiendo en apreciado recurso turístico de los del este mediterráneo que no alcanzan a los precios y saturación del oeste. Pero ése es otro tema, no nos distraigamos.

No se sabe que Pedro haya hablado con nadie. Dio alas a Trump que encontró, gratis, un nuevo mejor enemigo y amenaza el machote con aranceles que nunca se sabe si cumplirá (por otro lado, el comercio con USA se reduce hace meses). Y tras él los del norte y frugales, como Rutte, y todos los demás, dispuestos a ponerse un 5% de gasto. Ellos pueden.

El resultado es una foto en la que Sánchez se queda fuera de foco, casi voluntariamente. Aunque, eso sí, ha estado de acuerdo con el comunicado y acuerdos de la cumbre, aunque anuncia que España no piensa cumplirlos.

Aún más raro: nosotros vamos a defendernos con 10 mil euros, lo mismo que los demás harán con 30 mil. Somos así de genios. Quiero decir que como no hemos usado los fondos europeos, tiraremos de ahí.

Puede que hayamos sido alguna vez una solución, pero este gesto es como la precipitada salida de nuestras tropas de Irak, no porque no debieran salir de una guerra inútil y bárbara, sino porque las cosas se avisan.

El asunto no va de obedecer a Trump, el asunto va de librarse de Trump, ocupándonos los europeos de nuestra propia defensa, entre otras cosas. Si nuestro gasto militar se convierte en subvención a empresas norteamericanas o alemanas es porque nuestro sector de armamento es ridículo.

Es por eso por lo que el “No a la guerra” no le funciona a la izquierda populista. O sea, a Sánchez y a sus socios. Debe recordarse que el movimiento “antiOtan”, además de trabajar durante años, respondía a una mentira: “De entrada, no” constituyó una afrenta, el argumentario del Referéndum irritó tanto a las bases socialistas como a las del movimiento pacifista y el PCE. Se convirtió, en consecuencia, en un movimiento socialmente transversal y no partidario.

La evidencia de la autocracia rusa y la desconfianza sobre Trump desaniman a la mayoría social. De otro lado, la izquierda populista ha mostrado unas alianzas con Putin, con Irán y otras que las izquierdas de los movimientos anteriores no tenían. Ha resucitado la idea de la autonomía europea de defensa, que fue abandonada cuando los Bush, Obama y resto de los demócratas se encargaron de nuestros asuntos estratégicos.

No solamente Sánchez ha padecido un súbito ataque de despiste estratégico. Hay que reconocer que, a diferencia de otros, él no es que no quiera, es que no puede. De paso viste el aplauso de los socios que, lamentablemente para él, le esperan a la vuelta con otro libro. Por cierto, si uno va a romper una alianza militar (de facto) convendría hablarlo con el Congreso antes, una “cosilla” de nada que se le olvidó al prócer.

Sin margen de deuda, que otros países utilizarán (Alemania, singularmente, o el Reino Unido), con un gasto público determinado por las pensiones, sin presupuesto y sin hablar con el Congreso es imposible gastarse 30 mil millones al año. Es lo que hay.

Sin duda alguna, esto tendrá serias consecuencias en materia de política exterior.

Fue el PSOE quién nos metió en la OTAN, a destiempo, y ahora nos saca, también a destiempo. El mundo vive un momento geoestratégico que nos obliga a prescindir de Trump, Putin y Xi ping y eso obliga a la defensa europea, guste o no. España podría jugar un papel en ese contexto.

El gasto militar no le gusta a nadie, excepto a los autócratas y populistas reaccionarios, tipo Trump o Putin, o radicales, tipo Jameini o Kim ll´sung. El tema es que forma parte, también, de las obligaciones del estado del bienestar. La cultura social europea requiere de algún tipo de solidaridad; ellos nos ayudaron en momentos difíciles. No fueron los americanos quienes nos hicieron libres, cierto. Pero sí nuestros socios continentales.

No es malo estar sentado en la mesa de Albania: lo malo es que nadie te hable, salvo para reñirte.

 

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