La ministra de Hacienda y el «terraplanismo económico»

De Canarias viene. Al menos, el profesor Javier Campos, al que le he tomado prestado el término “terraplanismo económico”, imparte formación en la Universidad de Las Palmas. Ha escrito un excelente artículo que deberían leer, aunque no se refiere a la inefable Señora Montero, de los Montero de Hacienda.

El hecho de que la lectura del artículo me haya traído a la memoria a la ministra no es responsabilidad del profesor Campos, aunque seguro que tiene que ver con mi rechazo al folclore económico de los respectivos gobiernos. Dice el profesor Campos que su irritación por el “terraplanismo económico” puede ser “cosa de la edad”.

Sí; eso también me pasa a mí, junto a otro problema más existencial y que no tiene arreglo con el envejecimiento saludable del que nos provee la sanidad pública (o no): hay mañanas que no sé si soy de los nuestros.

De las muchas tontadicas que la ministra ha hecho o dicho, en combate sin igual, lleno de sororidad, con sus colegas las otras ministras, el discurso sobre la condonación de la deuda autonómica catalana es una muestra notable de “terraplanismo económico”.

Estará de acuerdo conmigo el profesor Campos que este tiene mucho que ver con el populismo: soluciones sencillas y ligeras a problemas de enjundia. Ya he comentado aquí lo que opino del asunto, no repetiré argumentos: “la deuda no existe y todo el dinero es falso”.

Para mi disgusto (y no descarto que tal vez sea cosa de la edad), me resulta francamente irritante que la ministra de Hacienda practique el principal problema del “terraplanismo económico”: su absoluto desprecio por la evidencia contrastable.

Primar la subida de impuestos al tiempo que la quita de deudas es un ejemplo de contradicción económica, a más de irresponsabilidad. Afirmar que ella “no quiere que suban los impuestos, sino que no bajen” es un insulto a la inteligencia del oyente, sostener que la deflactación de una tarifa es bajar impuestos es una falsedad en todos sus términos, del mismo modo que negar que existe la “recaudación en frío” (el aumento de recaudación debido a la inflación) es una grosería intelectual.

El profesor Campos centra su crítica (“los clichés venden más que las ideas”) en esos libros de color amarillo que el cronista llama economía de aeropuerto. Empezamos con cosas de cierto interés como “el Póker del mentiroso”, una crítica acerada a la codicia en Wall Street e incluso “Quien robó mi queso” o “Qué haría Harry Potter si dirigiera la General Motors” y llegamos a otros gurús, menos rigurosos, literatura mágica en realidad, para acabar en los discursos de la señora Montero, de los Montero de Hacienda.

El “terraplanismo económico” no cita expertos en esta o aquella materia, no hace falta: para eso tenemos comisiones de expertos que no se reúnen y que, en su mayor parte, nos son desconocidos.

Tenemos en España, por ejemplo, uno de nuestros mejores economistas presidiendo una Comisión de productividad (Juan Francisco Gimeno), que falta nos hace, que aún no ha emitido ni un papel de buenos días, de la misma manera que la ministra de la cosa hacendística tiene un informe de los mejores hacendistas del país en un cajón. Y así, sucesivamente.

Pero es que no lo necesitamos porque el “terraplanista” siempre lo vale y lo fundamental del argumentario es el sesgo político e ideológico. Por ejemplo, la señora Montero, cuando era consejera de Hacienda andaluza, el día de los ERE solo pasaba por allí, porque siendo de Hacienda ella no sabía nada, estaba en contra de la quita de la deuda: ahora ha cambiado de opinión. Es típico de los terraplanistas: siempre hay un momento en que ven la luz.

Otro clásico del “terraplanismo económico” es una idea que nunca la izquierda había usado en ninguno de sus manuales, tampoco los de derechas, créanme, consideran que el llamado esfuerzo fiscal individual (Índice de Frank, luego de Bird) sirva para definir una política fiscal.

Tengo que reconocer que mis amigos liberales de corte lafferiano hacen verdaderos esfuerzos (incluso pintan curvas monísimas en las servilletas): pero la izquierda siempre había presumido de renunciar a pócimas mágicas o tener fórmulas secretas, hasta que llegó la ministra de Hacienda, que ha decidido premiar a las Comunidades con más esfuerzo fiscal.

Para que me entiendan, en una consideración típica del “terraplanismo económico”, si su Comunidad Autónoma le ha subido el impuesto de las herencias, resultará que será premiada si se endeuda más. Subir impuestos, para aumentar deuda: no les quepa duda, con este argumento la tierra es un plato.

La ministra presume de tener una fórmula secreta: quitar deuda, significa que no la pagamos. Pero eso, como dice el profesor Campos, tiene una explicación: “usted no piensa como un millonario”.

 

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