Pedro Sánchez ha comparado una derecha buena, la de Alemania, con otra mala, la española. Todo porque la primera mantiene un cordón sanitario de exclusión a la extrema derecha, mientras que el PP no hace lo mismo con Vox. Lo que no ha hecho el presidente español es comparar al PSOE, que no pacta con el ganador en las elecciones, con los socialistas alemanes, que sí lo hacen con la CDU.
La de Sánchez es, pues, una comparación sesgada e interesada para sumir al PP en la oposición permanente por muchas elecciones que gane. En los tiempos que corren, resulta difícil, si no imposible, vencer electoralmente por mayoría absoluta, con lo que los pactos resultan imprescindibles. En las últimas elecciones generales triunfó el Partido Popular, pero fueron los socialistas los que, excluyéndole, armaron una coalición con todos los partidos de extrema izquierda y nacionalistas, es decir, todos los que odian a España, para obtener así una ínfima mínima mayoría con la que poder gobernar.
En Alemania, por suerte, no tienen pequeños partidos antipatriotas con los que montar un puzle que suplante a los vencedores, como ocurre aquí, y que dejaron al Partido Popular en el ominoso papel de oposición inoperante y testimonial. Que la comparación de nuestro presidente es interesada se comprueba en que no se basa en colaborar con la gobernabilidad, sino en arrinconar al PP permanentemente en la oposición porque, de no pactar con Vox, ¿con quién podría hacerlo por muchas votaciones que gane?
Con todo, a Sánchez le sale bien la demagogia con la que cubre sus actos, no en vano tiene 700 asesores trabajando a destajo para ir soltando los argumentos adecuados en cada caso. En el de las difíciles relaciones del PP con la derecha radical ha tenido el cuajo de añadir que la historia siempre ha sido dura con los colaboracionistas, comparando así a los populares con aquellos que en la Francia de Vichy abjuraron de la democracia de su país y colaboraron con los nazis. Ni Vox tiene nada que ver con los nazis, ni el PP es antipatriota. Pero lo dicho ahí queda.
De todo lo expuesto hasta aquí algo queda muy claro: ni España es Alemania ni Sánchez tiene intención de dejar el poder en manos del PP por muy adversos que le sean los resultados electorales.