Llach canta, “Fuigdemont” hace el coro y Pedro…no está

Dicen que Cerdán, el negociador socialista, con pinta de “abalista”, se fue a Suiza a pacificar las cosas con el huido “Fuigdemont”, Puigdemont de apellido en su carné español. También, a negociar los presupuestos españoles: nada más elegante que discutir unos presupuestos españoles en el extranjero. Queda muy soberano y patriótico. No sabemos si hubo mediador.

El resultado del encuentro ha sido estupendísimo de la muerte: el Gobierno ha retirado el techo de gasto para que no se lo voten en contra otra vez. Hay dos alternativas: seguir viajando a Suiza, al fin y al cabo, le queda poco a Cerdán para viajar gratis a Suiza, se lo cargan en el próximo Congreso, se dice. O, por el contrario, usar el techo de gasto disponible, que es de hace dos años.

La condición que al parecer pone Junts es que las Comunidades Autónomas se queden con una parte del déficit previsto, equivalente a una tercera parte, o sea unos 13 mil millones de ellos (cifras de 2023) –lo que supondría no obligar a las Comunidades, especialmente a Catalunya, a reducir gasto-, según la situación actual.

Esos 13 mil millones y un pequeño pico deberían suponer que un tercio de esa cantidad adicional sería para Cataluña, tres mil millones más de endeudamiento, en una palabra. No importa, han pactado condonar la deuda.

Al Ministerio de Hacienda lo del endeudamiento no le ha importado mucho desde que gobierna, para qué engañarse. Pero lo de las reglas fiscales empiezan a mirarlo mucho en Europa, aunque no se den por enterados en La Moncloa. Quizá que a los alemanes les vaya mal, le viene bien a Pedro.

El problema es que da la impresión que lo del techo de gasto público no es lo que le importa a Puigdemont que ha preguntado, en realidad, qué hay de lo suyo: si no me amnistían, no voto. Después de su segunda huida, el prócer catalán afirmó que querían tener a Sánchez “de coma, pero no muerto”. Pues ahí estamos, sin presupuestos, pagando el coma.

Lo de Junts no va bien para el PSOE. Lluis Llach, cantautor afamado, es ahora presidente de la ANC (uno de los brazos políticos, junto a Omnium cultural, de Junts) ha declarado que no es partidario de pactos con Sánchez, de acuerdos con Illa ni de nada de nada con los españoles, que somos unos tramposos.

Fuigdemont”, el notable huido, le hace los coros a Llach porque así se libera de los disidentes de Junts que eran la esperanza blanca de Sánchez y Salvador Illa.

Pedro está… pues si hoy es martes… está fuera y ha dejado a sus portavoces y a Cerdán que lidien con el fracaso de la negociación, Cerdán es la cabeza del Bautista en el próximo Congreso.

El problema no es tanto no tener presupuesto, que sin duda lo es: aumenta el riesgo país y los intereses de la deuda, la incertidumbre y la inseguridad jurídica. La parte oculta es que el Gobierno tiene el dinero europeo que no ha sabido, querido o podido utilizar, para gastar en inversiones, que los funcionarios cobrarán y los pensionistas también.

Amenazan a las Comunidades y Ayuntamientos con que no tendrán dinero. Falso. La última liquidación la pagarán entera porque es del 2022 (va con dos años de retraso). Lo que perderán es un posible aumento de las entregas a cuenta en un 19 o 20%, que no es tanto, y en todo caso podrán compensar endeudándose, a dos años vista.

Ahora bien, dos años sin presupuestos dan una imagen cabal de la falta de calidad democrática española y, muy especialmente, de la medida del clientelismo político en el que nos hemos instalado.

Una asociación que representa, según datos, movilización y encuestas, a cada vez menos gente, presidida por Llach, vale más que los españoles y españolas que votaron a Sánchez y que los que no le votaron.

Al silente socialismo realmente existente le acompaña la izquierda de verdad verdadera, descabezada de paloma blanca, de liderazgo y de otro criterio que no sea mantener el chiringuito.

Sí; Lluis Llach puede enredar. Los demás podemos cantar alguna de sus canciones para recordarle que no pinta mucho: “El més país és tan petit que quan el sol se’n va a dormir, mai no està prou segur D’haver-lo vist” (Mi país es tan pequeño que cuando el sol se va a dormir no está seguro de haberlo visto).

Tan pequeño como siete votos que tienen en coma a Don Pedro, el esposo. Porque él lo vale y su “pichona” (puede parecer machista, pero como lo ha dicho Él, debe ser feminista de la muerte).

 

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