Deutschland über alles

Solo escucho lamentos, crujir de dientes y desconcierto tras el resultado de las elecciones alemanas. El más exagerado, como siempre, Pedro Sánchez, que pase lo que pase en el mundo, es culpa de Feijóo. No sé cómo todavía no le ha acusado de la enfermedad del Papa, quizás está esperando a que se muera para endilgarle el lote completo, profecías de Nostradamus y san Malaquías incluidas, para que, hasta el fin del mundo, sea culpa del PP.

Entretanto, los falsarios de Follemos defendiéndose malamente de las presuntas agresiones sexuales de Monedero y mostrando un desdén frío para no denunciar con veracidad y fuerza lo que tiene todo el aspecto de delitos de depredador. Por supuesto, hasta el caso Errejón no había dudas ni fisuras ni grados en el delito, todo era violación para ellos. Ahora, con todos los fundadores acusados de guarretes, Follemos y Sumar Restando empiezan a hablar de que, bueeeno, todas las agresiones no son iguales, hay grados, no todo ha de ser siempre delito… quién os ha visto y quién os ve.

La culpa, pues, no fue del chachachá sino de la ultraizquierda, del presidente venal que nos gobierna y de una década escuchando sandeces sobre los 357 géneros y la integración de las minorías del planeta únicamente por el gran expediente de hablar con la e, como si fuéremes idiotes.

Diez años dando la matraca universal, acusando de machorras-terfas a las feministas de raza Elena Valenciano o Carmen Calvo y, por supuesto, a la gran supermega terfa J.K. Rowling porque, como todos sabemos, desde que aparecieron los wokies, ser mujer y feminista es facha, ahora hay que tener un colgón entre las piernas, ir maquillado como una puerta y tener más silicona en las tetas y el trasero que neuronas operativas para que te consideren mujer feminista con pene, que es como considerarse ferrocarril submarino con tren de aterrizaje.

Esta semana todos se llevan las manos a la cabeza, Europa está girando a la derecha, gritan con desconcierto, rabia y temor porque se les acaba el chollo. Lo que ninguno dice, ni Follemos, ni Sumar Restando ni Pedro Sánchez Oportunista Empedernido, es que cuando le tocas todas las fibras sensibles a la gente durante diez años, lo normal es que acaben rebotándose y te pongan en tu sitio: la oposición o la irrelevancia. Sólo hace falta darse una vuelta por el Carnaval de Cádiz en RRSS para darse cuenta de lo jartita que está la gente del mamonaso de Moncloa, como cantan mil chirigotas.

Alemania, el domingo decidió que se acabaron los wokies y se pasó de frenada. Lo mismo pasará en la mayor parte de Europa porque los PP de cada país han vacilado y dudado tanto ante los atropellos wokies que la población se ha refugiado en los partidos que hablan alto y claro. Dicho pronto y en plata: ¿Os da miedo la ultraderecha, pues la habéis traído vosotros, wokies del mundo unidos por una misma sandez. Trump y sus maneras de matón son vuestro hijo, y los partidos pseudotrumpistas de Europa, como Vox al que se le están yendo los más talentudos (Olona, Espinosa de los Monteros), también.

Esta semana, el robador de España está que no cabe en sí viajando por toda Europa, pavoneándose con sus nuevos mantras anti Trump, como si un mosquito cabreando a una bestia fuera una buena estrategia para el mosquito. Pero yo sé lo que está haciendo: en España le queda, con mucha suerte, un año en el cargo. ¿Y después? Con ese ego no se va a ir a la oposición, así que ya está preparando su siguiente satrapía, una carrera internacional: lo mismo le valdrá carguete en la ONU que carguete en Bruselas o, incluso, carguete en el Banco Mundial, donde hasta Begoña, la del software Pirata encontrará nuevos socios para segur camelleando, como dicen en Colombia. Estará tres o cuatro años cobrando por tocárselos a dos manos y luego, quién sabe, vuelta a casa como presidente de Telefónica o de un gran banco, que siempre es más aparente, da más caché y permite cobrar viejos favores.

Puede que Alemania haga lo que debe hacer -siempre lo hace- y vuelva a renovar la Gran Coalición de socialdemócratas y centro derecha. Todos aplaudiremos el buen juicio alemán y renegaremos de la mala suerte española porque aquí, la coalición más grande que uno puede esperar es el contubernio entre un narcisista y un delincuente racista, llorón y pedigüeño como Puigdemont.

 

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