Cabreo pospandémico
La semana ha sido prolija en noticias. Nos cambiaron el gobierno, tocó las narices el Constitucional, se insurreccionan en Cuba y cosas por el estilo que un cronista no puede ignorar.
La semana ha sido prolija en noticias. Nos cambiaron el gobierno, tocó las narices el Constitucional, se insurreccionan en Cuba y cosas por el estilo que un cronista no puede ignorar.
Amargura. Aquellos con identidad de izquierda es lo que sentimos, en realidad, hace tiempo. Sea porque la revolución cubana siempre formó parte de nuestro imaginario, porque la nicaragüense se vivió más recientemente, lo que pasa en La Habana o Nicaragua duele.
Es una lista tan larga, complicada e inútil de memorizar como la de los reyes godos. Me refiero a la de los sucesivos ministros de Pedro Sánchez. De algunos de los cesados –y cuidado que llevaban tiempo— no nos acordamos ni del nombre. Es normal. Con una nómina tan nutrida del Gobierno, no hay cerebro…
No hay nuevo gobierno “político” como se preveía. El político es el César y todo lo demás es compañía. No hay sitio para más líderes: no lo entendiste camarada Ábalos.
Pedro Sánchez ha notado el efecto demoledor de las temperaturas veraniegas, y en un sábado de calor insoportable en la Moncloa se ha hecho a sí mismo una enmienda a la totalidad: en un inusitado síndrome de Amok –locura malaya con asesinato múltiple- se ha cargado a los personajes que mejor le sirvieron haciéndole su…
La semana produce cosas notables, incluso de las que no se habla: las jubilaciones o, por un poner, las tasas de contagio, a veces superiores en toda la pandemia. Cosas que dan para análisis sesudos.
El Gobierno ultima una reforma de la Ley de Seguridad Nacional que supone una merma importante de nuestras libertades.