Un agosto sin corbata (2): Nadia ya tiene quien le sume

La señora Calviño estaba celosa del señor Sánchez. El señor Sánchez tiene un mejor amigo que le hace unos números muy majos, cuando hace falta, en el CIS. Ella, por el contrario, había heredado un contable en el INE que se creía tan listo como independiente. Y no era cosa.

El tipo, Rodríguez Poo, no hacía sino llevarle la contraria a las majísimas predicciones de la ministra y no tuvo más remedio que dimitir por algún que otro comentario malvado de la señora, que es muy suya.

Que casi todas las instituciones estén reduciendo las previsiones no sólo de Calviño sino a todos los ministros y ministras europeos no convenció a la ministra. Ella también quería números fetén como los del presidente.

El INE era y es una institución con cierta reputación europea -nivel medio, como España en casi todo- y la supervisión del Eurostat no era demasiado pesimista sobre el desempeño del instituto. Les ha molestado más, todo hay que decirlo, las consideraciones públicas sobre las estimaciones del INE.

Para la gente interesada, conviene señalar que tanto la medida del PIB, debido fundamentalmente a la parte digital de la economía, como la inflación, debido a la forma de medir la influencia de la energía, son cuestiones que se reflexionan en todos los centros oficiales de estadística de Europa.

Pero esto, así entre nosotros y nosotras, vienen a tener algo de pejiguería de expertos. Que el crecimiento es insuficiente o que la inflación sea unas décimas más o menos no cambia la situación, salvo para el ego político del personal.

En el caso del IPC existe la convicción de que no mide el coste de la vida. Primero, porque solo utiliza una de las tarifas eléctricas -la regulada- y luego porque el consumo de la mayoría no se ajusta a los productos que se miden.

Pero, en todo caso, eso no altera lo fundamental: los precios crecen por encima del crecimiento de la renta y esta está por debajo de lo estimado. Y, así, a las alegrías inesperadas del PIB y el empleo del segundo trimestre, siguen jarros de agua fría como el paro en julio.

El propio Krugman hacía comentarios parecidos sobre la inflación subyacente en USA hace un par de días. O sea, que los precios subyacentes suban un seis y medio o solo un seis, se nos da una higa. De hecho, espero hablarles pronto de la inflación del helado que tuve oportunidad de descubrir ayer con mis nietos.

Es cierto, también, que los cambios sociales y económicos han supuesto cambios en la forma de analizar la economía.

Los fundamentos de las decisiones de los agentes económicos, las expectativas de la gente, produce problemas de difícil valoración, salvo que sea usted un economista austriaco de los años treinta, un liberal que solo piensa en bajar los impuestos o, en última instancia, una ministra con tendencia al cabreo y el suspiro.

Por eso se echan de menos aquellos tiempos en que los economistas honestos con su ciencia tenían influencia política o mediática. Momento de mi reflexión adecuado para recordar hoy a mi estimado profesor setentero de Economía de Empresa, Emilio Ontiveros, ayer fallecido.

El caso es que Nadia ya tiene quien le sume.

Con toda seguridad, doña Elena Manzanera es una gran profesional, con notable currículo. Me atrevo a recomendar un texto, por ella coordinado, que analizaba cómo el desempleo y la formación impedían, en el caso de Andalucía, el progreso del estado del bienestar.

No cabe duda de que es poco glamuroso que a uno o una le nombren el 1 de agosto. Es como ver un Atleti- Numancia de pretemporada (dicho sea, sin ánimo de molestar, bueno sólo un poco). Pero lo que es peor es la sensación de que a uno o una le nombran para hacer sumas que no molesten a la ministra o ministro de turno.

Viene a ser cosa principal que las agencias del estado, sean estadísticas o de cualquier naturaleza, tengan un mandato independiente. Yo fui de los que sintió cierta molestia cuando la gobernación del Banco de España paso a ser independiente, pero , visto lo visto, es evidente que si no lo fuera Calviño ya hubiera cambiado al gobernador un par de veces y Rajoy, en su momento, otras tantas.

Los números y las sumas son relevantes. De hecho, la posibilidad de sostener la prima de riesgo o de que el Banco Central mantenga ayudas para nuestra sobrada deuda, la creciente demanda de excepciones españolas a la política europea, dependen de esas sumitas que hacen los técnicos.

Lamentablemente, la Comisión Europea hace sus propias sumas. Pero, tranquilos, Nadia ya tiene quien le sume como conviene y si no cuadra Pedro pedirá una excepción.

 

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